Fue un espionaje de décadas, que comenzó antes de la Guerra Fría y duró hasta comienzos de este siglo.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Alemania tuvieron acceso a las comunicaciones encriptadas de varios gobiernos gracias a unos dispositivos de Crypto AG, una compañía suiza de encriptación.

Dicha firma suministró los aparatos a más de 120 gobiernos desde fines de los 40 hasta los años 2000.

Lo que las autoridades de estos países no sabían era que dichas máquinas estaban manipuladas y pertenecían en secreto a los gobiernos de Alemania Occidental y de EE.UU.

Con ellas, tanto la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como el Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND) accedieron a información confidencial de varios países, entre ellos Irán, India, Pakistán, varias naciones de América Latina e incluso el Vaticano.

Así lo han contado en sendos reportajes el diario estadounidense The Washington Post, el medio alemán ZDF y el canal suizo SRF.

Estos medios tuvieron acceso al historial interno clasificado de la CIA, en la que la operación era descrita como "el golpe del siglo de los servicios de inteligencia".

En 1980, los oficiales de inteligencia de la CIA procesaban el 40% de las comunicaciones extranjeras, suministradas por los dispositivos Crypto.

La compañía suiza hizo millones de dólares con ellas, que fueron a parar a la CIA y al BND.

"Los gobiernos extranjeros estaban pagando buen dinero a a EE.UU. y Alemania Occidental por sus comunicaciones más secretas, que fueran leídos por al menos dos (o hasta cinco o seis) países", dice un reporte de la CIA sobre esta operación.

El reporte indica que Reino Unido, Israel, Suiza y Suecia se encontraban al corriente de estas actividades y recibieron información recolectada por EE.UU. y Alemania.

La estrategia permitió a EE.UU. monitorear a los funcionarios iraníes durante la que se conoce como la "crisis de los rehenes", cuando un grupo de estudiantes de Irán tomó como rehenes 66 diplomáticos y ciudadanos estadounidenses por 444 días, entre noviembre de 1979 y enero de 1981.

Y también hacerles llegar a los servicios de inteligencia británica información sobre el ejército argentino durante la guerra de las Malvinas y rastrear los movimientos de las juntas militares de Sudamérica, de acuerdo a The Washington Post.

El medio menciona que el espionaje también afectó a Brasil, Chile, Colombia, Honduras, México, Nicaragua, Perú, Uruguay y Venezuela.

Sin embargo, Rusia y China nunca confiaron en las máquinas suizas y jamás las usaron.

En 2018 un inversor adquirió la compañía suiza original, que pasó a llamarse Crypto International.

Desde esta empresa afirman que no tienen "conexión con la CIA o BND" y que están "consternados por los hallazgos de los reportes".

El gobierno suizo fue informado de este caso el pasado noviembre y nombró a un antiguo juez del Tribunal Supremo de Suiza, Niklaus Oberholzer, con el fin de "investigar y clarificar los hechos".


Aflicción en Suiza

Análisis de la periodista de la BBC Imogen Foulkes desde Ginebra, Suiza

En Suiza se ha recibido la noticia con angustia.

"Nuestra reputación está hecha trizas", escribió un periodista político al respecto. "Nuestra neutralidad es una hipocresía", declaró otro.

Existían rumores sobre los negocios turbios de Crypto AG desde hace años. Sus empleados sospechaban de que algo no andaba bien.

El gobierno suizo sabía del asunto. De hecho fue uno de los pocos que no recibió una máquina Crypto alterada por la CIA.

Sin embargo, que los medios internacionales se hagan eco de la cuestión es doloroso.

La revelación les vuelve a poner a los suizos en el espejo una imagen de la que siempre se han intentado deshacer: que harían cualquier cosa por el precio adecuado.

Sus bancos cuidaron una vez del dinero que gobernantes de facto saquearon aquí y allá, haciendo la vista gorda a la evasión fiscal a escala masiva.

Se suponía que todo eso era parte del pasado. Pero ahora otro sector, el de la ingeniería de precisión suiza, también tiene motivos para avergonzarse.

Precisamente, la CIA usó Crypto AG por la reputación suiza de neutralidad y calidad, segura de que eso atraería a clientes (gobiernos) de todo el mundo.

Suiza se quedó con el dinero y vendió las máquinas manipuladas. Ahora todos lo saben.


La historia detrás de Crypto

Un inventor ruso llamado Boris Hagelin creó una máquina de encriptación portátil cuando huyó a EE.UU. durante la ocupación nazi de Noruega en 1940.

El dispositivo era lo suficientemente pequeño como para poder usarse sobre el terreno y fue suministrado a cerca de 140.000 tropas estadounidenses.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Hagelin se mudó a Suiza.

Su tecnología evolucionó tanto que al gobierno estadounidense le preocupó que dejara de funcionarle como método espía de las comunicaciones de otros gobiernos.

Pero William Friedman, un descifrador de códigos estadounidense, convenció a Hagelin para vender los dispositivos más avanzados solo a los países aprobados por EE.UU.

Así, las antiguas máquinas, a la que la CIA sabía acceder, fueron vendidas a otros gobiernos.

En la década de los 70, EE.UU. y Alemania adquirieron Crypto y controlaron casi la totalidad de la operación, incluyendo la contratación del personal, el diseño de la tecnología y la estrategia de ventas.

Ya se sospechaba que existían había máquinas manipuladas que recopilaban información secreta, pero nunca había sido probado.

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