Habían pasado 90 minutos desde que los instruyeron para que se quedaran en su apartamento, en el piso 11 de la Torre Grenfell, cuando Natasha Elcock, su novio y su hija de seis años recibieron aquella llamada.
"Los bomberos nos ordenaron que saliéramos ya", le contó al diario británico The Sun esta británica de 39 años que sobrevivió al incendio iniciado la madrugada del miércoles en un bloque de viviendas sociales del noroeste de Londres, y que dejó hasta el momento 30 muertos confirmados, decenas hospitalizados y otros tantos desaparecidos.
Por eso que las autoridades advirtieron que el número de víctimas mortales puede aumentar "de forma dramática", aunque es probable que "no alcance las tres cifras".
"Tratamos de abrir la puerta pero no pudimos, porque estaba demasiado caliente. Ardía", recordó la mujer, empleada de unos grandes almacenes y quien llevaba 20 años viviendo en el edificio.
Así, al verse atrapada en un inmueble que estaba siendo inevitablemente devorado por las llamas, tuvo una idea.
"Dejé que el baño se inundara y que el agua invadiera el apartamento, y así se salvó mi familia".
La pareja sentó a la niña en el suelo mojado y corrió a la habitación con la temperatura más baja.
"La puerta estaba cediendo, las ventanas resquebrajándose. Era aterrados", recordó.
Los bomberos los rescataron pasadas las tres de la mañana, dos horas después de haber recibido el primer aviso por incendio.
Una suerte similar corrió Christos Fairbairn, un hombre de 41 años, inquilino del piso 15 desde hacía dos años.
Estaba viendo la televisión cuando, hacia las 12:45 de la madrugada, alguien golpeó su puerta con fuerza.
"Luego oí más ruidos provenientes de fuera y sonó la alarma (antiincendios). Y fue cuando vi entrar humo en mi apartamento cuando me di cuenta que había un incendio", le contó a la BBC.
Ante eso, llamó a los bomberos, que le pidieron que se envolviera en una toalla húmeda y que saliera del bloque.
"Pero abrí la puerta y el humo era tan denso que no pude", recordó.
"Empecé a entrar en pánico. Me asomé a la ventana varias veces y grité que estaba atrapado y que necesitaba ayuda", prosiguió.
Fue entonces cuando "me di cuenta que si no salía, iba a morir allí mismo".
Así que se armó de valor y corrió a través de la negra y densa humareda.
"No podía respirar, pero seguí".
En su huida, algo le hizo trompicar.
"Tropecé con los cuerpos. En uno de los pisos llegué a caer, y cuando miré atrás distinguí la cara de un hombre muerto", dijo con horror. "Aún puedo verlo".
Cuando llegó al tercer piso se desmayó y fue cuando lo alcanzó un rescatista.
Tras pasar por el hospital por todo el humo que inhaló, se lamenta que lo perdió todo.
"No me queda nada, ni tengo dónde vivir. Pero no puedo creer que siga con vida".
Shekeb Neda, de 24 años e hijo de padres afganos, también lo perdió todo en el incendio.
No sabe nada de su padre, Mohammed Neda, de 57 años, desde que lo vio por última vez en su apartamento de la Torre Grenfell el miércoles.
Pero este ingeniero mecánico recién graduado pudo salvar su vida y la de su madre, Flora Neda, quien sufre discapacidad por distrofia muscular y se había desmayado.
"Sabía que tenían que salir de allí rápido, así que le agarró los brazos, se rodeó con ellos el cuello y la cargó en la espalda, bajando así los 24 pisos", le contó su tío Aref al diario The Sun.
Anoche ambos seguían hospitalizados, ella en coma. Aunque los amigos indicaron al medio que él "se está recuperando rápido".
Decenas de testimonios similares han salido a la luz en los últimos días.
Aunque puede que sean los últimos, pues las autoridades advirtieron que lo más probable es que ya no puedan rescatar a nadie más con vida.
Y mientras se investiga las posibles causas del incendio, los bomberos siguen trabajando en el edificio, una labor que puede llevar semanas, hasta meses.