Una nueva valla fronteriza se está construyendo en la Unión Europea: Lituania, el país más meridional de los Estados Bálticos, está erigiendo una barrera de 130 kilómetros en su frontera con el territorio ruso de Kaliningrado.
Es una muestra más de las tensiones existentes en la región báltica y de la especial situación de Kaliningrado, un oblast (provincia) ruso incrustado entre dos miembros de la OTAN, Polonia y Lituania, y sin ninguna frontera terrestre con Rusia.
"La valla no tiene ninguna importancia militar y uno de sus propósitos es seguramente dificultar el contrabando en la frontera", explica Douglas Barrie, experto del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, centro de análisis militar y de seguridad global.
"Pero también es una señal y un mensaje", le dice a BBC Mundo.
Con una población de un poco menos de medio millón de habitantes, Kaliningrado se está convirtiendo en un punto estratégico en el contexto de las deterioradas relaciones entre Rusia y los países occidentales, los cuales están aumentando sus capacidades militares en Europa oriental estimulados por el conflicto en Ucrania y la anexión de Crimea.
"Kaliningrado siempre ha sido importante para la Unión Soviética por tener un territorio real en la profundidad de Europa", asegura a BBC Mundo Ian Williams, director asociado del programa de defensa con misiles del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, con base en Washington.
"Ahora es incluso más importante estratégicamente", afirma Williams. "Un pedazo de territorio ruso en la Europa de la OTAN".
La preocupación en torno a este enclave quedó patente en octubre del año pasado, cuando además del potente sistema de misiles S-400 que Rusia ya tenía estacionados en Kaliningrado, Moscú anunció el despliegue temporal allí de misiles Iskander-M con capacidad nuclear.
Y dentro de pocas semanas, Kaliningrado formará parte del ejercicio militar Zapad (Oeste) 17 que Moscú desarrollará también en Bielorrusia, el mar Báltico y Rusia occidental.
Aunque Rusia lo ha calificado como un ejercicio regular que se lleva a cabo cada cuatro años, Polonia y Lituania han expresado temores de que se trate en realidad de un aumento encubierto de tropas en el flanco más oriental de la OTAN.
"Estos ejercicios militares no deben separarse de lo que es el ambiente generalizado en Europa en relación al conflicto militar en Ucrania, las actividades rusas en las regiones del mar Negro y el mar Báltico y su militarización de Kaliningrado", escribió Sergey Sukhankin en un artículo para el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en marzo de este año.
Una isla en medio de Europa
"Saludado anteriormente como la región piloto para las relaciones entre Rusia y la Unión Europea, e incluso como la respuesta rusa a Hong Kong, (Kaliningrado) se está convirtiendo en un bastión militar, una avanzadilla clave del 'mundo ruso' y un campo de batalla ideológico entre Rusia y Occidente", afirmó Sukhankin.
Kaliningrado es a su vez una provincia y la ciudad que le da nombre. Nació tras la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas soviéticas ocuparon lo que hasta entonces había sido el puerto alemán de Koeningsberg, anteriormente parte de Prusia oriental y ciudad de nacimiento del filósofo Emanuel Kant.
La conflagración destruyó la mayor parte de la ciudad, y los soviéticos procedieron entonces a expulsar a la población alemana y anexarse el territorio.
La ciudad fue rebautizada como Kaliningrado en honor a un líder soviético que murió en 1946 y, tras la desintegración de la URSS, pasó a ser territorio ruso.
Situada a más de 1.200 kilómetros de Moscú, fue una zona relativamente ignorada por las autoridades, empobrecida y con elevadas tasas de criminalidad.
El primer ministro sueco, Goran Persson, la describió una vez de la siguiente forma, según un artículo en la revista Vice: "Está muy contaminada. Hay enfermedades como sida y tuberculosis. Hay desechos atómicos. Se encuentra casi cualquier problema imaginable en Kaliningrado".
Cuando la Unión Europea completó en 2004 su proceso de ampliación hacia el este con la integración de las Repúblicas Bálticas y Polonia (exterritorios de la URSS), Kaliningrado se convirtió en una isla rusa rodeada por países europeos.
Y eso supone un activo estratégico para Moscú.
"Es una plataforma con la que Rusia puede proyectar su poder", asegura Williams.
"Kaliningrado se ha vuelto más importante militarmente a medida que la relación entre Occidente y Rusia se ha deteriorado", abunda Barrie.
"Pero no es solo un activo militar, sino también una vulnerabilidad. Es un territorio con gran significado para Rusia al que no renunciaría. Tiene mucho invertido emocionalmente", asegura este experto.
Creciente militarización
Un periodista de la agencia Reuters visitó Kaliningrado en julio del año pasado y describió "evidencia ampliamente visible de que Rusia está aumentando su presencia militar".
El periodista vio camiones moviendo equipamiento militar de un puerto al interior de la provincia, trabajos para mejorar la seguridad cerca de una base y obras en otra en la que está estacionado un sistema de radares militares.
Y esto, aseguró, es solo una pequeña parte de lo que puede ver un extranjero que visite la zona.
"Reuters solo pudo echar un vistazo de lo que está haciendo el ejército ruso en Kaliningrado. La mayor parte de la región está vedada a los extranjeros sin un permiso especial", aseguró.
Según Williams, Rusia posee en Kaliningrado una "variedad bastante completa de capacidades militares", entre las que destaca lo que se conoce como sistema A2AD (Anti-Access Area Denial, en inglés).
Se trata de un activo militar que permite "rechazar el acceso a una zona por parte las fuerzas enemigas, dificultar sus movimientos y su infraestructura logística" a través de recursos tanto defensivos como ofensivos.
Así lo describió en una declaración ante el Congreso de Estados Unidos el comandante de la OTAN, general Philip M. Breedlove, quien aseguró que el enclave es una "fortaleza de A2AD" y "una completa burbuja".
Con ello, Rusia podría atacar centros de mando y puntos de embarque y desembarque de la OTAN en caso de que hubiera un conflicto con las repúblicas Bálticas y la Alianza saliera en su defensa, tal y como obliga el Artículo V del tratado.
En caso de conflicto, "todo esto retrasaría una respuesta de la OTAN", asegura Williams, quien califica Kaliningrado de "muro metafórico entre Europa y el Báltico".
Barrie, sin embargo, cree que la visión que se proyecta con frecuencia de que Kaliningrado pasó de ser "un área con poca a otra con mucha presencia militar" no es del todo precisa.
En tiempos soviéticos ya había presencia militar allí y en la actualidad, aunque es indudable que Moscú está invirtiendo, Kaliningrado no ha sido una prioridad en términos de modernización del ejército.
Para Rusia, resume el experto, es una herramienta para "atizar o bajar el fuego" en sus relaciones con los países occidentales.
Refuerzo de la OTAN
Desde la ocupación de Crimea y el estallido del conflicto en Ucrania, la preocupación ante las ambiciones de Moscú ha ido en aumento en los tres estados Bálticos, los cuales tienen una difícil historia con Rusia tras ser anexionados durante 50 años a la Unión Soviética.
Pero una intervención rusa en la zona tendría un elevado coste. Mientras Moscú militarizaba Kaliningrado y las tensiones crecían en la región, la OTAN no se quedó de brazos cruzados.
La Alianza ha establecido en Polonia un Comando Multinacional de División, que coordinará cuatro batallones situados en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, cada uno con 1.100 soldados.
También ha llevado a cabo ejercicios militares en la región Báltica, entre ellos uno con más de 11.300 soldados de 20 países.
Y el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, reafirmó recientemente el compromiso de Washington con la seguridad de los Estados bálticos en caso de agresión.
"El ataque a uno de nosotros es un ataque a todos", advirtió.