La llamaban la "chica azul", en referencia al color de su equipo de fútbol, el Esteghlal de Teherán, y su trágica muerte ha causado gran polémica.
La joven iraní, de 29 años, falleció esta semana en Teherán tras prenderse fuego a las puertas de un tribunal el pasado 2 de septiembre. Iba a ser juzgada por tratar de acceder a un partido de fútbol "disfrazada" de hombre.
Desde la Revolución islámica de 1979, a las mujeres iraníes no se les permite asistir a estos eventos deportivos.
Se trata de una prohibición que no está incluida en la ley, pero "se aplica de forma implacable", según denuncia la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch.
Desde hace unos años se ha permitido en algunos partidos en Irán una presencia reducida de mujeres, pero siempre muy figurativa y por invitación.
Es habitual, no obstante, que las mujeres intenten colarse en los estadios con gorras, pelucas e incluso barbas postizas, para dar la apariencia masculina, pese al riesgo de ser descubiertas y detenidas por la policía.
La "chica azul"
La joven, identificada como Sahar Khodayari, fue arrestada el pasado marzo cuando trataba de acceder a un estadio de fútbol por violar el estricto código de vestimenta de Irán para mujeres.
Tras permanecer detenida durante tres días, fue liberada bajo fianza y esperó seis meses a que se juzgara su caso.
Pero cuando iba a celebrarse la audiencia judicial, según medios de comunicación y organizaciones en defensa de los derechos humanos, la joven se enteró de que se enfrentaba a seis meses de prisión si era condenada.
La mujer se prendió fuego frente al tribunal entonces y falleció en el hospital por sus graves heridas el lunes, informó en una breve nota la agencia semioficial iraní Shafaghna.
Según señaló a la agencia de noticias iraní Rokna el doctor Mustafa Dehmardi, jefe de accidentes y emergencias en el hospital Motahari, Sahar ingresó al centro médico con "quemaduras causadas por fuego con gasolina en el 90% de su cuerpo".
"Es muy importante entender que todavía no había un veredicto para ella", aclara el editor del servicio persa de la BBC, Ebrahim Khalili.
"La mujer entendió, por la gente de allí, por los funcionarios de la corte, que tal vez recibiría seis meses o dos años de prisión, pero el hecho es que no había condena", agrega.
Un caso simbólico
La joven procedía de una familia conservadora de la ciudad de Qom, considerada la capital espiritual del chiísmo y cuna del pensamiento islámico que impulsó la Revolución liderada en 1979 por el ayatolá Rujolá Jomeini.
Su hermana concedió una entrevista a Rokna en la que confirmó lo ocurrido el día del arresto de la joven y explicó que sufría un trastorno bipolar.
"Ha estado bajo la supervisión de un médico durante los últimos dos años (...). Su salud mental se deterioró" en el proceso, añadió.
"Habíamos proporcionado todos los documentos a la corte pero estaba siendo procesada como una persona sana", comento a la agencia.
Su caso ha generado un amplio debate Irán y nuevas presiones para que la FIFA intervenga.
"Este ha sido un tema muy grande para los iraníes. La FIFA ha pedido constantemente a Irán que abandone esta prohibición, incluso estableciendo un plazo. Sin embargo, ese plazo ya pasó y no ha pasado nada", explica el editor del servicio persa de la BBC.
Amnistía Internacional (AI) considera que la joven "todavía estaría viva si no fuera por esta prohibición draconiana y el trauma posterior de su arresto y enjuiciamiento".
"Su muerte no debe ser en vano. Debe estimular el cambio en Irán para evitar más tragedias en el futuro", indicó en un comunicado Philip Luther, responsable para Oriente Medio de AI.
El año pasado, Irán cedió y permitió que las mujeres puedieran acudir a los estadios pero solo para ver partidos en los que jugaba la selección de Irán.
No obstante, cientos de iraníes y de activistas por los derechos humanos siguen presionando al gobierno para que se retire la prohibición en todos los casos y a principios de este mes comenzó una campaña online para pedir a organizaciones deportivas mundiales que veten al país si no acaba con esta política.
Para el editor del servicio persa de la BBC, el caso de Sahar podría ayudar a cambiar las cosas.
"Tiene todo el potencial para convertirse en una historia muy grande. Para cambiar la historia".