El grupo de Facebook Culpeper County 2A (condado de Culpeper 2A) tenía cinco reglas.
La regla número uno era: "Ocúpate: sigue el Plan de Acción y toma las medidas necesarias para proteger tus derechos. Compartir memes no es suficiente. Necesitamos acciones coordinadas".
La regla número dos era: "No te des por vencido, estamos en la pelea de nuestras vidas. Actúa en consecuencia. Nunca te rindas".
En algún punto a finales de enero pasado, las reglas cambiaron y la número dos se convirtió en "No racismo". Pero el objetivo fundamental se mantenía: Culpeper County 2A (lo de 2ª se refiere a la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos) fue creado con el objetivo de hacer frente a las leyes de control de armas que estaban bajo estudio en la legislatura del estado de Virginia.
Grupos similares están surgiendo por todas partes del estado. Decenas de pueblos y condados están aprobando resoluciones en las que se declaran como "santuarios de la Segunda Enmienda", un término que hace alegoría al de "ciudades santuario", creado hace varios años por el movimiento proinmigración.
Las resoluciones cambian de condado en condado, pero en líneas generales todas declaran su apoyo a la Segunda Enmienda y tachan de inválidas las leyes de control de armas propuestas en el estado.
En noviembre del año pasado, el Partido Demócrata obtuvo las mayorías tanto de la Cámara de Representantes como del Senado de Virginia por primera vez en 24 años.
Inmediatamente propusieron un conjunto de medidas de control de armas desde la aplicación de estudios de antecedentes para las compras de armamento hasta la limitación sobre los sistemas de almacenamiento de municiones de gran capacidad.
Estas propuestas no fueron sorpresivas. Los candidatos demócratas las habían prometido durante la campaña en respuesta a un creciente clamor por parte de la población que comenzó tras la muerte de 32 personas en un tiroteo masivo ocurrido en la universidad Virginia Tech en 2007 y que el año pasado retomó fuerza cuando 12 personas fueron masacradas por un trabajador municipal en Virginia Beach.
Tras ganar las elecciones, los demócratas convirtieron sus propuestas en proyectos de ley. Semanas más tarde, comenzó la reacción en su contra.
Casi 200 municipios de Virginia han aprobado resoluciones declarándose santuarios de la Segunda Enmienda, convirtiendo nuevamente a la antigua capital de la Confederación en una suerte de frente. El motor detrás de la resolución en el condado de Culpeper fue Patrick Heelen, un abogado local que fundó el grupo Culpeper County 2A.
Heelen asegura que prefiere usar el término de "condado constitucional", porque cree que los padres fundadores tenían la intención de garantizar derechos de porte de arma absolutos a la población a perpetuidad.
"Todos los ojos están puestos en Virginia. Estados Unidos observa lo que hacemos, cómo nos comportamos. Estados Unidos mira hasta qué punto nos van a llevar. Estados Unidos presta atención para ver si vamos a defender nuestra postura", dice.
Al preguntarle cuán lejos irían él y los miembros del grupo de Facebook para defender sus armas, responde: "estamos comprometidos".
Durante la primera reunión realizada en la Junta de Supervisores en Culpeper, en un frío martes de diciembre, acudió tanta gente que el salón con capacidad para 180 personas se desbordó y había gente llenando el pasillo hasta llegar al estacionamiento. Era una situación inusual.
"He estado en la Junta de Supervisores durante 38 años y esta es la mayor muchedumbre que he visto. Es el tema más candente que he visto en todo este tiempo", dijo Bill Chase, el subdirector.
Muchos asistentes llevaban pegatinas brillantes de color naranja que decían "las armas salvan vidas" y que se están volviendo comunes en muchas partes del estado.
Chase presentó la resolución y fue recibido con una ronda de aplausos. Luego invitó a hablar al comisario Scott Jenkins, quien es el funcionario más antiguo del condado.
Jenkins citó la Constitución, al padre fundador de Virginia, Richard Henry Lee, y dijo que era una "locura" la idea de limitar el uso de sistemas de almacenamiento de municiones de gran capacidad.
Agregó que, de hecho, el derecho a portar armas no proviene de la Segunda Enmienda sino de Dios.
Además anunció de forma inesperada que nombraría como comisario adjunto a quien él quisiera y que le otorgaría los amplios derechos de porte de arma que corresponden a ese cargo, lo que le permitiría ignorar las nuevas normas de control de armamento.
"Mi declaración fue que simplemente decidiría juramentar a centenares o incluso a miles de nuestros ciudadanos como comisarios adjuntos, de ser necesario, para permitirles que porten armas y poder así rechazar los excesos (regulatorios) de nuestro gobierno", dijo cuando se le pidió que explicara su propuesta.
Agregó que Virginia ya tiene montones de leyes que no se aplican. "Tenemos leyes que prohíben escupir en las aceras. No recuerdo que un funcionario las haya aplicado desde que estoy trabajando", agregó.
Algunos podrían considerar que las leyes de control de armas discutidas en el Parlamento de Virginia tienen que ver con temas más graves como reducir el acceso al tipo de rifles de alto poder que han sido usados en tiroteos masivos devastadores o hacer más fácil retirar las armas de las manos de aquellas personas que experimentan una crisis de salud mental.
Pero Jenkins señaló que si esas leyes eran aprobadas en las próximas semanas, iban a colocarse en su lista de prioridades en algún lugar cercano a las normas que prohíben escupir en las aceras.
Luego del discurso de Jenkins en la Junta de Supervisores, varios residentes hablaron a favor de la resolución y se fijó una nueva reunión para esa misma tarde. Cuando esta empezó, una persona se levantó para hablar en contra de la resolución.
Uzziah Harris, un joven afroestadounidense, le dijo a la multitud que el contexto de la Segunda Enmienda era claro en que "permitía el derecho a tener y portar armas con el fin de mantener una milicia en tiempos de emergencia".
"En la actualidad no hay una emergencia nacional, ni los militares necesitan complementos", apuntó.
Harris, un profesor de inglés de bachillerato, mencionó los cigarrillos, el alcohol, la marihuana, los autos y el internet como objetos que generalmente regulados de forma aceptable. "¿Entonces, cuál es el problema con la regulación de las armas de fuego?", preguntó.
Al final de la reunión, la Junta de Supervisores votó de forma unánime por aprobar la resolución.
Harris tiene un conocimiento detallado de partes de las Constitución y puede citar de memoria la Segunda Enmienda, analizando su contenido mientras lo hace. Como otros en Culpeper que se oponen a este movimiento, él asegura que apoya la Segunda Enmienda "de todo corazón".
"Pero hay límites que pueden y que deben aplicarse sobre la posesión de armas de fuego. Deberíamos tener revisiones de antecedentes, deberíamos asegurarnos de que la gente tiene la capacidad mental para ser propietaria de armas. Una cosa es cazar, otra cosa es proteger a nuestras familias, pero este flujo de armas militares, con municiones ilimitadas ¿cuán útil es para ir de caza?, ¿cuán necesarios para proteger a nuestras familias?", señala.
No obstante, los promotores del movimiento de santuarios suelen desechar la caza o la protección de las familias como razones para defender el derecho a las armas. Ellos son muy claros: el derecho a portar armas se trata de poder defenderse de un "gobierno tiránico", una noción que data de la época de los fundadores de la Nación.
"El tema es que no importa lo que tengas almacenado, ¿qué oportunidad tienes de enfrentar a los militares de EE.UU. en este momento?, ¿cuáles son tus opciones frente a sus drones?", cuestiona Harris.
El sábado después de la reunión de la Junta de Supervisores, hubo una manifestación organizada por Culpeper County 2A y el Comité Republicano local, al que acudieron unas 500 personas.
Pero ese encuentro era solamente un calentamiento para un evento mucho mayor: el mitin anual que se realiza en Richmond, la capital del estado, donde se esperaba que hasta 50.000 personas acudieran cargando armas para protestar en contra de las leyes de control de armas promovidas por los demócratas.
El acto estaba previsto para el 20 de enero. Durante el fin de semana, llegaron a Virginia personas de estados cercanos pero también lejanos como Texas y California.
El presidente Trump comentó el sábado en Twitter: "Su Segunda Enmienda está bajo un grave ataque en la Gran Comunidad de Virginia. Eso es lo que pasa cuando votas por los demócratas, ellos te quitan tus armas".
La noche del domingo antes del mitin, varios grupos de milicianos se reunieron a cenar en un lugar a unos 40 kilómetros a las afueras de Richmond. Christian Yingling, el comandante de la Pennsylvania Lightfoot Militia, ayudó a organizar la cena. "Hemos buscado reunir a un grupo de respetadas milicias para apoyar al pueblo de Virginia", dijo.
La mayor parte de los asistentes a la cena eran hombres y casi todos blancos. Había grupos ubicados tanto a la izquierda como a la derecha del espectro político, unidos en la defensa del derecho a las armas.
La Liga de Defensa de los Ciudadanos de Virginia (VCDL, por sus siglas en inglés), grupo que había organizado el mitin, encabezó la reunión.
De acuerdo con su presidente, Philip Van Cleave, la membresía del VCDL se triplicó tras el triunfo de los demócratas en las elecciones legislativas de 2018. Pasaron de 8.000 a 24.000 miembros y ahora son el motor detrás del movimiento de santuarios en Virginia.
Greg Trojan, uno de los fundadores del VCDL, dio un discurso atacando a Michael Bloomberg, el exalcalde de Nueva York y precandidato presidencial demócrata, por haber financiado campañas de control de armas.
Los nombres de Bloomberg y de George Soros, el financista judío habitualmente señalado por las teorías conspirativas de derecha, fueron mencionados varias veces. Existe la percepción de que los grandes donantes del Partido Demócrata compraron la elección y están imponiendo sobre el estado un control de armas no deseado, permitiendo que las ciudades densamente pobladas dicten las leyes impuestas sobre las zonas rurales y conservadoras del estado.
Los videos promocionales de VCDL alertan de que la inmigración impulsada por los demócratas esta cambiando la cultura en Virginia.
El movimiento de santuarios es la respuesta conservadora: una campaña de presión dirigida desde Richmond y respaldada por un montón de armas.
"Tenemos gente que ganó sus bancadas por uno o dos puntos porcentuales y ahora están fijando su atención en esto", dijo Trojan durante la reunión, señalando los santuarios en el mapa.
Pero, a diferencia del movimiento de ciudades santuario -que ha visto a los estados oponerse a las rigurosas normas migratorias impulsadas por el gobierno de Donald Trump-, las resoluciones de estos condados santuarios no tienen fuerza legal.
"Son proclamas simbólicas", le dijo a la BBC Richard Schragger, profesor de leyes de la Universidad de Virginia.
"Los condados no tienen autoridad suficiente para crear santuarios. La ley estatal aplica de igual manera para la gente dentro del condado santuario que para los están afuera del mismo", añadió.
En Pensilvania, el capítulo local de la Asociación de Dueños de Armas en EE.UU. (GOA, por sus siglas en inglés) está intentando crear ordenanzas en vez de resoluciones, porque tienen algún peso legal.
"Es la misma diferencia entre salir con alguien y casarse con alguien", le dijo a la BBC Mary Luna, miembro de GOA.
La primera de estas ordenanzas se aprobó hace algunas semanas en el condado de Buffalo Township y establece que ningún funcionario del municipio "participará de ninguna manera en cualquier acto ilegal, como se define en este documento, relacionado con las armas de fuego".
Y la definición de acto ilegal es la de "cualquier ley federal o estatal que restrinja el derecho constitucional de un individuo a mantener y portar armas". En otras palabras, en Buffalo Township pronto podría ser ilegal cumplir la ley.
El pasado 20 de enero, cerca de 22.000 personas que apoyan la segunda enmienda se reunieron en el centro de Richmond. Unos 6.000 de ellos hacían fila para ingresar a un lugar cercado junto al edificio del Capitolio.
Las armas habían sido prohibidas dentro de ese recinto, pero las calles alrededor del Capitolio estaban repletas de ellas.
Se podían ver pequeños revólveres calibre 38 discretamente calzados en los cinturones de muchos, mientras que otros portaban fusiles AR-15 de asalto cruzados en el pecho. Había también clásicos rifles de caza y hasta dos rifles de calibre 50, como los de los francotiradores. Y el espectáculo se repetía calle por calle.
A pesar del evidente despliegue de un arsenal considerable, había un clima de calma.
"Cuando las personas están rodeadas de tantas armas, tienden a ser respetuosos", dijo Yingling.
Él y sus compañeros de milicia hacían parodias de ejercicios militares, pero la mayoría de los presentes se limitaba a gritar "¡USA!", "¡USA!"
John McGuire, un delegado republicano en el congreso de Virginia, le dijo a la multitud: "El mal existe. Y cuando alguien viene a tumbar tu puerta, si tienes un arma, vas a sentirte tranquilo por tenerla. Pero si no la tienes, vas a desear tener un arma".
Al final del día, los organizadores señalaron el carácter pacífico de la marcha. Los medios locales registraron lo mismo. Ninguna de las armas que se mostraron en el centro de Richmond fue disparada.
Pero era difícil ignorar el potencial de violencia que había en las calles. La movilización tenía la intención de mostrar su fuerza, y lo consiguió con creces. Una bandera enorme tenía un dibujo de un rifle con una leyenda impresa que decía "Ven y tómalo".
La mayoría de los manifestantes llevaban la placa de VCDL de santuario de la segunda enmienda. Y algunos decían que si para defender sus armas de las nuevas leyes había que dispararlas, ellos no dudaría un instante en hacerlo.
Un resultado inevitable de semejante muestra de poder es la intimidación.
La Coalición para Detener la Violencia con Armas tuvo que cancelar su vigilia anual en Richmond debido a las evidentes preocupaciones por la seguridad de sus miembros, sobre todo porque muchos de sus voluntarios y organizadores son sobrevivientes de ataques con armas de fuego.
Así, el VCDL capitalizó el alto perfil que tuvo el evento de Richmond para promover el movimiento de las ciudades santuario. Al lunes siguiente subieron un video de la movilización con una voz en off que decía que los inmigrantes estaban amenazando la cultura de armas de Virginia.
"Como habitantes del estado de Virginia vemos erosionado nuestro derecho a la segunda enmienda, así que muchos están considerando alternativas que antes eran inimaginables. Las personas en Virginia deben hacerse la más importante de las preguntas: ¿qué sigue ahora?", dijo el vocero de la organización.
Un mes después de que la resolución sobre la segunda enmienda fue aprobada en el condado de Culpeper, se realizó una reunión allí.
Y solo se escuchó una voz disidente: la de Rich y Jacki Kaiser. Para ellos esto es algo más que política.
"Solo queremos que nuestras voces se escuchen y que el momento no pase sin que nosotros hablemos", explicaron en un comunicado conjunto.
Rich Kaiser tiene sordera parcial debido a que estuvo demasiado cerca de la artillería pesada durante la Guerra de Vietnam. Y a diferencia de muchos de los que portaban armas durante la manifestación en Richmond, él sí ha visto lo que un rifle de asalto le puede hacer al cuerpo.
"Estar en Vietnam me dio una idea de lo que esas armas pueden hacer y, cuando regresé a Estados Unidos, comprendí que no había necesidad de tener armas acá. No necesitamos la misma mentalidad en casa que la que tuvimos durante la guerra", explicó.
Por su parte, Jacki tiene sus razones para apoyar el control a la portación de armas: ella trabaja como voluntaria con un grupo de mujeres que han sido víctimas de violencia doméstica.
"Se trata de una amenaza real, que pueden ser asesinadas con una pistola, y es un problema que afecta principalmente a las mujeres. Entonces, cualquier cosa que salve la vida de alguien o haga la vida mejor para sus hijos me importa. Porque lo sé, porque yo podría ser una de ellas. Podría estar en sus zapatos".
En la reunión de Culpeper, Rich y Jacki se sentaron junto a otros con pistolas enfundadas en sus cinturas. No pasaron miedo, según dijeron, pero sí se sintieron intimidados.
Hay una corriente subyacente de violencia que atraviesa el movimiento de los santuarios. A veces es sutil, pero otras veces es evidente: un invitado a la cena de la milicia en Richmond, que no quiso ser identificado, dijo que las autoridades eran bienvenidas a tomar sus armas pero que "les darían bala primero".
Aparentemente este es un estribillo común entre quienes apoyan la corriente de los santuarios de la segunda enmienda.
La mayoría de quienes hablaron en la reunión reconocieron que las resoluciones eran esencialmente simbólicas. Pocos afirmaron que cumplirían las nuevas leyes de control de armas, si se aprobaban. Algunos dijeron directamente que, si perdían la batalla legal, entonces el árbitro final serían sus armas de fuego.
"Creo que lo que se verá a continuación es un nivel masivo de incumplimiento", dijo Yingling, el líder de la milicia de Pensilvania. "Y si quieren dar un paso más allá y realmente confiscar armas, hay una muy alta probabilidad de que veamos una rebelión armada en este país".
A la pregunta de si se veía en la primera línea de fuego, respondió sin dubitaciones. "Sí, absolutamente".