Estas podrían haber sido solo las primeras escaramuzas de una potencial guerra entre Israel e Irán que promete un temible nivel de destrucción, incluso para los elevados estándares de violencia del Medio Oriente moderno.
El enfrentamiento podría extenderse por todo Siria y Líbano, con ciudades israelíes golpeadas al igual que objetivos estratégicos en Irán.
En sus primeras fases se trataría de un pulso entre el poder aéreo israelí contra los misiles de largo alcance de Irán y sus aliados libaneses de Hezbolá.
En definitiva, un conflicto que debe evitarse y el momento de hacerlo es ahora. Sea como sea, Israel e Irán siguen en rumbo de colisión.
Preocupación de Israel
Israel lleva tiempo preocupado por el aumento de la influencia iraní en la región.
En realidad, hace años que se libra una lucha de baja intensidad en la que los israelíes han intentado evitar que sofisticadas armas iraníes, como misiles de largo alcance, lleguen desde Irán a manos de Hezbolá en Líbano. Varios convoyes fueron interceptados. También se bombardearon varios arsenales.
Pero la guerra en Siria aumentó mucho la cercanía de fuerzas apoyadas por Teherán a las fronteras de Israel.
Además de Hezbolá, un grupo de milicias iraníes tomó parte en los combates, junto a oficiales y asesores militares de la Guardia Revolucionaria iraní.
El fuerte apoyo de Teherán, junto con el poder de la aviación rusa, aseguraron la supervivencia del gobierno de Bashar el Asad en Siria y ahora Teherán busca cobrarse los beneficios estratégicos de aquella apuesta.
El factor sirio
Irán se opone frontalmente al Estado judío y lleva tiempo apoyando a diversos grupos radicales que buscan su destrucción.
La guerra siria le dio a Teherán la posibilidad de abrir un frente directo contra Israel en su frontera norte. En los últimos meses, aseguran los israelíes, se establecieron allí una serie de instalaciones: depósitos de armas, barracones, defensas antiaéreas, etc.
La escalada reciente se inició el pasado 9 de abril en un ataque aéreo israelí a lo que, según Israel, era una instalación iraní de drones en la llamada base T-4, cerca de Palmira. Supuestamente, varios asesores militares iraníes murieron.
Irán prometió responder y desde entonces hubo incidentes esporádicos que parecen ser fruto de los esfuerzos israelíes por abortar esa respuesta.
Las Fuerzas de Defensa de Israel lanzaron un ataque aéreo contra un depósito subterráneo de misiles y la explosión fue tan potente que se registró en los sistemas de detección sísmica. Pocos días antes, Israel afirmó haber destruido unos misiles que estaban a punto de ser lanzados.
En el último episodio, los iraníes parecen haber sido capaces de disparar unos 20 cohetes contra posiciones militares en los altos del Golán.
Israel afirma que destruyó la lanzadera desde la que se dispararon. Pero después procedió a golpear la mayoría, si no todas, de las instalaciones iraníes de las que tiene conocimiento en Siria. La intención: tanto frenar el desarrollo de la infraestructura militar iraní en el país, como también enviar una poderosa señal a Teherán.
A corto plazo hay terreno para esperar que esto no vaya a agravarse hasta una guerra total.
El supuesto ataque iraní -y subrayo lo de "supuesto", porque hasta ahora no hay confirmación de fuentes iraníes- se llevó a cabo con solo un sistema de relativo corto alcance, al parecer un lanzacohetes de varios cañones.
Los objetivos fueron posiciones militares israelíes, no zonas civiles. La respuesta israelí fue masiva. Pero su portavoz insiste en que Israel no quiere un conflicto a gran escala.
El ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, afirmó que "nadie quiere una escalada, ciertamente nadie quiere una guerra".
En cualquier caso, Lieberman dejó claro que, entre otras cosas, su país no permitirá que las sofisticadas defensas aéreas iraníes sean desplegadas en Siria, lo que pondría el espacio aéreo israelí a su alcance y cerraría en la práctica las rutas de la aviación.
Ya habían circulado informaciones anteriores de un bombardeo israelí que había destruido las defensas aéreas iraníes ubicadas en Siria.
Sin capacidad de influencia
Los riesgos son enormes. El designio estratégico de Irán está claro. Pudo sorprenderse por lo mucho que los israelíes parecen saber sobre sus actividades en Siria, pero no es probable que vayan a disuadirles de sus intentos.
Israel trazó sus líneas rojas y seguro que tampoco da su brazo a torcer.
Las potencias extranjeras no están en buena situación para influir a ninguna de las dos partes.
Rusia tiene relaciones con Irán, ya que ambas partes apoyan al régimen de El Asad, pero el presidente ruso también se entiende con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Hasta ahora, Rusia hizo poco o nada para limitar la libertad de movimientos de la fuerza aérea israelí sobre los cielos de Líbano y Siria.
La influencia de Washington en la región es cada vez menor. La decisión del gobierno de Donald Trump de retirarse del acuerdo nuclear con Irán será visto por Teherán como una señal inequívoca de que se ha lanzado el guante y que la nueva política de Estados Unidos se basa más en la contención o quizá incluso en la apuesta por un cambio de régimen que en el diálogo.
En tales circunstancias en Irán las acciones de Israel se verán como un indicador adicional de las intenciones de Estados Unidos.
Es un panorama sombrío. Es probable que en el futuro inmediato continúe el patrón de ataque-intento de respuesta-contraataque.
Un peligro claro es que Irán podría intentar llevar a cabo su venganza fuera de Medio Oriente.
Facciones pro-iraníes atacaron en el pasado a turistas israelíes y organizaciones judías en el extranjero, especialmente en América Latina
Si se produjera un ataque de este tipo, sería inevitable que alterara la situación, empujando a Israel a una guerra total.