La mayoría de la gente en Zimbabue asumía que la manera en la que Robert Mugabe, de 93 años, dejaría de ser presidente sería cuando muriera en su cama.
Probablemente él pensaba lo mismo.
Pero las decisiones que el mandatario tomó en los últimos tiempos le costaron su salida del gobierno que dirigió durante 37 años.
El Parlamento de Zimbabue anunció este martes que Mugabe presentó su renuncia, un par de semanas después de que la destitución de su vicepresidente, Emmerson Mnangagwa, generara la crisis política que acabó por definir el fin de su poder.
Renunció por escrito a los pocos días de que los militares asumieran el control del país. No hubo un asalto al palacio presidencial ni un final fatal a manos de una multitud.
"Zimbabue, a pesar de Robert Mugabe, es esencialmente un país pacífico y amable", explica el editor de asuntos internacionales de la BBC, John Simpson
"A pesar de los crímenes de los que Mugabe fue responsable, en cierto modo él es un líder intelectual, no tanto un matón brutal como, digamos, Idi Amin de Uganda", señala Simpson.
Mugabe será recordado por las matanzas en Matabeleland en la década de 1980, por las invasiones a las granjas de la década de 1990, y por la brutal represión del Movimiento para el Cambio Democrático cuando parecía que la oposición iba a ganar las elecciones presidenciales de 2008.
Sin embargo, el hombre que está a punto de tomar su lugar, Emmerson Mnangagwa, estuvo también involucrado en esos eventos.
"La gente en Zimbabue, al igual que en el resto del mundo, está tan aliviada al ver la salida de Mugabe que se olvidará todo eso", dice Simpson.
Otras cosas positivas que Mugabe hizo también serán olvidadas, señala el periodista de la BBC, como las extraordinariamente altas tasas de alfabetización que logró su gobierno.
Héroe y/o villano
Las calles de la capital de Zimbabue, Harare, estallaron en júbilo este martes luego de que el presidente del Parlamento dio a conocer la carta de renuncia de Mugabe.
Para algunos, Mugabe siempre seguirá siendo un héroe que lideró la independencia del país africano y puso fin al gobierno de minoría blanca.
Incluso aquellos que lo obligaron a renunciar no lo culparon a él, sino a su esposa y a "criminales" a su alrededor.
Para su creciente número de críticos, este bien educado y astuto político se convirtió en la caricatura de un dictador africano, que destruyó todo un país con el fin de mantenerse en el cargo.
Al final, fueron las fuerzas de seguridad, que habían sido fundamentales para intimidar a su oposición y mantenerlo en el poder, las que lo echaron.
Violencia por el poder
Mugabe sobrevivió a numerosas crisis políticas, pero con su habilidad disminuida por su avanzada edad, sus antiguos compañeros de armas se volvieron en su contra.
Antes de las elecciones de 2008, Mugabe dijo: "Si se pierde una elección y el pueblo te rechaza, es el momento de dejar la política".
Pero después de quedar en segundo lugar ante Morgan Tsvangirai, Mugabe mostró su rostro desafiante y juró que "solo Dios" podía quitarlo de la presidencia.
Para asegurarse de ello, empleó la violencia en contra de sus opositores.
Tsvangirai se retiró de la segunda vuelta en un esfuerzo por preservar la vida de sus aliados. Mugabe se vio obligado a compartir el poder con su rival, designándolo primer ministro, pero permaneció como presidente.
Incluso ganó una nueva elección en 2013, ya que Tsvangirai había perdido mucha credibilidad durante sus años en el gobierno.
La clave para entender a Mugabe es la guerra de guerrillas de la década de 1970, donde se dio a conocer.
Icono de la liberación
Incluso después de 37 años en el poder, Mugabe seguía teniendo la misma visión del mundo: las fuerzas socialistas patriotas de su partido ZANU-PF luchando contra los males del capitalismo y el colonialismo.
Cualquier crítico era tachado de "traidor y vendido", como en la guerra de guerrillas cuando esas etiquetas podían ser una sentencia de muerte.
Siempre atribuyó los problemas económicos de Zimbabue a los países occidentales, encabezados por Reino Unido, que lo marginaban debido a la confiscación de las granjas que poseían los blancos.
Sus críticos lo acusaron constantemente de no saber cómo funcionaba una economía moderna.
Se concentró en la cuestión de cómo compartir el pastel, en lugar de cómo hacerlo crecer.
Mugabe decía que un país nunca podría quebrar, pero con Zimbabue viendo caer su economía más que ningún otro país y una inflación de 231.000.000% en julio de 2008, parecía quería probar su teoría hasta el límite.
En 2000, ante una fuerte oposición que lo desafiaba por primera vez, destruyó la que era una de las economías más diversificadas de África en un intento por mantener el control político.
Se apoderó de las granjas que poseían los blancos y que eran la columna vertebral de la economía, pero con ello consiguió permanecer en el poder.
A cualquier costo
Las tácticas que él y sus seguidores usaron fueron exactamente las de la guerra de guerrillas.
Después de haber sufrido la primera derrota electoral de su carrera, en un referéndum de 2000, Mugabe empleó a su milicia personal para esparcir la violencia y cometer asesinatos como estrategia electoral.
Ocho años más tarde se vio un patrón similar después de que perdiera la primera ronda de las elecciones presidenciales ante Morgan Tsvangirai.
Cuando era necesario, todas las palancas del estado, llámese fuerzas de seguridad, burocracia y medios de comunicación, fueron utilizados al servicio del partido de gobierno, Zanu-PF.
Otros signos de su actitud frente a la oposición estaban allí desde la década de 1980, cuando los miembros de la Quinta Brigada, entrenada en Corea del Norte, fueron enviados a Matabeleland, el hogar de su entonces rival, Joshua Nkomo.
Miles de civiles murieron antes de que Nkomo accediera a compartir el poder con Mugabe, un antecedente de lo que pasó con Tsvangirai.
Educador de Zimbabue
Uno de los logros indudables de Muigabe, quien se educó como profesor, en sus 37 años en el poder fue la expansión de la educación.
Zimbabue todavía tiene una de las tasas más altas de alfabetización en África: el 89% de la población sabe leer y escribir.
Sin embargo, el politólogo Masipula Sithole dijo una vez que, con la expansión de la educación, el presidente estaba "cavando su propia tumba".
Los jóvenes eran capaces de analizar los problemas de Zimbabue por sí mismos y la mayoría culpaba a la corrupción gubernamental y la mala administración de la falta de empleo y el aumento de precios.
Su amor, su fin
Con el implacable paso del tiempo, Mugabe comenzaba a mostrar los signos de la edad en sus presentaciones en público.
En 2011, un cable diplomático estadounidense difundido por Wikileaks sugirió que sufría de cáncer de próstata.
Pero él llevaba una vida más bien saludable.
Su esposa aseguraba que Mugabe se despertaba a las 05:00 para sus ejercicios diarios, que incluían yoga. No bebía alcohol ni café, y se inclinaba a las comidas vegetarianas.
Tenía 73 cuando nació su tercer hijo, Chatunga.
Siempre dijo que es un católico fiel, algo con lo que tenían que lidiar los feligreses en la catedral de Harare cuando el presidente se presentaba a la misa dominical con decenas de guardias.
Sin embargo, las creencias de Mugabe no le impidieron tener dos hijos con Grace, su entonces secretaria, mientras que su esposa, Sally, estaba muriendo de cáncer.
Después de fallecer Sally, se casó entonces con la que había sido su secretaria, quien era 40 años menor que él.
Su devoción por Grace, o un mal cálculo político, lo llevaron a expulsar a su vicepresidente en favor de su amada esposa, la sucesora, la Mugabe que quería reinar que otros líderes de Zimbabue no veían con buenos ojos.
Un mal paso que provocó su caída.