Hay algo que no ha frenado la pandemia: la geopolítica.
Mientras múltiples gobiernos alrededor del mundo siguen batallando contra el drama sanitario de la covid-19 y tratando de descifrar cómo será nuestra nueva normalidad, China informa de sus avances en los disputados mares de Asia Pacífico.
A mediados de este mes, los medios chinos publicaban una "gran medida" tomada por el gobierno: la creación de dos nuevos distritos como parte de la ciudad de Sansha, en la sureña isla de Hainan.
No se trataba solo de una simple acción administrativa, pues esas nuevas zonas se ubican en las conflictivas y estratégicas aguas del Mar de China Meridional: Pekín, pero también otros gobiernos de la región, aseguran que son parte de su soberanía.
Un plan a largo plazo
Los nuevos terrenos que gestionará la ciudad están en las islas Spratly (a las que China llama Nansha), el banco Macclesfield (llamado Zhongsha por los chinos), el archipiélago Paracel (en chino, Xisha) y alrededores, lo que volvió a levantar ampollas en Vietnam o Filipinas, que respondieron con duras protestas.
No obstante, no se trata de algo nuevo, subraya Collin Koh, experto en este viejo conflicto e investigador de Estudios Internacionales de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur.
El anuncio "se enmarca con lo que China ha estado haciendo estos últimos años, especialmente después de que Xi Jinping llegara al poder en 2012, con la agenda de enfatizar la soberanía y derechos marítimos de China", recuerda Koh.
Pekín reclama como propio casi la totalidad del Mar de China Meridional y bajo el mando de Xi ha construido en la zona desde ciudades a pistas aéreas o instalaciones turísticas y de uso militar.
En este puzzle marítimo, Filipinas, Vietnam, Taiwán, Malasia y Brunéi también reclaman como propias algunas piezas y la disputa sobre numerosas islas, arrecifes y sus aguas colindantes lleva décadas sin resolverse.
En ella, además, EE.UU. juega un papel clave: pese a que no arguye cuestiones de soberanía, exhibe su presencia militar bajo el argumento de defender "la libertad de navegación" en la zona, por la que circula el 30% del comercio global y que se cree alberga preciados yacimientos de petróleo y gas.
"La única diferencia en este momento es que la pandemia crea una ventana de oportunidad [para China] mientras sus rivales en el Sudeste asiático en el Mar de China Meridional están distraídos gestionando la crisis", manifiesta el experto de Singapur.
Koh considera que el anuncio abre la puerta a una mayor militarización y creación de infraestructuras chinas en la zona, una posibilidad que pareció dejar entrever el canal en inglés de la televisión oficial china, CGTN, al dar la noticia.
Refiriéndose a la ampliación de la urbe con los dos nuevos distritos, señaló: "La ciudad entera cubre cerca de dos millones de kilómetros cuadrados, pero solo incluye alrededor de 20 kilómetros cuadrados de tierra ahora mismo".
Choques de buques y sondeos
Pero no todo han sido expansiones de territorios estos meses en los que el mundo se centraba en un enemigo silencioso y microscópico, el SARS-CoV-2.
A principios de abril se produjo el hundimiento de un pesquero vietnamita cerca de las disputadas islas Paracel, tras un incidente con una patrullera de la Guardia costera china.
Hanoi acusó a las fuerzas chinas de hundir el bote, mientras Pekín aseguró que este había chocado con la patrullera y que estaba llevando a cabo "actividades ilegales".
Eso llevó a que Washington instara a la segunda potencia mundial a centrarse en ayudar en la pandemia y "dejar de aprovechar la distracción o vulnerabilidad de otros Estados para expandir sus reclamaciones ilegales en el Mar de China Meridional".
El gobernante Partido Comunista negó tajantemente esa acusación, pidiendo no mezclar ambos escenarios y recalcando la constante actividad militar estadounidense en esta crucial parte del mundo.
Pero el incidente que más inquieta a los expertos no es el del pesquero vietnamita.
"Lo que es más preocupante son los renovados sondeos chinos acompañados de barcos de la Guardia Costera en aguas y arrecifes reclamados por Malasia y Vietnam", subraya Mark J. Valencia, destacado académico del Instituto Nacional de Estudios sobre el Mar de China Meridional en la isla china de Hainan.
Valencia hacía referencia a la noticia de la agencia Reuters, en la que se informaba de un conflicto entre el buque de investigación chino Haiyang Dizhi 8 y una perforadora de la petrolera estatal de Malasia, Petronas, meses después de un incidente similar con Vietnam.
"Según se ha publicado, Estados Unidos y Australia estaban mandando buques de guerra al área para 'mostrar presencia'. Algo podría salir mal", advierte.
Desde el buque de asalto estadounidense USS America, desplegado en el Mar de China Meridional, reconocieron en declaraciones a BBC Mundo que operaron cerca del Haiyang Dizhi 8.
"Pero no hemos interactuado directamente con ese barco", subrayó el contralmirante Fred Kacher, comandante del Grupo de Asalto Expedicionario 7, en un correo.
Preguntado por las recientes acciones de China en la estratégica zona, el contralmirante aseguró que todas las interacciones "con la Armada del Ejército de Liberación Popular en el Mar de China Meridional siguen produciéndose de acuerdo a las normas internacionales".
No obstante, desde la parte china se critica duramente el papel que juega Washington y que, en su opinión, pone en riesgo la paz y la estabilidad.
"El verdadero escándalo (?) no es que China esté ejerciendo su soberanía en el Mar de China Meridional, es que EE.UU. haya tratado de evitar que lo hiciera todo este tiempo", escribía este mes Andrew Korybko, analista político de la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos, en un artículo de opinión publicado por el canal estatal chino CGTN.
"EE.UU., pese a anunciar su derecho a la soberanía nacional en todos los ámbitos bajo la administración Trump, ha hecho todo lo posible para vulnerar la de China, especialmente en el Mar de China Meridional".
El contralmirante Kacher niega que las tensiones provengan de su presencia en la zona.
"La Armada estadounidense opera de manera rutinaria en aguas internacionales del Mar de China Meridional y lo hemos estado haciendo durante más de 75 años, y contribuimos a la estabilidad y la seguridad de esta región", defendió.
"También estamos aquí para subrayar nuestro compromiso con un Indo-Pacífico abierto y libre, en el que todos los países puedan operar".
¿Un código?
La situación se da en medio de unas lentas negociaciones pero que pueden ser claves para sellar un "Código de Conducta" en la región, de la mano de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y China.
"Estamos viendo dos tendencias al mismo tiempo: por un lado, ambas fuerzas militares aumentando su presencia y operaciones en la región, mientras se echan la culpa la una a la otra (?) Por otra, diálogos para un código de compromiso aéreo y marítimo, para minimizar la posibilidad de incidentes", resume Shen Dingli, director del Programa de Control de Armas y Seguridad Regional de la Universidad de Fudan, en Shanghái.
"Espero que continúen la cooperación hacia esta última dirección y no la primera".
El riesgo de un error de cálculo, coinciden los expertos, sigue latente, aunque la pandemia ha debilitado la postura estadounidense y se suma a otros problemas de sus fuerzas navales.
Aparte del brote de covid-19 en el USS Theodore Roosevelt -tras el que falleció un marine y unos 700 acabaron infectados-, se están registrando continuos problemas en el Golfo Pérsico y el Mediterráneo, explica el contralmirante de la Marina estadounidense Terry McKnight, ya retirado.
Además, "se está hablando de que el Departamento de Defensa quizá reduzca el número de portaaviones", lamenta.
"Si Estados Unidos quiere seguir siendo una potencia marítima dominante a nivel global, tenemos que continuar operativos en la región del Mar de China Meridional".
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