Millones de musulmanes en todo el mundo celebran desde el 23 de abril el Ramadán, el mes sagrado del Islam.
Este año, sin embargo, el Ramadán se vive de una forma diferente debido a las restricciones impuestas por las autoridades para frenar la propagación del coronavirus.
Se han cerrado mezquitas y se han prohibido las reuniones masivas.
Durante su mes sagrado, los más de 1,8 millones de musulmanes alrededor del mundo se abstienen de comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales desde el amanecer hasta el atardecer.
Al anochecer las familias y amigos usualmente se reúnen para romper el ayuno y muchos de ellos asisten a grupos de oración.
Este año, sin embargo, los fieles han debido practicar sus rituales en casa.
En los países particularmente afectados por la pandemia, las celebraciones de este año están teñidas de tristeza.
El complejo de la mezquita Al-Aqsa de Jerusalén ha estado cerrado desde mediados de marzo y no abrirá durante el Ramadán.
En la Gran Mezquita de La Meca, en Arabia Saudita, el lugar de mayor veneración para los musulmanes, normalmente por estos días habría miles de fieles, pero este año luce vacía.
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