Con un nivel de participación que no se había visto en décadas para unas elecciones de mitad de período, los votantes en Estados Unidos fueron a las urnas exhortados por una de las retóricas políticas más cáusticas y divisorias en la historia del país.

Fueron interpretadas como un referendo sobre los dos años de gestión del presidente Donald Trump, con unos votantes decididos a obstaculizar a un mandatario que creen que está poniendo en peligro la democracia y otros convencidos en darle continuidad a las políticas de quien ven como un salvador de la nación.

El veredicto final: un país profundamente polarizado.

Las encuestas a boca de urna realizadas por las cadenas de televisión, según el diario The Washington Post, encontraron que casi ocho de cada 10 estadounidenses dijeron creer que el país está más dividido que nunca.

Un análisis de las campañas más reñidas, de los resultados electorales y su composición demográfica revela dónde están las grandes grietas de la sociedad estadounidense.

Rural vs. urbano

Si se observa cómo quedó el mapa de Estados Unidos tras los resultados electorales, se verá una gran concentración de azul (el color de los demócratas) en torno a los grandes centros urbanos en las costas este y oeste del país.

Pero esos puntos azules están interrumpidos por una gran mancha roja (el color republicano) en el interior del país, que corresponde al territorio urbano, el de los agricultores. Tradicional, fundamentalista y conservador.

Quedó plasmado que, de muchas maneras, estas fueron unas elecciones del país rural vs. el país urbano (y suburbano) que confirma las brechas que están surgiendo por todo el país.

La victoria demócrata en la Cámara de Representantes se debió en buena parte, no sólo a su base en las grandes ciudades, sino el los distritos suburbanos de votantes con educación universitaria que antes habían elegido a republicanos.

Analistas interpretan que detrás del cambio está que muchos pudieron haberse sentido incómodos con las políticas y retórica del presidente.

La brecha racial

"El presidente está haciendo algo que nunca antes había visto en mi vida. En lugar de estar uniendo al pueblo estadounidense, nos está tratando de dividir basado en el color de nuestra piel".

Esas fueron algunas de las declaraciones de Bernie Sanders, excandidato a la nominación presidencial demócrata, al aceptar su reelección al Senado por el estado de Vermont.

Las palabras del senador, símbolo del ala progresista del Partido Demócrata (aunque él es independiente), tienen resonancia frente a varias campañas que se llevaron a cabo en un ambiente teñido de racismo.

Dos ejemplos fueron las contiendas las gobernaciones de Florida y Georgia.

En la primera, el demócrata Andrew Gillum fracasó en su intento de ser el primer gobernador negro de ese estado. En la segunda, participaba Stacey Abrams con miras a ser la primera mujer afroestadounidense gobernadora.

Durante su intensa gira en apoyo a los candidato republicanos, el presidente Trump declaró que Gillum "no estaba equipado" para el cargo. Con anterioridad, el presidente había afirmado que Abrams "no está calificada" para ser gobernadora de Georgia.

Las críticas de animosidad racial no se hicieron esperar en las redes sociales.

Más significativas han sido las irregularidades que se denunciaron en los puestos de votación en Georgia, que mayoritariamente afectaron a los afroestadounidenses.

Y las denuncias de obstáculos impuestos por las autoridades electorales -controladas por republicanos- para impedir la participación de las minorías.

El resultado final en Georgia, le da la victoria al republicano Brian Kemp por un estrecho margen, pero Stacey Abrams rehúsa a aceptar la derrota.

Mujeres por un lado, hombres por el otro

Fueron unas elecciones que, una vez más, vieron a los hombres y mujeres dirigirse en direcciones opuestas.

Según una encuesta del The Washington Post, los candidatos demócratas contaron con el apoyo femenino, en especial aquellas con educación universitaria, mientras que los republicanos recibieron el voto de hombres blancos sin títulos universitarios.

La intención de voto de las mujeres era bastante superior a la de los hombres, encontró la encuesta, pero la diferencia se cerró tras la batalla por la confirmación del magistrado conservador Brett Kavannaugh a la Corte Suprema, que fue acusado de abuso sexual.

El columnista de The Washington Post Dan Balz escribió que la lucha por la confirmación generó un amargo enfrentamiento que ayudó a motivar a las filas republicanas para salir a votar por los partidarios del presidente Trump.

Un Congreso dividido

Los demócratas lograron romper el control que los republicanos ostentaban en ambas cámaras del Congreso.

En la Cámara de Representantes,lograron la mayoría, pero en el Senado, incluso perdieron escaños, incrementando la superioridad que los republicanos ya tenían.

Con el control de la cámara baja, los demócratas no descartan exigir que se hagan públicas las declaraciones de renta que hasta ahora Trump ha rehusado dar a conocer.

Además, podrían iniciar una investigación del presidente por sus relaciones con Rusia. Así que no se espera que ambas cámaras trabajen coordinadamente como antes lo hacían.

En sus primeros dos años de gobierno, Trump tuvo sus idas y venidas con un Congreso completamente republicano. A partir de ahora será otra historia.

El ejecutivo contra el legislativo

Tanto la mayoría de representantes demócratas como el presidente tendrán que acostumbrarse a negociar. El presidente decidirá si puede trabajar con ellos.

La demócrata Nancy Pelosi, favorita para ser la nueva presidenta de la Cámara de Representantes, enfatizó: "Hoy se trata más que de demócratas y republicanos. Se trata de la recuperación del sistema de controles que impone la Constitución a la administración Trump".

Con ello, los demócratas tendrán mayor posibilidad de bloquear los planes legislación del presidente, especialmente su declarado gran proyecto de construir un gran muro en la frontera con México.

También han prometido progresar con una agenta que incluye cambios en política, cuidado de salud e inversión en infraestructura. Igualmente tendrán que aprobar el presupuesto.

Todas estas posturas pueden ser negociadas. La gran incógnita es hasta dónde están dispuestos los demócratas a llevar sus intenciones de investigar al presidente y su gobierno.

El enfrentamiento entre el ejecutivo y los legisladores podría provocar mayores fisuras en un país ya profundamente dividido.

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