Emmanuel Macron acaba de convertirse en el francés más retuiteado de la historia.
En menos de 24 horas, el mensaje de desafío del presidente francés a su homólogo estadounidense Donald Trump -"Hagamos a nuestro planeta grande otra vez"- fue compartido más de 140.000 veces.
Eso le bastó para superar con facilidad al anterior dueño del récord, el polémico presentador de televisión Cyril Hanouna.
Y una quinta parte de los retuits se produjo en Estados Unidos.
Una prueba más de que lo que ocurrió el jueves en el Palacio del Eliseo fue una clase magistral en comunicación de masas.
Al responder por TV a la decisión de Trump de retirar a EE.UU. del Acuerdo de París sobre cambio climático, Macron no sólo se atrevió a romper una vieja regla no escrita según la cual los presidentes franceses nunca hablan en inglés en público.
También tuvo el descaro de subvertir el eslogan personal del mandatario estadounidense.
"Hagamos a nuestro planeta grande otra vez" fue una provocación disfrazada de llamado a la virtud. Como consigna para los creyentes es además irresistible.
Y al tuitear el mensaje Macron dio un paso más en el camino hacia su investidura como esa figura largamente esperada: el anti Trump.
Club de admiradores
El presidente francés tiene un club de admiradores que no para de crecer en Francia, EE.UU. y por todo el mundo, entre la gente que lo ve como el polo opuesto, la antítesis perfecta, de su contraparte en la Casa Blanca.
Gente a la que le encanta que, con la llegada de Macron, el orden existente parezca haberse puesto patas arriba.
Francia era el país que acostumbraba parecer viejo, introspectivo, incapaz de reinventarse, mientras que EE.UU. era la tierra de la juventud, la energía y el liderazgo.
Pero la caricatura actual es muy diferente.
Y a los admiradores de Macron les encanta que el joven presidente francés se haya atrevido a enfrentarse al temido apretón de manos de Trump durante su encuentro en Bruselas.
¡Por fin! -pensaron- tenemos un paladín con el coraje y la convicción para retar el orden "Trumpista".
Rol inesperado
Macron, sin embargo, difícilmente lo planeó así. Cuando empezó a considerar su candidatura a la presidencia, las posibilidades de un Trump en la Casa Blanca parecían demasiado ridículas para ser consideradas.
Pero, por el momento, las estrellas parecen estar alineadas en favor del niño prodigio de la política francesa.
Así como las puertas de la política doméstica parecen abrirse milagrosamente para el presidente Macron, los cambios en el balance de poder e ideologías evidentes en el plano internacional también parecen trabajar a su favor. Al menos por el momento.
El giro hacia el proteccionismo y nacionalismo ejemplificado por los EE.UU. de Trump ha creado un claro espacio de liderazgo para alguien que se atreva a ondear la otra bandera.
Y por virtud de la providencia o no, Macron ha llegado al poder justo cuando empieza a haber una reacción contra la ola populista de los últimos años. Y está increíblemente bien posicionado para cosechar los beneficios.
Con su perpetua costumbre de predicar sobre ideas y moralidad, Francia también tiene una prodigiosa capacidad para irritar a otros. Y tal vez no pase mucho tiempo antes de que Macron pierda el toque mágico y el mundo empiece a desear que alguien le de una sopa de su propio chocolate.
Pero, por el momento, con Trump en la Casa Blanca, la sermonería francesa no parece generar tantas críticas como antes.
Tener a un individuo encantador y altamente citable como presidente, seguramente ayuda.