Lleva 6 meses en huelga de hambre y, desde el domingo, ya no bebe agua.

El activista británico-egipcio Alaa Abdel Fattah, quien ha pasado la mayor parte de la última década en prisión en Egipto, ha intensificado su huelga de hambre para coincidir con el inicio de la COP27, según ha comunicado su hermana.

Durante más de 200 días, Abdel Fattah solo ha consumido leche, miel y té, unas 100 calorías diarias en protesta para que Egipto le permita tener acceso consular de Reino Unido.

Grupos de derechos humanos denuncian que el activista, de 40 años, es uno de los más de 60.000 presos políticos que se calcula que languidecen en las cárceles egipcias, y han acusado al gobierno de El Cairo de tratar de blanquear su reputación represiva con la organización de la cumbre climática.

El gobierno egipcio ha insistido en que no hay presos políticos en el país.

Heredero de una saga de activistas de derechos humanos en Egipto, este bloguero y programador de software se convirtió durante la Primavera Árabe en una de las caras más visibles de la revolución que derrocó a Hosni Mubarak.

En 2021, Abdel Fattah fue condenado a cinco años de prisión por difundir noticias falsas en un juicio que Amnistía Internacional ha calificado de "extremadamente injusto".

Los llamamientos para su liberación se han intensificado desde la inauguración de la cumbre climática en Sharm el Sheij en Egipto el domingo.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha asegurado que planteará el tema en la cumbre de la COP, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se ha inaugurado en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.

En una carta que envió recientemente a la familia del activista, Sunak aseguró que su caso es "una prioridad para el gobierno británico tanto como defensor de los derechos humanos como ciudadano británico".

Sin embargo, es posible que no llegue vivo al final de la cumbre, asegura su hermana menor, Sanaa Seif.

En una entrevista con el canal "Sky News", pidió al gobierno británico que les consiga una "prueba de vida" de su hermano.

Su familia lleva años movilizada para conseguir su liberación.

"Nos estamos quedando sin tiempo"

En las últimas semanas, Sanaa Seif ha llevado a cabo una sentada a las puertas del ministerio de Exteriores británico, antes de viajar a Sharm el Sheij para continuar allí la presión a las autoridades británicas y egipcias para que permitan la excarcelación de su hermano.

Seif, de 28 años, es también activista de derechos humanos, y ha cumplido tres condenas de prisión en Egipto por cargos que otros activistas condenaron como falsos. Cree que las conversaciones que el gobierno británico mantenga con el presidente egipcio, Abdel Fattah el Sisi, pueden llegar tarde.

La secretaria general de Amnistía Internacional, Agnes Callamard, ha advertido de que es posible que a Abdel Fattah solo le queden 72 horas de vida, y ha exigido también su liberación.

"Seamos muy claros, nos estamos quedando sin tiempo", advirtió el pasado domingo en El Cairo. "Si las autoridades no quieren terminar con una muerte que debieron y pudieron haber evitado, deben actuar ahora. Si no lo hacen, esa muerte estará en cada discusión en esta COP".

Es posible que la cumbre del clima sea la última oportunidad que tiene para salvarse, ha dicho su tía, la escritora egipcia Ahdaf Sueif, a la BBC, quien ha pedido al primer ministro Sunak que haga todo lo posible para conseguir su liberación.

"Realmente solo tenemos unos pocos días", ha dicho. "Ninguno de nosotros tiene motivos para creer que el régimen lo dejará algún día libre".

Durante la última década, Alaa Abdel Fattah ha sido encarcelado en varias ocasiones por cargos que los grupos de derechos humanos consideran completamente espurios.

"Él sabe desde hace tiempo que ya ha tenido suficiente, que no puede vivir así. Y esta es ahora su oportunidad y la de todos nosotros para llevar las cosas a un punto crítico", ha denunciado Sueif.

La autora asegura que su sobrino depende ahora del ruido que su familia, así como la comunidad egipcia e internacional están haciendo para conseguir su excarcelación.

La semana pasada, 15 premios Nobel enviaron una carta a los líderes mundiales que asisten a la COP27 para que pidan la liberación de los miles de activistas encarcelados en Egipto, entre ellos Alaa Abdel Fattah.

Entre los firmantes se encuentran 13 ganadores del Nobel de Literatura (Svetlana Alexievich, JM Coetzee, Annie Ernaux, Louise Glück, Abdulrazak Gurnah, Kazuo Ishiguro, Elfriede Jelinek, Mario Vargas Llosa, Patrick Modiano, Herta Müller, Orhan Pamuk, Wole Soyinka y Olga Tokarczuk), además del químico George P.Smith y el matemático Roger Penrose.

"Alaa ha pasado 10 años -una cuarta parte de su vida- en la cárcel por las palabras que ha escrito", reza la carta. "Como ganadores del Nobel, creemos en el poder que tienen las palabras para cambiar el mundo, y la necesidad de defenderlas si queremos construir un futuro más sostenible y genuinamente justo".

El gobierno británico, añade, podría usar su influencia para liberarlo: "todo esto está en manos del gobierno británico para facilitarlo... sería muy difícil para Reino Unido seguir tratando con Egipto como si nada hubiera pasado a menos que se resuelva este caso".

Ahdaf Sueif confía en que, "si el gobierno británico se lo toma en serio, y si Rishi Sunak lo dice do forma convincente, Alaa estará en un avión camino a Londres".

El activista recibió la nacionalidad británica en diciembre de 2021 gracias a que su madre, Laila Sueif, nació en Londres.

Alaa Abdel Fattah se inició en el activismo a través del blog "Manaala", que escribía al alimón con su esposa, Manal Bahey el Din Hassan, y que recibió en 2005 un premio de Reporteros sin Fronteras.

Durante la Primavera Árabe, ambos formaron parte del grupo de jóvenes egipcios que lograron movilizar a gran parte del país en busca de un cambio democrático para Egipto.

Su hijo Jaled, al que nombraron en homenaje a Jaled Said, el joven asesinado por la policía en Alejandría cuyo caso se convirtió en detonador de las protestas que condujeron a la revolución, nació mientras Abdel Fatah estaba en la cárcel.

Su padre fue el conocido abogado de derechos humanos Ahmed Seif al Islam, que también sufrió la cárcel y la tortura en Egipto durante la década de los 80 del siglo pasado, que le dejó secuelas para el resto de su vida.

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