En Phonsavan, a unos 400 km de Vientián, la capital de Lagos, en el sudeste asiático, yacen sin explotar unas 80 millones de bombas de racimo.

Según cifras del gobierno de Laos, eso los convierte en el país más bombardeado del mundo per cápita.

Las bombas están ahí desde que los aviones estadounidenses las lanzaron durante la guerra de Vietnam, pero como no alcanzaron a detonar, hoy la zona es un peligroso campo minado para los visitantes que se alejen de las zonas marcadas por donde es seguro caminar.

En medio de las bombas está la "llanura de las tinajas", un sitio arqueológico que, como su nombre indica, guarda cientos de tinajas de piedra esparcidas a lo largo de miles de kilómetros cuadrados.

Miden entre 1 y 3 metros y las más antiguas datan de la Edad de Hierro, hace unos 2.500 años.

Las vasijas están hechas con piel de animal, estiércol, arcilla, azúcar y arena.

A estas jarras megalíticas se les llama "las tinajas de los muertos" y son uno de los grandes misterios que la arqueología aún no logra resolver.

Un misterio milenario

Entre los locales corre la leyenda de que los recipientes fueron creados para fermentar un poderoso vino de arroz, que bebían para celebrar la victoria de una banda de gigantes míticos sobre sus enemigos.

Otros dicen que las jarras contenían whisky para un gigante sediento que vivía en las montañas de Phonsavan.

Los científicos, sin embargo, tienen una explicación más terrenal pero no menos fascinante.

Aunque se sabe muy poco sobre estas tinajas, un grupo de arqueólogos de la Universidad Nacional de Australia (ANU, por sus siglas en inglés), creen que se usaban para rituales funerarios.

Estos investigadores encontraron hace unos días 15 nuevas áreas donde están esparcidas más de 100 vasijas, lo cual podría servir para resolver el enigma de su uso y origen.

"Es evidente que las jarras, algunas de las cuales pesan varias toneladas, fueron talladas en canteras y de alguna manera transportadas, a menudo varios kilómetros, a sus ubicaciones actuales", dijo en un comunicado Dougald O'Reilly, arqueólogo de la ANU y uno de los líderes del hallazgo.

"Pero por qué estos sitios fueron elegidos como el lugar de descanso final para los recipientes sigue siendo un misterio. Como si fuera poco, no tenemos evidencia de ocupación en esta región".

Pistas para el rompecabezas

Además de las vasijas, O'Reilly y su equipo encontraron artefactos propios de la Edad de Hierro, como discos tallados con figuras animales y humanas, cerámicas decoradas, esferas de vidrio, aros y husos.

También encontraron unas jarras en miniatura hechas en cerámica, algo que les llamó la atención.

"Nos encantaría saber por qué estas personas representaron en miniatura los mismos frascos en los que colocaron a sus muertos y enterrarlos juntos a ellos", dijo O'Reilly.

Según reporta el portal Atlas Obscura, en la década de los 30, la arqueóloga francesa Madeleine Colani exploró la llanura y encontró una cueva que albergaba restos humanos, como cenizas y huesos quemados.

Otras teorías afirman que la vasta zona en la que están esparcidas las tinajas pueden ser señal de que estos recipientes pudieron ser parte de una extensa ruta de comercio.

Algunos investigadores creen que las tinajas recogían agua lluvia para que la bebieran los viajeros de las caravanas y estos, a su vez, dejaban objetos en ellas.

Jarras similares se han encontrado en zonas como Assam en India y Sulawesi en Indonesia.

Así, aunque los investigadores tienen varias pistas desperdigadas, aún falta la pieza clave que permita descifrar el milenario misterio de las tinajas de los muertos que sobresalen en medio de un campo minado.

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