El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido constante en algo durante las más de dos semanas que han pasado desde las elecciones: afirmar sin mostrar pruebas que la votación fue amañada en su contra.

Pese a que su rival demócrata, Joe Biden, se aseguró desde el sábado 7 suficientes votos electorales para sucederlo en el cargo, Trump se ha negado a seguir la tradición de reconocer públicamente esa victoria.

Con la excepción de un par de apariciones públicas y algunas salidas a jugar golf en su club privado de Virginia, el presidente ha permanecido en la Casa Blanca desde la noche de la elección, sin actividades en la agenda oficial.

Pero Trump ha lanzado en este lapso más de 400 tuits o retuits, en su gran mayoría para rechazar los resultados de las elecciones. Lo más cerca que estuvo de admitir tácitamente el triunfo de Biden fue al escribir el domingo: "Él ganó porque?".

Eso sí, de inmediato agregó a esas palabras que "la elección fue amañada" y, un rato después, aclaró en otro tuit: "¡No concedo NADA! Tenemos un largo camino por recorrer".

Distintos expertos descartan que Trump pueda revertir los resultados de la elección mediante sus demandas legales carentes hasta ahora de evidencia de fraude, sobre todo después que un grupo de funcionarios electorales a nivel federal, estatal y local concluyera que la elección fue "las más segura en la historia de Estados Unidos".

Sin embargo, algunos advierten que el actual mandatario puede estar apuntando a otros objetivos menos evidentes.

"Creo que hay una serie de razones por las que Trump se niega a ceder y hace acusaciones falsas de fraude electoral, y entre ellas es muy probable que haya una motivación financiera", le dice a BBC Mundo Brendan Fischer, director de reforma federal en el Centro Legal de Campañas, un grupo sin fines de lucro y apartidista que promueve la transparencia político-electoral.

1. El dinero

La campaña de Trump ha enviado desde las elecciones decenas de mensajes diarios por correo electrónico y teléfono a sus seguidores solicitando dinero para un "fondo de defensa electoral".

Pero Fischer considera improbable que el dinero recaudado se destine a la lucha contra el "fraude", a financiar recuentos de votos o luchas legales, ya que tanto la campaña de Trump como el Comité Nacional Republicano tienen fondos aparte para eso.

Y señala que, en cambio, la mayoría de las donaciones se están volcando a un nuevo comité de acción política que el presidente creó tras la elección, un instrumento recaudador que acepta hasta US$5.000 anuales por donante y tiene "relativamente pocas restricciones sobre cómo se puede usar el dinero" comparado con los fondos de campaña.

"Ahora el dinero (recaudado en nombre de la defensa electoral) se destina principalmente al nuevo comité de acción política de Trump, que puede usarlo para respaldar una carrera política y potencialmente hasta llenar su propio bolsillo después que deje la Casa Blanca", dice Fischer.

El equipo de Trump ha presentado la creación del comité de acción política como algo natural y previsto de antemano.

"El presidente siempre planeó hacer esto, gane o pierda, para poder apoyar a los candidatos y los temas que le preocupan, como combatir el fraude electoral", sostuvo el director de comunicaciones de la campaña de Trump, Tim Murtaugh.

Sin embargo, Susan Del Percio, una estratega política que en la campaña integró un grupo de republicanos opuestos a Trump llamado Proyecto Lincoln, afirmó que el presidente podría usar el dinero recaudado para defenderse de casos legales que eventualmente enfrente en Nueva York cuando deje la Casa Blanca el 20 de enero y pierda la inmunidad del cargo.

"Por esto se niega a admitir la derrota. Cuanto más se demore el presidente, más podrá seguir recaudando dinero", sostuvo Del Percio en un artículo publicado en el sitio web de la cadena NBC News.

2. El poder

Por otro lado, todo indica que Trump aspira a seguir activo en política después de dejar la Casa Blanca.

Y, aunque Biden logró casi seis millones más de votos que él, los 73 millones de sufragios obtenidos por el presidente auguran que mantendrá una influencia clave dentro del Partido Republicano.

Algunos especialistas creen que la negativa de Trump a aceptar la victoria de Biden también busca mantener movilizada su base de votantes, quizás con la idea de volver a postularse en las presidenciales de 2024.

"Sospecho que una gran razón por la que se niega a conceder las elecciones, aunque no hay posibilidad de que un recuento en algún estado anule los resultados, tiene que ver con tratar de ser relevante entre esa facción (de votantes)", dice David Parker, un profesor de ciencia política en la Universidad Estatal de Montana, a BBC Mundo.

Pese a la falta de evidencia de fraude, la mitad (52%) de los republicanos cree que Trump "ganó legítimamente" la elección, según una encuesta de Reuters/Ipsos difundida este miércoles.

Parker advierte que la actitud de Trump puede "socavar la capacidad de Biden para gobernar y presionar a los legisladores republicanos en el Congreso que de otra manera podrían trabajar con Biden, para luego poder postularse en 2024 apuntando a un fracaso del gobierno".

Aunque Trump evite volver a postularse, agrega, podría influir en la elección del candidato republicano.

La estrategia del presidente de denunciar fraude sin pruebas tendrá un examen importante en la segunda vuelta del 5 de enero en Georgia por los dos asientos de ese estado en el Senado.

Si los demócratas le arrebatan esos escaños a los republicanos, los demócratas tendrán mayoría también en la cámara alta del Congreso, además de la baja.

Es imposible saber cuándo Trump aceptará en público el triunfo de Biden.

¿Lo hará después que todos los estados certifiquen sus resultados electorales en las próximas semanas? ¿Quizás cuando el Colegio Electoral elija formalmente al próximo presidente el 14 de diciembre? ¿O evitará reconocerlo indefinidamente?

Lo cierto es que Biden comenzó a aumentar la presión sobre Trump, por ejemplo advirtiendo que la negativa a ayudar a una transición ordenada puede complicar la lucha contra el coronavirus que ya se calcula ha matado más de 250.000 personas en EE.UU.

"Más gente puede morir si no cooperamos", dijo el presidente electo el lunes.

Cuanto más pase el tiempo, más pondrá Trump a prueba además la lealtad de las figuras republicanas que han evitado contradecirlo en público. Y también la de sus votantes.

En este sentido, la apuesta de Trump parece conllevar varios riesgos además de potenciales réditos personales.

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