Ha pasado un año desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania.

Fue el 24 de febrero de 2022, un día que muchos recordarán para siempre.

En un discurso televisado, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, comunicó que había ordenado una "operación militar especial" en la región ucraniana del Donbás, al mismo tiempo que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas le suplicaba que se detuviera.

Las sirenas antiaéreas sonaron por todo Kyiv, la capital ucraniana, mientras el presidente del país, Volodymyr Zelensky, reaccionaba con una advertencia.

"Si alguien intenta arrebatarnos nuestra tierra, nuestra libertad, nuestras vidas... nos defenderemos", pronunció.

Un año después, sin que se vislumbre el final de los combates, analizamos el impacto de la guerra en Ucrania a través de gráficos, desde el avance ruso hasta el número de personas desplazadas y los cambios en el armamento que se ha utilizado.

Antes de la invasión de hace un año, los separatistas apoyados por Rusia controlaban una parte importante del territorio del Donbás, en el este de Ucrania.

El 21 de febrero de 2022, el presidente Putin anunció que Rusia reconocía la independencia de dos regiones separatistas, las autoproclamadas República Popular de Donetsk y la República Popular de Luhansk.

Fue una medida condenada por Ucrania, la OTAN y los países occidentales, pero que posteriormente permitió a Putin movilizar tropas hacia esos territorios.

Rusia ya se había anexionado Crimea en 2014, aunque la mayoría de los países siguen reconociendo la península como parte de Ucrania.

Avances y pérdidas

Doce meses después de la invasión, Rusia no posee ni de lejos tanto territorio como en las primeras fases de la guerra, cuando sus fuerzas avanzaron hacia Kyiv, pero sigue ocupando importantes zonas en el este y el sur.

Tras fracasar en su ofensiva contra la capital ucraniana, las fuerzas rusas centraron su atención en tratar de unir los territorios que tenían controlados en el este, alrededor de Luhansk y Donetsk, con las zonas cercanas a Crimea en el sur.

En mayo lo consiguieron cuando Ucrania evacuó a las tropas que le quedaban de la planta siderúrgica de Azovstal, en Mariúpol, después de un largo y sangriento asedio.

Esto le brindó a Rusia un puente terrestre clave que conecta las zonas que controlaba en el sur y el este, así como el control de la costa sureste de Ucrania y el mar de Azov.

Pero desde entonces la mayoría de las victorias clave de la guerra han pertenecido a Ucrania.

En un contraataque que comenzó en septiembre, las fuerzas ucranianas retomaron gran parte del noreste de la región de Járkov, y más tarde reconquistaron la ciudad de Lyman y otras zonas de las provincias de Donetsk y Luhansk.

En noviembre, el avance de Kyiv en el sur obligó a las tropas rusas a retirarse de la ciudad de Jersón a la orilla oriental del río Dniéper, aunque Moscú sigue controlando el territorio de la orilla occidental.

Sin embargo, Rusia ha respondido lanzando oleadas de ataques con misiles de crucero y aviones no tripulados contra ciudades y centrales eléctricas ucranianas, en respuesta a un audaz ataque de las fuerzas ucranianas en octubre contra un puente clave que une Crimea con Rusia.

Y en el este de Ucrania, las fuerzas rusas han participado en una sangrienta y brutal batalla para tratar de apoderarse de la ciudad de Bajmut, unos 60 km al norte de Donetsk.

La ofensiva, sin embargo, ha dejado entrever una posible fisura en las fuerzas de Moscú, ya que el ejército ruso y el Grupo Wagner, una organización privada de mercenarios, se contradijeron públicamente sobre quién debía atribuirse el mérito de la toma por Rusia de la cercana ciudad de Soledar.

Crisis de refugiados enorme

La guerra ha causado miles de muertos, pero ambos bandos se muestran reacios a publicar cifras militares oficiales.

Hasta el 13 de febrero de 2023, se habían registrado 7.199 muertes de civiles en Ucrania y 11.756 heridos, según la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Sin embargo, la organización afirmó que cree que "las cifras reales son considerablemente más altas, ya que la recepción de información de algunos lugares donde se han producido intensos enfrentamientos se ha retrasado y muchos informes siguen pendientes de corroboración".

Desde la invasión rusa, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha registrado el desplazamiento de unos 7,7 millones de personas desde Ucrania a diversos países de Europa,incluida Rusia, de una población de unos 44 millones, con casi siete millones de ucranianos desplazados internamente.

Después de Rusia, la mayoría de los refugiados han huido a Polonia, Alemania y la República Checa.

La ONU describió la situación como "el desplazamiento forzoso de población más rápido desde la Segunda Guerra Mundial".

Aunque muchas personas regresaron a ciudades como Kyiv tras la contraofensiva ucraniana, el gobierno del país ha instado desde entonces a los refugiados a no volver a casa hasta la primavera.

Esperan que el clima más cálido ejerza menos presión sobre la red eléctrica, muy afectada por los ataques de drones y misiles.

Muchos refugiados ucranianos, en su mayoría mujeres y niños, fueron bien recibidos en países de toda Europa, pero, a medida que la guerra se extiende y la crisis mundial por el costo de la vida se agudiza, las autoridades alemanas y de otros países se preguntan por cuánto tiempo más podrán acogerlos.

Martina Schweinsburg, concejala del estado de Turingia, en Alemania, declaró que al principio su región había recurrido a propietarios privados para alojar a los ucranianos, pero que ahora se mostraban reacios a hacerlo.

Mientras que el uso de los gimnasios de las escuelas como alojamientos de emergencia es cada vez más impopular entre la población.

"Nuestras capacidades se han agotado", expresó. "Estamos entre la espada y la pared".

A esto se suma el hecho de que muchos refugiados, una vez alejados de las zonas de guerra, han tenido problemas para adaptarse a una vida en un país diferente, perseguidos por el trauma del conflicto y echando de menos a las personas que dejaron atrás.

"Los refugiados de Ucrania están deseosos de trabajar en sus países de acogida, pero necesitan apoyo adicional para hacerlo y para garantizar su inclusión en las comunidades donde se encuentran", advirtió Acnur en septiembre.

Entre tanto, los expertos de la ONU en derechos humanos expresaron en octubre su profunda preocupación por el hecho de que "mujeres, niños, ancianos y discapacitados se encuentren en situaciones de extrema vulnerabilidad".

Ahora, Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y coordinador de ayuda de emergencia de la ONU, dijo que "casi un año después, la guerra sigue causando muertes, destrucción y desplazamientos a diario, y a una escala asombrosa".

Razón por la que Filippo Grandi, alto comisionado de Acnur, pidió a los líderes de la Unión Europea en febrero de 2023 que "reafirmen la solidaridad y el apoyo a todos los refugiados".

Armas que utilizan y países que las suministran

Uno de los mayores cambios desde el comienzo de la guerra es el armamento utilizado y quién lo suministra.

Rusia es el segundo mayor exportador de armas del mundo y al comienzo de la guerra su ejército parecía, sobre el papel, mucho más poderoso que el de Ucrania. Pero un año después, más de 30 países han suministrado material militar a Kyiv.

"Vladimir Putin esperaba que hubiera habido una aceptación pasiva por parte de Ucrania frente a las acciones de su vecino más poderoso, sin una implicación significativa de otros países", declaró a la BBC la doctora Barbara Zanchetta, del departamento de Estudios de Guerra del King's College de Londres.

"Este grave error de cálculo condujo a un conflicto prolongado, aparentemente sin final a la vista", agregó.

Miles de armas Nlaw, diseñadas para destruir tanques de un solo disparo, fueron suministradas a Ucrania a medida que aumentaban las tensiones con Rusia. Y el acceso a ellas se consideró clave para detener el avance ruso sobre Kyiv en los primeros días de la invasión.

Desde entonces, gran parte de los combates se han librado en el este del país, donde Ucrania ha ganado terreno gracias al uso de armas de largo alcance.

Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia han suministrado obuses M777 y potentes sistemas lanzamisiles como el M142 HIMARS.

Según informes de funcionarios estadounidenses (que Moscú y Pyongyang han desmentido), Rusia se ha visto obligada a depender de países como Corea del Norte para abastecerse, comprando millones de proyectiles de artillería y misiles para utilizarlos en la guerra, a medida que las sanciones de los países occidentales empezaban a hacer mella.

El mejor acceso de Ucrania a armas precisas de largo alcance se ha considerado clave para el éxito de sus avances en el este y el sur. Y los avanzados sistemas occidentales también han sido fundamentales para reforzar las defensas de Ucrania contra los ataques aéreos rusos.

Desde el comienzo del conflicto, Ucrania había estado utilizando baterías de misiles tierra-aire de la era soviética, como las S-300. Pero estas se han complementado con una serie de armas occidentales, como el NASAMS (Sistema Nacional Avanzado de Misiles Tierra-Aire) de Estados Unidos y los SLM IRIS-T de Alemania, así como sistemas más pequeños de uso portátil como el Starstreak de Reino Unido.

En diciembre, Washington anunció el envío del sistema avanzado de misiles Patriot, al que siguieron Alemania y los Países Bajos. Dependiendo del tipo de misil utilizado, tiene un alcance de hasta 100 km.

Pero hay otras áreas en las que Ucrania se ha visto frustrada por la poca rapidez con la que se le han enviado armas.

Mientras que al principio de la guerra recibió vehículos de combate de infantería como los Strykers y Bradleys, sus aliados y los países que lo apoyan tardaron mucho más en aceptar el suministro de tanques.

Algo que no ocurrió hasta enero de este año cuando una coalición de países acordó enviar estos vehículos blindados pesados: Reino Unido donó primero los Challenger 2, Estados Unidos los M1 Abrams y Alemania los Leopard 2.

La decisión de Berlín podría ser clave, ya que podría permitir a muchos otros usuarios de los Leopard de fabricación alemana, como Polonia, suministrar también parte sus tanques.

Ben Barry, investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (ISS), declaró a la BBC que los tanques occidentales marcarán la diferencia, pero el exbrigadier del ejército británico advirtió de que es poco probable que las promesas realizadas hasta ahora resulten decisivas, y añadió que la historia demuestra que los tanques por sí solos no ganan batallas.

La respuesta del Kremlin no se hizo esperar y su portavoz, Dmitry Peskov, advirtió de que nuevos suministros de armamento occidental "conducen a una escalada significativa" y a que otros países "se impliquen directamente en el conflicto".

Este temor a que aumenten las tensiones es lo que ha impedido a los aliados y partidarios de Ucrania suministrarle aviones de combate, a pesar de las peticiones cada vez más insistentes de Kyiv.

Los drones también han tenido un papel destacado en el conflicto, y muchos de ellos se utilizaron al principio de la guerra para la vigilancia y la selección de objetivos.

Por un lado, el contratista de defensa turco Baykar ha vendido -e incluso donado- algunos de sus apreciados TB2 para sustituir a los que Ucrania ha perdido en los combates desde el comienzo del conflicto.

Por el otro, Rusia ha utilizado en los últimos meses un gran número de drones kamikaze (junto con misiles de crucero) para atacar ciudades y centrales eléctricas ucranianas.

Irán reconoció que suministró drones a Moscú antes de que comenzara la guerra, pero se cree que le ha dado cientos más en secreto durante el conflicto.

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