El gobierno de Omar al Bashir en Sudán terminó de la misma forma que comenzó: con un golpe militar.
En un anuncio público en la televisión, el ministro de Defensa del país, Awad Ibn Ouf, confirmó la destitución de al Bashir y declaró que un consejo militar de transición gobernaría durante un período de dos años, seguido de elecciones.
También se declaró un estado de emergencia durante tres meses y un toque de queda que durará un mes, agregó.
El ministro confirmó que Al Bashir fue arrestado y dijo que está detenido "en un lugar seguro".
De esta forma se puso fin a las casi tres décadas de gobierno de Omar al Bashir, que fue uno de los líderes que más tiempo estuvo en el poder en todo el mundo.
Décadas de guerra
La carrera política de Al Bashir estuvo definida por la guerra.
El expresidente sudanés llegó al poder en 1989, gobernando con un puño de hierro lo que fue el país más grande de África hasta 2011, año en que Sudán del Sur se separó.
Cuando tomó el poder, Sudán estaba en medio de una guerra civil de 21 años entre el norte y el sur.
Aunque su gobierno firmó un acuerdo para poner fin a ese conflicto en 2005, estalló otro en la región occidental de Darfur, donde en 2003 rebeldes habían tomando las armas acusando al gobierno de supuesta discriminación.
Al Bashir respondió con mano dura y fue acusado de cometer atrocidades. La Corte Penal Internacional (CPI) lo denunció por crímenes de guerra y de lesa humanidad.
Se emitieron dos órdenes de arresto internacionales en su contra, en 2009 y 2010. Sin embargo, él niega los cargos.
A pesar de la presión internacional, ganó elecciones consecutivas en 2010 y 2015. Su última victoria fue marcada por un boicot de los principales partidos de oposición.
Las órdenes de arresto le prohibían viajar fuera de su país, no obstante, Al Bashir logró realizar visitas diplomáticas a Egipto, Arabia Saudita y Sudáfrica.
En junio de 2015, se vio obligado a retirarse apresuradamente de Sudáfrica después de que un tribunal consideró si debía hacer cumplir la orden de arresto.
Sudán unificado
Antes de tomar las riendas del país, Al Bashir era un comandante en el ejército responsable de dirigir las operaciones en el sur contra el fallecido líder rebelde John Garang.
Cuando firmó el acuerdo de paz con Garang y su Movimiento de Liberación Popular de Sudán, se esforzó por subrayar que el acuerdo no equivalía a una derrota.
"No lo firmamos después de que nos rompieran. Lo firmamos mientras estábamos en la cima de nuestras victorias", afirmó.
Su objetivo siempre fue mantener un Sudán unificado, pero un referéndum sobre la secesión de Sudán del Sur había sido acordado como parte del acuerdo de paz.
En el referéndum de enero de 2011, alrededor del 99% de los votantes de Sudán del Sur se mostraron a favor de la separación. El estado independiente de Sudán del Sur fue declarado seis meses después.
Si bien aceptó dejar ir a Sudán del Sur, su actitud hacia Darfur se mantuvo beligerante.
No obstante, él niega las acusaciones internacionales de que respaldó a las milicias árabes Janjaweed, acusadas de crímenes de guerra contra las comunidades africanas negras de la región.
Los cargos de la CPI contra Omar al Bashir:
Genocidio
? Matar a miembros de las etnias fur, masalit y zaghawa.
? Causar a estos grupos lesiones corporales o mentales graves
? Infligir condiciones de vida que provocaran la destrucción física de estos grupos
Crímenes contra la humanidad
? Asesinato
? Exterminio
? Transferencia forzada
? Violación
? Tortura
Crímenes de guerra
? Ataques a civiles en Darfur
? Saqueos de pueblos y aldeas
Mentalidad militar
Al Bashir nació en 1944 en una familia de agricultores en el norte de Sudán, que entonces formaba parte del Reino de Egipto. Es miembro de Al Bedairyya Al Dahmashyya, una tribu beduina.
Se unió al ejército egipcio cuando era joven y ascendió en las filas, luchando en la guerra de 1973 contra Israel.
Poco se sabe sobre la vida privada del exlíder sudanés. No tiene hijos y tomó una segunda esposa cuando tenía unos 50 años. Se casó con la viuda de Ibrahim Shams al Din, considerado un héroe de guerra en el norte.
Como jefe de Estado se dedicó principalmente a ser militar, dejando el liderazgo político a otros dos hombres.
El primero, en la década de 1990, fue Hassan al Turabi, un prominente musulmán suní que, hasta su muerte en 2016, abogó por un estado islámico e introdujo un proyecto que introdujo la sharía en todas las provincias, excepto en el sur.
Tras distanciarse de Al Bashir en 2000, Turabi le dijo a la BBC: "Es un militar que ha estado en el poder por un tiempo y quiere ejercer el poder militar".
El segundo líder político nombrado por A l Bashir fue Osman Ali Taha, quien pasó al primer plano cuando negoció el acuerdo norte-sur. Pero con el tiempo su influencia se desvaneció y el presidente siguió ocupando un lugar central.
Crisis y malestar
Más recientemente, el malestar político se hizo insostenible. Las protestas a nivel nacional -las más grandes en sus 30 años como gobernante-, comenzaron en diciembre de 2018, después de que el gobierno anunció subidas en los precios del combustible y el pan.
Sudán ha estado decayendo económicamente durante años, particularmente desde la secesión de Sudán del Sur, que privó a Jartum de tres cuartas partes de sus ingresos petroleros.
La gente común está siendo golpeada duramente por la devaluación de la moneda y los precios en alza.
El periodista sudanés Zeinab Mohammed Salih dijo a la BBC: "Muchos en Sudán ahora prefieren mantener su dinero debajo del colchón en lugar de en los bancos".
"Si las personas ponen sus ahorros en el banco puede ser difícil sacarlos, ya que los cajeros automáticos a menudo están vacíos".
Naciones Unidas estima que 5,7 millones de sudaneses -el 13% de la población- se enfrentan a una grave falta de comida.
El gobierno de Al Bashir también se ha visto afectado por acusaciones de corrupción: Sudán ocupa el puesto 172 entre 180 países, según el Índice de Percepción de la Corrupción de 2018, de Transparencia Internacional.
Según esa ONG, "la corrupción está presente en todos los sectores y en todas las ramas y niveles de gobierno".
"Se cree que el jefe de Estado y gobierno ha malversado hasta US$9.000 millones de los ingresos petroleros", asegura el informe.
La última resistencia
En febrero de 2019, Al Bashir declaró un estado de emergencia de un año de duración, reorganizando su gabinete y reemplazando a todos los gobernadores estatales con miembros del ejército y las fuerzas de seguridad.
Se negó a dar paso a un gobierno de transición, argumentando que los manifestantes deberían reemplazarlo a través de elecciones, programadas para 2020.
Su gobierno fue acusado de usar fuerza excesiva en respuesta a las protestas.
Funcionarios admitieron que 38 personas murieron desde que comenzaron los disturbios en diciembre, pero Human Rights Watch dice que el número es mayor.
El Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad anunció que está liberando a todos los detenidos políticos en todo el país, muchos de ellos arrestados durante los últimos meses de protestas, informó la agencia de noticias oficial SUNA.
Pero aún no está claro adónde van a llevar los militares a Sudán. Los manifestantes han dicho que no quieren reemplazar un régimen autoritario con otro.
Mientras que las multitudes celebran la caída de al Bashir, también hay temor acerca de lo que podría venir después.