Un enfrentamiento con armas nucleares es uno de los peores escenarios que puede plantearse la humanidad.
Por eso, aunque no haya una amenaza inminente de que eso pueda ocurrir, los científicos constantemente estudian la devastación que un conflicto de este tipo causaría para todo el planeta.
En 2019, por ejemplo, una simulación de la Universidad de Princeton mostró que una hipotética guerra nuclear entre Rusia y EE.UU. dejaría 34 millones de muertos en pocas horas.
Ahora, una reciente investigación liderada por la Universidad de Rutgers, en EE.UU., se enfocó en los catastróficos efectos que causarían las armas nucleares en los océanos.
Los resultados son escalofriantes, pero los expertos coinciden en que este tipo de ejercicios académicos pueden ser una forma más de disuadir a los países de que algún día lleguen a utilizar su arsenal nuclear.
Aunque el tema está rodeado de secretismo, se estima que en el mundo hay más de 14.000 armas nucleares, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés).
¿Cuáles fueron los resultados de esta investigación y por qué se centró en los océanos?
En busca de alimentos
Investigaciones anteriores han mostrado que la lluvia radioactiva y el bloqueo de la luz solar que causaría la explosión de armas atómicas reduciría dramáticamente la producción agrícola y la tierra para cultivos, lo cual a su vez causaría una hambruna de grandes dimensiones.
Ante ese hipotético escenario, los investigadores de Rutgers analizaron la posibilidad de recurrir a los océanos para obtener los alimentos que ya no estarían disponibles en tierra firme.
El resultado del estudio, sin embargo, es desalentador.
"Es poco probable que recurrir a eso sea una estrategia exitosa", indican la investigación.
Para llegar a esta conclusión, los autores estudiaron lo que ocurriría en la zona ecuatorial del océano Pacífico.
Las simulaciones que realizaron por computador mostraron que una guerra nuclear podría desatar en esta zona "un fenómeno de calentamiento sin precedentes similar a El Niño".
El efecto de las bombas reduciría la población de fitoplancton en un 40% en esa área.
Eso, a su vez, "podría tener un efecto en los organismos más grandes que consume la gente", según la investigación.
Las simulaciones mostraron que los efectos de "El Niño nuclear" podrían sentirse durante siete años.
Durante ese tiempo, se producirían drásticos cambios en la temperatura del agua y las corrientes de vientos, causando severos desiquilibrios en el ecosistema.
"Es como golpear el sistema climático con un gran martillo", como lo describe en un artículo de la Unión Geofísica de EE.UU. Joshua Coupe, meteorólogo y científico marino en el Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad Rutgers y autor principal del estudio.
Qué es el fenómeno de El Niño
El Niño es una oscilación del sistema océano-atmósfera en el Pacífico tropical que tiene importantes consecuencias para el clima en todo el mundo, según explica la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés).
Este patrón climático rige periódicamente las lluvias, las sequías, las inundaciones y las tormentas en toda la Tierra.
Lo que conocemos como El Niño, en realidad es solo una de las fases del llamado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).
Este ciclo está compuesto de una fase cálida en la que aumenta la temperatura del agua del océano (El Niño), y una fase fría, en la que la temperatura del agua baja (La Niña).
Estos cambios en la atmósfera y el océano trastocan las condiciones del clima, generando fuertes lluvias o sequías extremas con graves consecuencias en varias partes del mundo.
Cambios drásticos
Coupe y su equipo estudiaron seis escenarios hipotéticos de conflictos nucleares: un enfrentamiento de grandes dimensiones entre Rusia y Estados Unidos, y cinco confrontaciones de menor escala entre India y Pakistán.
"Tales guerras podrían encender enormes incendios que inyectan millones de toneladas de hollín en la atmósfera superior, bloqueando la luz solar y alterando el clima de la Tierra", dice la investigación.
Durante el primer año tras una guerra nuclear, la temperatura del agua de la superficie del océano aumentaría.
Sin embargo, a lo largo de los seis años siguientes, habría tan poca luz solar debido al hollín, que el agua tendría una temperatura más baja que el promedio normal, según le explica a BBC Mundo Joshua Coupe.
El enfriamiento del agua y de la atmósfera debido al hollín, a su vez provocaría cambios en la circulación del océano y los vientos, haciendo que el agua cálida se desplace del Pacífico occidental al Pacífico oriental.
"El Niño nuclear se refiere a este cambio en la circulación, que es como si fuera un Niño", dice Coupe.
Según las estimaciones del estudio, la temperatura del agua en algunas zonas del océano podría aumentar casi 4ºC.
Desbalance
Todos estos cambios desatarían un desequilibrio en el ecosistema.
Los trastornos de los vientos, las corrientes y la temperatura impedirían el ascenso de aguas más profundas que transportan nutrientes como el fitoplancton, la base de la cadena alimenticia marina.
Además, la disminución de la luz solar "reduciría drásticamente" la fotosíntesis del fitoplancton.
Finalmente, la caída de la temperatura causada por El Niño nuclear, significaría una severa reducción de las lluvias en las zonas entre el océano Índico y Pacífico, y África ecuatorial.
Para Alan Robock, profesor en el departamento de Ciencias Ambientales en la Universidad Rutgers y coautor del estudio, el mensaje que envía este panorama apocalíptico es contundente:
"Si queremos salvaguardar nuestros alimentos y el medio ambiente de la Tierra, debemos evitar un conflicto nuclear".