Cerca de 350 víctimas de tráfico humano fueron rescatadas por la policía en 13 países de América Latina y el Caribe.

La llamada Operación Libertad, coordinada por Interpol, salvó a hombres, mujeres y niños que habían sido desplazados de sus países y forzados a trabajar.

Las víctimas fueron encontradas trabajando en clubes nocturnos, fábricas, mercados, cultivos y minas. Algunas trabajaban en espacios "tan estrechos como un ataúd", declaró Cem Kolcu, de la unidad de tráfico humano de la Interpol.

Según informó este lunes la organización internacional de policía criminal, la operación fue coordinada desde Barbados con la participación de autoridades de Antigua y Barbuda, Aruba, Belice, Brasil, Curazao, Guyana, Jamaica, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago, las islas Turcas y Caicos y Venezuela.

Los agentes arrestaron a 22 personas y se incautaron dinero en efectivo, teléfonos móviles y computadoras.

Las redadas, realizadas entre el 3 y el 9 de abril, fueron el resultado de un proyecto de dos años y medio financiado por el gobierno de Canadá, que también entrenó a especialistas para el equipo.

Los operativos contaron con el apoyo de los centros de comando de Interpol en Lyon, Francia, y Buenos Aires, Argentina.

Tim Morris, director ejecutivo de los servicios de policía de Interpol, dijo a la BBC que las condiciones en Guyana eran "particularmente horripilantes".

Allí, los investigadores recataron a mujeres jóvenes que habían sido forzadas a trabajar como prostitutas cerca de minas de oro remotas, lugares desde los cuales no podían escapar y que son difíciles de encontrar por los investigadores.

"Las zonas aisladas hacen que los agentes no puedan evitar ser detectados", comentó Diana O´Brien, directora asistente de la Fiscalía de Guyana. Explicó que, en ocasiones, cuando la policía puede actuar y llegar a la zona, los traficantes ya han trasladado a sus víctimas.

En otro punto de la operación, los responsables de una fábrica de San Vicente y las Granadinas les retiraban los pasaportes a víctimas asiáticas y las forzaban a una situación de total dependencia, quitándoles todo su dinero y cualquier medio de transporte.

"La persona esta esclavizada, en todos los sentidos", declaró Morris.

Crimen generalizado

Los traficantes se aprovechan de gente vulnerable que quiere emigrar en busca de una mejor vida o, inclusive, que quieren trasladarse de una zona pobre a una más rica dentro de sus propios países.

Morris explicó que ese hecho hace más difícil encausar a los culpables. Dijo que "algunas personas no reconocen que están siendo explotadas" para poder continuar ganando algún dinero o quedarse en el nuevo país.

Otros son intimidados y obligados a mentir ante los investigadores, lo que complica que se pueda hacer justicia.

Varias ONG y trabajadores de servicios sociales estuvieron presentes para dar apoyo a las personas rescatadas y para conocer detalles sobre sus experiencias vividas.

"No los dejamos solos", continuó Morris. "Las víctimas reciben el apoyo social que necesitan".

Las autoridades locales decidirán en cada caso si hacerse cargo de las víctimas en instalaciones especializadas, dejarlas en libertad o enviarlas de vuelta a sus casas.

"Todo depende de cada circunstancia en particular", dijo Morris. "Y, muchas veces, de los recursos de sus países".

Este es uno de varios proyectos liderados por Interpol bajo la unidad especial para el tráfico humano global, que es apoyada por los ministros de Seguridad del G7.

La situación en África es de especial preocupación, aunque Centro y Sudamérica, el Caribe y Asia también registran problemas con el tráfico de personas.

"Es un crimen generalizado", expresó Morris, añadiendo que la unidad especial operará "indefinidamente" con miras a erradicar el problema.

"Queremos tener un impacto significativo y llamar la atención sobre este crimen", indicó.


 

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