Es una fotografía impactante. El presidente de Estados Unidos y el hombre al que éste había llamado "paria" chocan puños frente al esplendor dorado del palacio real de Jeddah.

Arabia Saudita estaba destinada a ser la parada más polémica en el primer viaje de Joe Biden a Oriente Medio como presidente de los Estados Unidos.

Cuatro semanas antes, Biden había dicho que no se reuniría con el príncipe heredero Mohammed bin Salman en su visita.

Cuando se instaló en la Casa Blanca, en sus primeras semanas en el cargo, incluso se negó a hablar con el gobernante de facto de Arabia Saudita.

De "paria" a socio

Biden se refirió a él como "paria" en la campaña electoral de 2019.

Lo hizo después de que la CIA concluyera que el príncipe heredero había aprobado el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Estambul.

Las relaciones bilaterales eran frías cuando se anunció la visita del presidente de EE.UU.

El escenario estaba listo mucho antes de que el sonido de los potentes motores del Air Force One se escuchara en Jeddah.

Se exhibieron banderas: el verde y el blanco de Arabia Saudita contrastaban con las barras y estrellas de Estados Unidos. Los estandartes se alinearon en la ruta principal desde el aeropuerto hasta el palacio real, flanqueando caminos que habían sido aislados y despejados. Los vehículos de la policía, con sus luces destellando bajo el sol, se apostaban cada pocos metros para mantener la máxima seguridad.

Los sauditas sabían que el mundo estaría observando esta reunión.

Querían que el resto de Oriente Medio y la comunidad internacional se sentaran y tomaran nota del trato de favor que les otorgaba el presidente de los Estados Unidos.

Activismi y el asesinato de Kashoggi

En las horas posteriores a las conversaciones entre los dos líderes aquí en Jeddah me senté a conversar con el Ministro de Estado de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, Adel bin Ahmed al-Jubeir.

Le presioné para que explicara por qué, pese a la rápida modernización observada en el reino, asuntos como la libertad de expresión, el activismo y la disidencia contra el régimen todavía estaban mal vistos y, en última instancia, castigados.

"Lo que usted puede llamar un disidente, lo llamamos terrorista. Lo que usted puede llamar una persona que expresa su opinión, lo llamamos incitación", respondió.

"Cuando alguien da dinero a un grupo que asesina personas, ¿está expresando su opinión o está financiando asesinatos?".

"Eso no es activismo, por ello se les acusa de estos cargos y se los lleva ante los tribunales. Pero fuera de Arabia Saudita son presentados como si fueran activistas o moderados que quieren expresar su opinión."

¿Y qué pasa con el comentario de "paria"? ¿Por qué (Mohammed bin Salman) piensa que Biden ha cambiado ahora de opinión sobre las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita?

"Lo que sucede en una campaña política generalmente no sobrevive a la realidad de estar en el cargo. El presidente Trump dijo cosas sobre Arabia Saudita durante la campaña, pero luego, cuando estuvo en el cargo, tuvimos una gran relación con él. Lo que sucede en las campañas es lo que yo digo que ocurre 'en la época tonta'".

Tras su reunión con el príncipe heredero, Biden insistió en que había planteado el tema del asesinato de Khashoggi y su conocimiento del papel de Mohammed bin Salman en el suceso.

Lo que nos lleva de vuelta a la fotografía. Hechos contra palabras. Una imagen que definirá esta visita: todo lo que los saudíes esperaban.

Cuenta la historia de una nación rehabilitada; de una asociación estratégica renovada.

Independientemente de lo que se abordó en la reunión, sin importar sus éxitos o fracasos, el mundo cuenta con una imagen duradera para recordarlo. Una imagen que ilustra un cambio de rumbo de Biden.

Cómo lo ven los sauditas

Entonces, ¿cómo resuena eso entre los hombres y mujeres de este reino? ¿Qué sienten hacia la visita del presidente y su relación de altibajos con los EE. UU.?

Al fresco del Mall of Arabia, un refugio de las sofocantes temperaturas del exterior, traté de averiguarlo.

Mucha gente paseaba frente a los escaparates relucientes y comía en los restaurantes del centro comercial.

Gran parte de ellos no querían hablar de la visita, y algunos decían que simplemente no les importaba.

Pero a los que lo hicieron les unía una preocupación: viajar.

"No he visitado los Estados Unidos por diez años", me dijo un hombre. "Siempre hay problemas para obtener una visa".

"Espero que la reunión devuelva la comunicación entre nosotros. Estados Unidos siempre ha sido un muy buen aliado, pero las cosas no han ido bien últimamente. Espero que esto pueda solucionar cualquier problema y hacer que todo sea incluso mejor que ante

"Si podemos viajar y estudiar allí, será bueno", explicó Shatha al-Jamale. "Si la relación entre los dos países es buena, no tendremos miedo de ir allí. A veces los estadounidenses tienen miedo de que vayamos, algunos tienen una mala idea sobre mi país, así que creo que esta reunión es importante para para que sepan que hay seguridad".

Los críticos alegan que la primera etapa del viaje de Biden a Medio Oriente, Israel y la Cisjordania ocupada no dejó ningún logro significativo.

Si el presidente es capaz de persuadir a algunos de los mayores países productores de petróleo más grandes del mundo para que bombeen más crudo y ayuden a bajar el precio, será visto como una victoria por los votantes estadounidenses.

Pero, hasta ahora, hay pocas señales de que regrese con el premio que tantos creen que vino a buscar aquí.

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