Cuarenta horas después que estallara el incendio de un gigantesco complejo de tiendas del centro de Lima, cientos de bomberos todavía trabajaban para apagarlo.

Durante los primeros momentos habían visto a dos jóvenes gritar por ayuda desde el techo, agitando los brazos a través de las mismas rendijas por las que se colaba el humo que los asfixiaba.

Luego comenzaron las explosiones. La esperanza de salvarlos se extinguió mucho antes que el fuego.

"Ya estoy resignada. Sólo quiero que saquen a mi hijo de ahí, aunque sé que no me lo entregarán vivo", dijo Bertha Villalobos, acercándose a los periodistas que llegamos al lugar.

Su hijo se llamaba Jorge Luis Huamán, tenía 19 años y los bomberos también lo dan por muerto.

"Me decía por teléfono que no podía salir porque su jefe los había encerrado a todos con candado", cuenta Villalobos.

En medio de su desesperación por escapar, los jóvenes habían logrado enviar varios mensajes y hasta un video en el que tratan de forzar la puerta de manera inútil.

¿Por qué los habían encerrado?

Laberinto de fuego

El incendio se inició el jueves a mediodía y para el viernes en la noche cerca de 400 bomberos seguían combatiéndolo.

"El local mantenía mercadería altamente inflamable en estado inseguro", dijo Mario Casaretto, gerente de Defensa Civil de la Municipalidad de Lima, a BBC Mundo.

La revelación no sorprende.

La galería Nicolini, como se llama el centro comercial, está en una zona conocida como "Las Malvinas" y que se asocia popularmente a la informalidad, desorden y venta de objetos robados.

El edificio incendiado ocupaba casi toda la manzana y contenía cientos de pequeños puestos, en su mayoría dedicados a la venta de pinturas, disolventes, aerosoles y plásticos.

En los pisos superiores funcionaban talleres así como largos laberintos de almacenes que cubrían los pasadizos. Hasta en las ventanas se desplegaban productos inflamables.

"Afuera podía ser de día, pero adentro siempre era de noche", admite a BBC Mundo Elías Calderón, un comerciante que decidió dormir en la calle por si tiene la oportunidad de recuperar algo de su mercadería.

Es poco probable.

El fuego empezó en uno de los pisos intermedios y se expandió con velocidad en todas direcciones.

Sobre el techo del edificio, en un taller no autorizado construido en un contenedor, trabajaba Jorge Luis Huamán.

"Nadie me abre la puerta y el humo está entrando", recuerda Bertha Villalobos que le dijo su hijo al teléfono.

Él no estaba solo.

Explosiones

La televisión peruana registró la desesperación de alguien agitando un tubo de luz para avisar que estaba atrapado en la parte alta.

No se sabe si era Jorge Luis Huamán o Jovi Herrera Alania, un joven de 21 años que acababa de celebrar su primer día del padre con su hija de dos semanas.

Ambas familias creen que Jorge y Jovi estaban encerrados juntos.

Según comunicó Luis Yshii, representante del Ministerio de Justicia de Perú, a la emisora de radio RPP, en total son cuatro las personas desaparecidas.

Incluye a una mujer que trabajaba en un restaurante local y a un menor de 15 años llamado Luis Guzmán Taipe, quien también podría haber estado en el mismo taller.

"No hay una sola norma que este lugar haya respetado. Hasta había áreas con orden de clausura que seguían funcionando", señaló Carlos Basombrío, el ministro del Interior.

Basombrío se refiere a los talleres construidos con contenedores sobre la azotea que, apilados unos sobre otros, aumentaban en tres pisos la altura del edificio.

"Hicimos lo posible para llegar a ellos varias veces, pero no pudimos", dice Alejandro León, comandante de los bomberos de Lima.

Los baldes de pintura y disolvente comenzaron a explotar volando ventanas y acelerando el avance del fuego.

"La vida de los mismos bomberos estaba en riesgo", explica León a BBC Mundo.

El rescate fue imposible.

Encerrados

"¡Cómo se le ocurre a su jefe echarle llave a sus propios trabajadores!", lloró con amargura Bertha Villalobos frente a los periodistas.

Cuando el humo comenzó a colarse por la rendija del contenedor, su hijo Jorge Luis Huamán grabó un video con su celular en el que patea la puerta en un intento de abrirla.

Los golpes fueron inútiles, aunque él no parecía desesperado. Incluso se le escucha bromear con alguien que se presume era Jovi Herrera.

Después los jóvenes empiezan a toser.

"Según los testigos, esos locales hacen contratos a gente muy humilde y la obliga a trabajar encerrada", dice Mario Casaretto, gerente de Defensa Civil.

"La finalidad es que no roben en los trabajos", explica a BBC Mundo.

La madre de Jorge contó que su hijo era ayudante en un almacén de insumos eléctricos y que resultaba normal que lo encerraran durante toda la jornada.

La fiscalía de Perú dispuso que se tomen las declaraciones de Juan Manuel Polar de Rivera y José Enrique López Ramírez, apoderado y gerente respectivamente de la empresa Inversiones JPEG SAC, dueña de los pisos superiores de la galería.

Por su lado, la municipalidad de Lima presentó una denuncia penal contra López Ramírez por negligencia y desobediencia a la autoridad.

Según Luis Yshii, del ministerio de Justicia, si se comprueba el delito de explotación laboral, los responsables pueden recibir entre 25 y 30 años de prisión.

Hasta el momento, el apoderado y el gerente de JPEG SAC están no habidos.

"Por favor, cuiden a mi hija"

La incredulidad de los jóvenes atrapados se convirtió pronto en alarma cuando el humo de las pinturas y los solventes comenzó a inundar la habitación.

"¡Ayúdame tío, ayúdame, por favor!", recuerda Cesar Herrera que le suplicaba su sobrino Jovi Herrera por celular.

"Yo no sabía qué hacer", dice Herrera en entrevista con América Televisión.

Las llamadas y mensajes de Jorge y Jovi a sus familias se sucedieron uno tras otro hasta el momento en que el humo cubrió completamente el techo del edificio.

A las 4 y media de la tarde del jueves, casi cinco horas después de iniciado el fuego, la familia de Jovi Herrera, que acababa de ser padre, recibió el último mensaje del joven.

Decía: "Por favor, cuiden a mi hija, no la dejen. Que mi mamita no llore".

El viernes los bomberos lograron controlar el fuego, pero para extinguirlo completamente necesitarán hasta el domingo.

Solo entonces podrán llegar al último piso y abrir aquella puerta que condenó a Jorge y Jovi.

Publicidad