Gerard Duhart fuma un cigarrillo y camina por encima de una docena de ramas de palmera amontonadas sobre la entrada de su casa. De su casa que ahora no tiene techo.

"He visto el interior, luce horrible", dice.

El momento en que el techo de su residencia en Miami se desprendió como una hoja de papel, dejando una estela de polvillo y aterrizando sobre otras dos casas fue difundido en un video replicado cientos de miles de veces en redes sociales.

Duhart no sabe quién lo grabó. Sí sabe que sintió como si "fuera lo peor que me hubiera pasado en la vida".

"La gente comenzó a llamarme por teléfono para preguntarme si la del video era mi casa. Finalmente lo vi y supe que el techo se había volado", le dijo a BBC Mundo.

La grabación fue difundida luego en más de una veintena de canales de televisión, como una muestra contundente de la fuerza con que el huracán Irma arremetió contra la ciudad de Miami el domingo.

Especialmente en las zonas con el agua cerca, como el barrio de Edgewater, donde vive Duhart, al norte del downtown de Miami.

El mismo barrio en el que, seis cuadras más al norte, colapsó una grúa en un edificio en construcción por los vientos de más de 144 km/h de Irma, uno de los huracanes más fuertes jamás registrados en el océano Atlántico.

Desastre anticipado

Duhart y su esposa sabían que era muy fácil que la calle, desde la que se se asoma el mar al fondo, se inundara. Duhart, de 38 años y padre de tres hijos pequeños, pensó incluso que la estructura de la casa no era tan sólida.

Pero dice que no esperaba que el techo entero se desprendiera.

"Supongo que nunca sabes qué esperar, ¿sabes? Es un huracán".

Para alguien que ahora tendrá que buscar otro sitio dónde vivir, Duhart no suena agobiado. Dice que de todos modos él y su esposa estaban rentando el lugar.

Aunque, por momentos, sus ojos afincados sobre los escombros y los cigarrillos que prende y apaga hacen pensar que nadie está preparado para ver su casa sin techo.

Duhart todavía no puede sacar los muebles hasta tanto los bomberos aseguren que la estructura no está en riesgo de ceder.

"Es irónico. Hace unos días había alquilado un camión de mudanzas y no había podido devolverlo por el huracán. Ahora supongo que le daré buen uso", dice.

Los techos de las dos casas contiguas también sufrieron daños, aunque no tan severos. De todos modos, Duhart habla del tema como si le diera vergüenza que su techo dañara las viviendas de sus vecinos.

Todavía no ha podido hablar con ellos, que también evacuaron, pero dice que espera que puedan "resolverlo y seguir con sus vidas".

Me pide que no lo retrate con mi cámara; más bien, me dice, "tómale fotos a la casa".

"Me amarré dos cinturones"

Eddie González fue uno de los pocos, o quizá el único, que vio con sus propios ojos cómo el techo de la familia Duhart echaba a volar en cuestión de segundos.

Sin camiseta y con las manos levemente temblorosas, revive aquello como quien describe la escena cumbre de su película de acción favorita.

"Entre la una y las dos de la tarde se puso muy fuerte y todo empezó a temblar. La ventana trasera de mi apartamento empezó a hacer un zumbido. Cuando vi, el techo de esa casa estaba volando y los pedazos cayeron sobre dos casas más. Tomé todo, la radio, todo, y me metí en el baño", le dice a BBC Mundo.

Ya en el sanitario, el hombre de 53 años dice que sintió tanto pánico que se amarró con dos cinturones al grifo de la ducha.

"Tenía miedo de salir volando yo también", dice.

González vive desde hace 18 años en el edificio que está justo frente a la casa de los Duhart. Dice que después de presenciar lo que un huracán es capaz de hacer, cuando venga el próximo se irá no solo de Edgewater, sino de todo Florida.

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