Pocos habrán escuchado hablar de los mares de Sulú y Célebes, que comprenden aguas oceánicas comunes a Indonesia, Filipinas y el estado oriental de Sabah, en Malasia.
Pero este estrecho de mar en el Sureste Asiático bien podría ser una de las regiones más riesgosas para el mundo marítimo.
Aunque la piratería y los asaltos en altamar han disminuido en el mundo, desde marzo de 2016 se ha registrado una oleada de incidentes de secuestros extorsivos en esas aguas y frente a la costa oriental de Sabah.
Swee Lean Collin Koh, experto en defensa marítima internacional, lo explica.
Hubo una época en que las dramáticas noticias de piratas y secuestradores operando alrededor de las costas de Somalia dominaron los titulares mundiales.
En 2011, durante el período más crítico, un total de 237 incidentes se reportaron en esa área. A pesar de un reciente ataque contra un buque cisterna de Comoras, la piratería frente al Cuerno de África ha disminuido significativamente.
No así en los mares de Sulú y Célebes, donde el número de ataques contradice esta tendencia.
Los ataques han sido atribuidos principalmente al grupo extremista Abu Sayyaf, del sur de Filipinas, aunque algunos parecen ser obra de bandas criminales.
Lo más preocupante es cómo está evolucionando su modus operandi.
Al comienzo, sus blancos eran embarcaciones lentas y fáciles de abordar, como los remolcadores y barcazas cargados de carbón que típicamente navegan desde Indonesia al sur de Filipinas y barcos de pesca de arrastre.
Desde entonces, sin embargo, se han vuelto más atrevidos, intentando abordar naves más grandes en la región.
Una de estas fue un carguero de alta capacidad de bandera surcoreana que fue atacado frente a las costas del sur de Filipinas, en octubre de 2016.
Indonesia, Malasia y Filipinas han sostenido varias reuniones de alto nivel y emitieron comunicados conjuntos con miras a crear lo que llamaron el Acuerdo de Cooperación Trilateral (TCA, por sus siglas en inglés).
En mayo de 2016, los ministros de Exteriores de los tres países acordaron un plan de acción de cuatro objetivos, pero éste no ha progresado tan rápido como se esperaba, aunque ya existe un plan modelo de patrullas conjuntas en el estrecho de Malaca.
Yakarta inició la nueva propuesta y ha presionado con ahínco por la implementación del TCA, dado que muchas de las víctimas del secuestro extorsivo han sido indonesios.
Pero la frustración del gobierno de Indonesia ante el lento progreso ha resultado en una moratoria de sus envíos de carbón a Filipinas, que será extendida "hasta que haya una garantía de seguridad por parte del gobierno de Filipinas".
Después de eso, los dos países forjaron un acuerdo -basado en el tratado limítrofe de 1975- que permite a las fuerzas indonesias ir en "persecución" dentro de territorio filipino.
En subsiguientes declaraciones conjuntas, ambos han acordado seguir explorando medidas como patrullas coordinadas y el establecimiento de un corredor de navegación segura en los mares de Sulú y Célebes.
La creciente amenaza planteada por el autodenominado Estado Islámico aceleró varias medidas entre los tres países incluyendo, particularmente, un acuerdo para establecer puestos de comando en Bongao en Filipinas, Tawau en Malasia y Tarakan en Indonesia.
Se aplicaron medidas de emergencia mientras las tres naciones trabajaban con sus instituciones internas en un acuerdo. Por ejemplo, Yakara y Manila formalizaron la realización de dos patrullajes coordinados al año.
Tras una ola de ataques, el año pasado, contra pesqueros registrados en el este de Malasia con tripulaciones indonesias, Yakarta exigió garantías de las autoridades locales en Sabah respecto a la seguridad de unos 6.000 tripulantes indonesios que trabajan en pesqueros en aguas malasias.
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, también intervino, manifestando una aparente frustración por el lento progreso del TCA cuando dijo "Malasia, Indonesia y Filipinas tiene que abordar esto de una vez por todas y producir una solución".
"Necesitamos... hablar seriamente sobre esto y frenarlo porque, de alguna manera, ha paralizado el mercado y comercio en esa región", añadió.
Los navieros internacionales se han mantenido alejados de la región autónoma musulmana de Mindanao por los ataques, cortando a esa región de una muy necesitada inversión extranjera.
En diciembre, las fuerzas de seguridad de Malasia sostuvieron el primer enfrentamiento con piratas filipinos armados en las aguas frente a Semporna, matando a tres de ellos y capturando a otros tantos.
La acción parece haber surtido efecto. Ese mismo mes, Kuala Lumpur reveló que se encontraba en conversaciones finales con Yakarta y Manila para implementar el TCA.
Pero una nueva serie de ataques este año -contra una embarcación registrada en Sabah y otra registrada en Vietnam- resaltaron la necesidad urgente de ir más allá de las palabras.
Manila ha solicitado a China y Estados Unidos que contribuyan a la seguridad marítima en aguas internacionales de la región. Y, en marzo, Indonesia, Malasia y Filipinas finalmente acordaron patrullar el propuesto corredor de tránsito. Los navieros podrían, finalmente, suspirar de alivio.
Sin embargo, llevar a cabo con éxito esta infraestructura trilateral de seguridad marítima requerirá que los tres gobiernos mantengan sus compromisos, incluyendo poner a un lado sus diferencias políticas.
Por ejemplo, el desacuerdo entre Kuala Lumpur y Manila respecto a la soberanía de Sabah. El presidente Duterte ha insistido en que su gobierno "mantendrá firme nuestro reclamo".
Si el TCA tiene éxito, Indonesia, Malasia y Filipinas no sólo comprobarán a la comunidad internacional que los mares de Sulú Célebes no son una "nueva Somalia", sino que también demostrarán su capacidad de hacer de lado sus preocupaciones políticas y diplomáticas en aras de enfrentar una amenaza común.
Swee Lean Collin Koh es investigador del Programa de Seguridad Marítima del Instituto de Defensa y Estudios Estratégicos, parte de la Escuela de Estudios Internacionales S Rajaratnam, Universidad Tecnológica de Nanyang, con base en in Singapur.