La campanada de alerta ha vuelto a sonar con fuerza en las últimas semanas.

La pandemia de coronavirus está agravando el problema del hambre en muchos países, y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) advirtió este lunes que la crisis puede agregar entre 83 y 132 millones al número total de personas malnutridas en el mundo en este 2020.

Uno de los países más seriamente afectados es Venezuela, donde los niveles de nutrición de los niños menores de cinco años ya son comparables con los de los países más pobres del planeta.

"No se comparan con el continente (americano), ni siquiera con Haití. Nos parecemos más bien a África", dijo la semana pasada, en la presentación de la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) Luis Pedro España, director del Proyecto sobre Estudios de la Pobreza de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

Dos días después, la organización humanitaria británica Oxfam publicó una alerta sobre "el virus del hambre" en la que Venezuela figura como uno de los diez principales "puntos críticos".

"Incluso antes de la pandemia, más de la mitad de la gente con hambre en América Latina ya estaba viviendo en Venezuela", recordó Oxfam.

Y, según la organización humanitaria, ya hay evidencia de que un número cada vez mayor de venezolanos "está reduciendo la cantidad y calidad de la comida de su dieta".

De hecho, Oxfam estima que para finales de año unas 12.000 personas podrían estar muriendo todos los días por hambre vinculada a la covid-19 en todo el mundo, "potencialmente más que los que morirán por la enfermedad misma".

Y, en estos momentos, de entre en sus "puntos críticos", solamente Yemen, República Democrática del Congo y Afganistán superan los 9,3 millones de hambrientos que la ONG británica estima hay en Venezuela.

Los 10 "puntos críticos" del hambre en el mundo

País

Habitantes con hambre (millones)

% de la población

Yemen

15,9

53%

República Democrática del Congo

15,6

26%

Afganistán

11,3

37%

Venezuela

9,3

33%

Países del Sahel Occidental*

9,5

5%

Etiopía

8

27%

Sudán del Sur

7

61%

Siria

6,6

36%

Sudán

5,9

14%

Haití

3,7

35%

* Incluye a Burkina Faso, Mali, Mauritania, Níger, Chad, Senegal y Nigeria. Fuente: Oxfam, ENCOVI 2019-20.

La cifra también equivale al 33% de los hogares en situación de inseguridad alimentaria severa identificados en la última actualización de la ENCOVI, un aumento del 10% en comparación con los resultados del 2018.

Pero según el instrumento -con el que la UCAB viene midiendo la realidad económica y social de Venezuela desde 2014-, menos de uno de cada 10 hogares del país (7%) está completamente libre de inseguridad alimentaria, una cifra que podría reducirse al 3% como resultado de la pandemia.

"Crece el porcentaje de hogares en insuficiencia alimentaria moderada porque más allá de la preocupación por la falta de alimentos también hay ajustes en la disponibilidad de recursos que afectan la calidad de la dieta", se lee en la ENCOVI.

Pobreza que crece

Para España, esto es una consecuencia inevitable del crecimiento de la pobreza en un país que, según el sociólogo, ya es el más pobre toda América Latina.

La misma ENCOVI estima que nueve de cada 10 hogares venezolanos (un 96%) presenta pobreza de ingreso, mientras que la pobreza multidimensional -relacionada con indicadores como educación, estándar de vida, empleo, servicios públicos y vivienda- ya afecta a 64,8% de los hogares, un aumento del 13,8% entre 2018 y 2019.

De hecho, se estima que el PIB de Venezuela se ha reducido en un 70% entre 2013 y 2019. Y a un ingreso promedio diario de US$0,72 se suma una inflación anualizada que en marzo ya era de 3.356%.

Esto, en una región en la que, según el reporte "Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020" publicado por la FAO este lunes, una dieta capaz de cubrir las necesidades energéticas mínimas cuesta US$1,6 diarios por persona.

El costo de una dieta saludable, por su parte, sube a US$3,98 al día por persona, muy lejos del alcance de la mayoría de los venezolanos.

La respuesta del gobierno de Venezuela

Las iniciativas gubernamentales, como la entrega de alimentos a través de los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Producción, CLAP, parecen no ser suficientes.

El gobierno también mantiene activo su programa de Alimentación Escolar y, desde que empezó la pandemia del coronavirus -que ha cerrado hasta nuevo aviso todas las escuelas venezolanas-, ha realizado entregas de alimentos en Caracas y los estados Mérida y Portuguesa.

En una de esas entregas, el pasado junio, Akalapeizime Castro, jefe del ente público Mercal, encargado de luchar contra la inseguridad alimentaria, dijo que "en está cuarentena colectiva, el gobierno nacional asegura la alimentación a las poblaciones más vulnerables".

Pero según Oxfam hay abundante evidencia que indica que mucha gente se ha visto obligada a eliminar la carne, los lácteos y las verduras de su dieta para remplazarlas con alimentos más baratos, como los cereales.

"La escasez de combustible, que se ha exacerbado por el bloqueo, está afectando la distribución de ayuda humanitaria e interrumpido la producción y el transporte de alimentos", agrega la ONG.

El Ministerio de Comunicación de Venezuela no respondió a una solicitud de información de BBC Mundo.

Más desnutridos

El sociólogo Luis Pedro España concuerda en que en uno de cada cuatro hogares venezolanos "concurren la angustia por la falta de alimentos con la disminución de los recursos para cubrir la cantidad y la calidad de la dieta".

Y los problemas de alimentación no se limitan a los hogares más pobres: el promedio global de consumo de proteínas por día está muy por debajo de los 51 gramos diarios, e incluso en el quintil más rico solamente se consumen 24,7 gramos al día.

El consumo de calorías también es deficitario en los tres quintiles más pobres, y con 2.006 kilocalorías al día, el promedio nacional apenas está dentro del mínimo recomendado.

El resultado es que 166.000 niños menores de cinco años -el 8%- califican como desnutridos según el indicador peso para la edad, muy por encima del 2,3% de Perú y el 3,4% de Colombia.

Pero la cifra aumenta a 639.000 -30% del total- si se considera la desnutrición crónica evidenciada por la talla, por encima del 22% de Haití y el 21,2% de la República Democrática del Congo, y más cerca del 31,7% de Camerún y el 33% de Nigeria que del resto de América Latina, donde el país con más desnutridos crónicos sigue siendo Guatemala con 46,7%.

Y, por causa de la pandemia, la migración masiva, que durante mucho tiempo había ofrecido una válvula de escape, ya no parece ser una alternativa viable.

"Secuelas irreversibles"

Según una encuesta citada por Oxfam, un 42% de los 1,6 millones de venezolanos que han emigrado a Colombia podría haber perdido su trabajo y un cuarto carecer de recursos con los que adquirir alimentos.

"Y esto está teniendo también un impacto en Venezuela, donde dos millones de familias dependen de remesas para sobrevivir", agrega la organización.

La situación, como destacó el rector de la UACB, el padre Francisco José Virtuoso, es desesperada.

"Clama al cielo y exige cambios", valoró el jesuita, para quien los datos de la ENCOVI dan testimonio de "la destrucción acumulada en la calidad de vida de los últimos cinco años".

"No podemos conformarnos con sobrevivir, con ver partir a nuestros jóvenes", dijo.

Pero el tiempo apremia, pues como advierte la misma ENCOVI, las secuelas de largo plazo de los actuales estados nutricionales de Venezuela "pueden ser irreversibles".

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