Esta pandemia de coronavirus será recordada por muchos motivos, y uno de ellos será el modo polémico y extravagante con que el presidente Donald Trump condujo la crisis en Estados Unidos.
La insólita sugerencia de Trump la semana pasada de que inyectar desinfectante podría servir como tratamiento para enfermos de covid-19 se ha vuelto un ejemplo de su respuesta general al reto sanitario.
Trump intentó relativizar su comentario luego, indicando que fue sarcástico, pero expertos en salud lo vieron como riesgoso y hasta se reportaron aumentos de llamadas a centros de control de veneno en EE.UU., aunque sin casos fatales.
Esa no fue la primera vez que Trump es acusado de actuar peligrosamente en plena pandemia: algo similar ocurrió cuando anunció este mes que suspendería la financiación de EE.UU. a la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su gestión de la crisis global.
Y a fines de febrero el presidente generó inquietud al intentar relativizar la amenaza del nuevo virus, al sostener que era "como una gripe" e iba a desaparecer como por "milagro", aunque luego dijo que sabía de su gravedad pero buscaba "dar esperanza a la gente".
EE.UU. es hoy el país con más casos de coronavirus en el mundo y Julian Zelizer, un historiador presidencial en la Universidad de Princeton, sostiene que Trump se desempeña en esta crisis de una "manera caótica", diferente a sus predecesores.
Ese manejo de la emergencia "es peligroso para el país y para el mundo, porque esta es una crisis global", advierte Zelizer, autor de varios libros sobre historia política moderna de EE.UU., en una entrevista con BBC Mundo.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con este profesor de historia y asuntos públicos, analista destacado de la actualidad política de EE.UU.
¿Cómo definiría el manejo de la crisis de coronavirus por parte del presidente Trump?
Lo defino como caos.
Una cosa es hablar sobre presidentes que luchan por responder de manera adecuada a una pandemia u otra crisis, y eso obviamente ha sucedido: no todos los presidentes hacen las cosas bien; cometen errores en el camino.
Pero esta ha sido una combinación de desinformación, con una especie de ataques aleatorios y una resistencia persistente a dar los pasos que la comunidad científica le pide, de una manera ad hoc, realmente caótica.
No veo otra forma de caracterizar lo que hemos presenciado en los últimos meses.
Después que Trump habló de inyectar desinfectante en personas, usted comentó que él no parece comprender la realidad y que esto es peligroso, por tratarse del presidente de EE.UU. Pero, ¿cómo es peligroso y para quién exactamente: para su gobierno, para el país, para el mundo?
Es peligroso de dos maneras.
El peligro más obvio e inmediato sería para cualquiera que acepte su sugerencia -si eso llega a la cabeza de alguien- ya sea específicamente lo que dijo o todo tipo de recomendaciones falsas peligrosas de cura que hay por ahí. Eso es peligroso.
Pero más peligroso es que distrae la atención de lo que la gente seria está diciendo que debemos hacer como nación.
Y así, cada vez que inyecta eso en el discurso público como opuesto a todo lo demás, desde el distanciamiento social hasta una reapertura cuidadosa (de la actividad) y cómo debe hacerse, consume un tiempo valioso.
La gente se concentra en eso y su propia administración tiene luego que aclarar lo que dice, en lugar de trabajar las 24 horas en pruebas de vacunas, etcétera.
Entonces a ese nivel es peligroso para el país y para el mundo, porque esta es una crisis global, no es una crisis nacional.
Como historiador presidencial, ¿cómo compararía el manejo de esta emergencia por parte de Trump con la forma en que otros presidentes estadounidenses han respondido a diferentes crisis, ya sea la de seguridad nacional el 11 de septiembre de 2001 o crisis económicas y financieras del pasado?
Este es uno de esos elementos distintos de la presidencia de Trump.
De nuevo, hay una larga historia de presidentes que no hacen lo correcto o cometen errores.
Por ejemplo, muchos critican al presidente Woodrow Wilson por no haber hecho lo suficiente con la gripe de 1918.
Hay críticas al presidente (Bill) Clinton y George W. Bush por no hacer lo suficiente para responder a las advertencias antes del 11 de septiembre.
Pero en todos esos casos, una vez que ocurrió una crisis y se revelaron errores, se produce un cierto nivel de gobernanza. Incluso con el presidente Bush: un enfoque en la política, un esfuerzo por comunicar?
Hemos visto en tiempos de guerra, con FDR (Franklin D. Roosevelt) durante la Segunda Guerra Mundial, un esfuerzo por movilizar recursos del gobierno para superar la crisis. Y eso no es realmente lo que estamos viendo ahora.
No hay ningún compromiso de gobierno serio, el presidente no está realmente comprometido a llevar a sala a las mejores y más brillantes personas y no ha movilizado recursos de la forma en que muchos lo necesitaban.
Entonces eso, combinado con lo que acabamos de hablar sobre la desinformación y una fuerte crítica, hace de este un momento muy distinto para la nación: estar en una crisis total y tener un líder de este tipo al mismo tiempo.
¿Cree que manejar una crisis es una oportunidad para unir a la nación y generar empatía con la gente como líder del país, y eso falta en este momento?
Eso es una parte. Hay muy poca empatía, muy poco esfuerzo para tratar de encontrar algún tipo de unidad.
Pero más allá de todo eso, también existe la incapacidad de usar las herramientas tradicionales del gobierno, lo que significa la capacidad de un presidente para tener a los principales expertos a que lo guíen sobre qué hacer.
Tener un escenario no sólo para tratar de calmar al público sino también para proporcionar información que resuene con lo que dicen los expertos, o para que el presidente movilice recursos.
Un presidente tiene todas estas herramientas de gobierno que él (Trump) no ha usado en absoluto.
Y luego está la parte emocional, donde no ha mostrado el tipo de calma y empatía que tradicionalmente esperábamos en estos momentos.
Ahora, tanto él y como sus simpatizantes pueden argumentar que esta crisis es diferente a cualquier otra vista en el pasado y que ningún presidente o gobierno estaba realmente preparado para ella. ¿No es cierto esto?
Hay muchas crisis para las que no estábamos preparados. No estábamos preparados para una especie de guerra mundial contra el fascismo durante la década de 1940. No estábamos preparados para que redes apátridas destruyeran el World Trade Center en 2001. No estábamos preparados para el colapso financiero de 2008 en esa magnitud?
Por lo general, no estamos completamente preparados para lo que sucede. Y una vez que la crisis ocurre, incluso si no estuviéramos preparados o si otros presidentes fueron parte de lo que sucedió, los mandatarios deben asumir la responsabilidad.
Pero la segunda parte es que había elementos en este caso donde el presidente claramente podría haber hecho más. No es que todo esto estalló en marzo. En realidad, era evidente y le dijeron que el problema existía ya en enero, y veremos si fue incluso antes.
Así que hubo pasos que podría haber tomado antes, en términos de trabajar en los tests, del distanciamiento social que llegó mucho más tarde, y de financiar unidades de gobierno que tuvieron problemas el año pasado y son esenciales ahora.
Eran cosas que podíamos ver. Y él no las vio. Eso no es un fracaso colectivo; es más: un fracaso del presidente.
¿Cuánto cree que esta crisis y la respuesta de Trump han dañado sus posibilidades de reelección?
Esto claramente lo lastimó mucho.
Nadie es políticamente estable en este momento. Pero esto lo ha lastimado. Su aprobación no es buena: ha empeorado más allá de la semana inicial (de la crisis), el público no confía en él para manejar esto.
Nunca es bueno ser presidente cuando el país cierra económicamente y las personas no viven una vida normal.
Entonces hay mucha evidencia de que esto no lo está ayudando de ninguna manera y podría incluso costarle el (control del) Senado a los republicanos. Ciertamente los está lastimando y haciéndole más difícil ganar la reelección.
Dicho esto, veremos con (el precandidato demócrata, Joe) Biden. Quién sabe lo que sucederá en los próximos meses. Ningún candidato es invulnerable.
Y hay una cuestión de cómo será la elección. Si estamos socialmente distantes y todavía preocupados por el covid, podría ser una elección de participación muy baja, lo cual beneficiaría al presidente.
Entonces, esto lo lastimó y lo dañó. Pero eso no significa que vaya a perder en noviembre.