Hasta que el presidente Alberto Fernández lo nombró, muy pocos argentinos habían escuchado hablar de mAbxience, la compañía biotecnológica que, como anunció el mandatario, será la encargada de producir la vacuna de Oxford para América Latina.
Sin embargo, este laboratorio, que se dedica a producir medicamentos para enfermedades oncológicas y autoinmunes, parece haber sido creado a medida para enfrentar este desafío.
mAbxience no solo se dedica a algo similar, sino que tiene una ventaja única: en febrero pasado, justo antes de la llegada del coronavirus a Argentina, había estrenado una nueva y masiva planta de última tecnología en las afueras de Buenos Aires.
"Es una de las plantas más modernas que hay en el mundo", destacó el empresario argentino Hugo Sigman, dueño del Grupo Insud, al que pertenece mAbxience.
Esto es lo que le dará la capacidad de producir las entre 150 y 250 millones de vacunas que la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca quieren distribuir en América Latina (con excepción de Brasil, que tendrá su propia producción).
Será un esfuerzo compartido con México: mAbxience producirá la sustancia activa de la vacuna, mientras que el laboratorio mexicano Liomont la envasará.
Un vocero del Grupo Insud señaló a BBC Mundo que la elección de ese laboratorio nació inicialmente por la relación entre Sigman y el magnate mexicano Carlos Slim.
La Fundación Slim fue la que firmó un acuerdo con AstraZeneca para financiar la producción de la vacuna para América Latina.
Se trata de una producción "a riesgo" ya que la farmacéutica británica quería empezar a fabricar la vacuna -pendiente de superar los últimos ensayos clínicos- antes de su aprobación.
La idea es que esté lista para ser distribuida apenas se apruebe su uso.
Por eso la Fundación Slim se comprometió a donar millones de dólares para comenzar el proceso de fabricación y, junto con AstraZeneca, decidieron que fuera mAbxience la encargada de la producción para América Latina, menos Brasil.
Gracias a este acuerdo, América Latina tendrá la vacuna "al mismo tiempo que los países centrales", destacó Sigman el jueves, durante una entrevista con radio Mitre.
¿Por qué eligieron a mAbxience?
Al hacer el anuncio el miércoles, el presidente Fernández dijo que la elección era "un reconocimiento a la calidad de los laboratorios" argentinos.
El director general de mAbxience Argentina, Esteban Corley, coincide que el prestigio científico que tiene Argentina jugó una parte.
"El país tiene una relación virtuosa entre una industria farmacéutica potente, moderna y competitiva, y, por otra parte, recursos humanos con mucha capacitación", destacó.
Pero en conversación con BBC Mundo, Corley explicó que su laboratorio estaba en una posición particularmente ventajosa para sumarse a un proyecto de esta envergadura.
"En Argentina éramos los únicos en condiciones de acomodar un desafío de esta magnitud, porque tenemos la planta nueva, porque tenemos una escala grande de producción, de cultivo de células", señaló.
"No hay en América Latina muchos candidatos así... no existe esa capacidad instalada porque es un negocio muy especial", afirmó.
Corley contó que AstraZeneca tenía dos prioridades a la hora de producir y distribuir su vacuna: acceso y asequibilidad, dos objetivos que también comparte mAbxience.
Se prevé que la vacuna que fabricarán costará entre US$3 y US$4, lo que permitirá a las farmacéuticas cubrir sus costos, pero no hacer ganancias.
mAbxience tendrá además otro "costo de oportunidad": utilizará toda su planta nueva para producir la vacuna contra el covid-19 (planea producir inicialmente unas 23 millones de dosis por mes).
Esto significa que no podrá utilizar su flamante planta de 20.000 m², en la que invirtió más de US$40 millones, para producir sus propios medicamentos, fin con el que fue creado.
Es decir, perderá rentabilidad mientras se dedique a fabricar la vacuna de Oxford.
Sin embargo, Corley destaca el enorme orgullo que sienten todos en la empresa por el aporte que están haciendo en la lucha contra la pandemia global.
"Para nosotros es un privilegio poder contribuir a esto. La gente está entusiasmadísima y con ganas de ponerle el hombro y tratar de ir lo más rápido para poder dejar este problema atrás lo antes que se pueda", afirma.
La empresa
mAbxience se fundó en 2009 y abrió su primera planta en Buenos Aires en 2012. Corley cuenta que cuando empezaron, tenían apenas ocho empleados.
Hoy trabajan en el laboratorio argentino 150 personas, entre ellos expertos en biotecnología, biología, bioquímica y química.
En 2015, la empresa abrió una planta nueva en León, España, a la que sumó este año el laboratorio más grande de todos, en Garín, en los suburbios de la capital argentina.
Hasta ahora, la empresa biotecnológica se había dedicado principalmente a la producción de anticuerpos monoclonales, que se utilizan para tratar algunos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide.
De ahí viene el extraño nombre de mAbxience: mAb es por monoclonal antibodies y la "x" es un apócope de la palabra ciencia.
Con la construcción de su nueva planta, la compañía planeaba duplicar su capacidad de producción, lo que le permitiría ampliar sus exportaciones, que ya llegan al resto de América Latina, África, Asia y Medio Oriente. Ahora esa expansión tendrá que esperar.
Sin embargo, Corley aseguró que la producción de la vacuna contra el covid-19 no afectará la fabricación de sus medicamentos actuales, que se seguirán haciendo en sus dos plantas restantes.
La empresa calcula que unos 35.000 pacientes en América Latina utilizan estos medicamentos.
Cuánto tardarán
Lo que muchos preguntan con ansiedad es cuándo podrá estar lista la vacuna.
Corley no se anima a dar precisiones, más allá de asegurar que será "en el primer semestre de 2021".
El experto explica que, aunque la producción se arranque temprano, incluso antes de que se apruebe la vacuna, son muchos los pasos y protocolos, además de las inspecciones, que se deben atravesar para garantizar su correcta fabricación.
"No quiero generar una falsa expectativa", señala, aclarando que recién en febrero estiman que estarán listos para comenzar la producción comercial de la vacuna.
Luego hay que enviar el principio activo a México para que lo envasen, proceso que tardaría otros 40 días.
Y por último se distribuye, algo que AstraZeneca ya ha dicho se hará de forma equitativa entre los distintos países de la región.
Consultado sobre por qué el envasado se hace en México y no en Argentina el experto señala que es "una decisión práctica por la cantidad de dosis que hay que llenar".
Pero aunque el paso final lo dé otro, Corley resalta el papel que jugará su empresa: "Vamos a producir el corazón de la vacuna", dice orgulloso.
Según estima, podrían tardar unos siete u ocho meses en producir las hasta 250 millones dosis que se planea distribuir en América Latina.
"Vamos a arrancar produciendo unas 23 millones de dosis por mes, pero estamos dando ya los pasos para poder duplicar eso", cuenta.
Para ello planean incorporar otros dos biorreactores, una inversión que hará la propia empresa.
Corley sabe que lo que se viene serán días de mucho trabajo, pero él está feliz.
"Va a ser un esfuerzo pero sabemos que vamos a estar haciendo algo muy importante", manifiesta.
Lo reconforta, además, poder dar una buena noticia en medio de lo que ya es la peor crisis económica en la historia de Argentina.