Eyvi Ágreda, de 22 años, iba el martes en la noche en un autobús del transporte público de Lima camino a su casa, pero acabó en un hospital.

Un sujeto encapuchado se subió al vehículo, que iba por Miraflores, un distrito acomodado de la capital peruana. Roció con gasolina a Ágreda y le prendió fuego.

La joven, nacida en la sierra norte de Perú, quedó con el 60% de su cuerpo quemado y necesitará 10 cirugías para restablecerse, según los médicos que la atienden.

Otras seis personas quedaron heridas por la agresión, de acuerdo al Ministerio de la Mujer de Perú (MIMP).

La policía detuvo el miércoles a Carlos Javier Hualpa Vacas, de 36 años, excompañero de trabajo de Ágreda, que confesó haber cometido el ataque.

Según medios peruanos, la policía maneja la hipótesis de que el móvil fue que la mujer no había aceptado iniciar una relación sentimental con él.

Intento de feminicidio

Aunque la víctima le había contado a su familia que un excompañero de trabajo la estaba acosando y siguiendo desde hacía meses, la joven no había denunciado los hechos a las autoridades.

Después de la agresión, las investigaciones de la policía apuntaron a Carlos Javier Hualpa Vacas como principal sospechoso.

Los agentes se basaron en descripciones de testigos, testimonios de la familia de la víctima y en conversaciones por WhatsApp con Hualpa, para detenerlo, según el diario peruano El Comercio.

Cuando llegaron a la casa del sujeto, vieron que tenía una quemadura en el brazo izquierdo.

Al inicio, el sospechoso negó haber cometido el crimen, pero cayó en contradicciones al declarar a la policía.

Finalmente la tarde del jueves confesó el delito.

El MIMP denunció a Hualpa por intento de feminicidio y por las lesiones causadas a otros seis pasajeros.

Este caso de violencia contra la mujer es solo uno de los miles que ocurren en Perú cada año.


Casi 7 de cada 10 mujeres han sido víctimas de agresiones psicológicas, físicas o sexuales en el país, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Solo en los tres primeros meses de 2018, el MIMP atendió cerca de 29.200 casos de violencia familiar o sexual en todo Perú.

Además, la Defensoría del Pueblo peruana asegura que en este mismo periodo registró 32 feminicidios y 82 intentos, más que los ocurridos en 2017.

Pero el caso de Eyvi es uno de los que más conmoción ha generado en los últimos años, por varias razones.

"Sensación de impunidad"

"Lo que resalta en este caso es una sensación de impunidad del agresor para cometer el acto", le dijo a BBC Mundo Wilson Hernández, investigador de temas de violencia contra la mujer de la Universidad de Lima.

Esta percepción se debe a que el sujeto actuó dentro de un autobús de transporte público, es decir, en un vehículo que suele ir lleno de gente, y en Miraflores, un distrito acomodado de Lima, "en el que no se espera que pasen estas cosas", añade Hernández.

El especialista cree que el delito va a ser recordado por la forma en que fue cometido (con gasolina y fuego) y por la planificación.

Pero le preocupa que se recuerde "de manera sensacionalista y no para tomar medidas", para atender las denuncias de las víctimas y protegerlas.

Otra razón por la que este caso es diferente es que en otras ocasiones, los agresores suelen ser parejas o exparejas de la víctima.

En cambio en esta historia el sospechoso era solo un excompañero de trabajo de Ágreda, señaló Eliana Revollar, adjunta para los Derechos de la Mujer en la Defensoría del Pueblo, a BBC Mundo.

"Pero tenía una obsesión con ella", lamenta.

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