Un gran retrato del presidente chino, Xi Jingpin, con media sonrisa y la bandera china de fondo. A su lado, una frase en serbio: "Gracias, hermano Xi".
Durante las primeras semanas de abril, esta imagen pudo verse en carteles luminosos en Belgrado, la capital de Serbia, pagados por tabloide local.
En medio de la pandemia por la Covid-19, el gigante asiático era presentado por el gobierno de este país europeo como su principal aliado.
"La solidaridad europea no existe. Eso era un cuento de hadas sobre el papel. Mandé una carta especial a los únicos que pueden ayudarnos y eso es China", dijo el presidente de Serbia, Alexandar Vucic, el 15 de marzo.
En ese momento, varios países de la Unión Europea habían restringido la exportación de material médico y, aunque la medida fue levantada poco tiempo después, el gobierno serbio ya había acudido a Pekín en busca de ayuda.
Un acercamiento "sin precedentes"
Pero esta "amistad centenaria y fuerte como el acero", como la definió el mandatario serbio, no nació con la pandemia.
En los últimos años, este país de poco menos de siete millones de habitantes, pero candidato a incorporarse en la Unión Europea desde 2012 y con una posición privilegiada entre el centro, el Este y el Sur de Europa, se convirtió en un socio privilegiado del gigante asiático.
Y uno de los efectos de la Covid-19, señalan los analistas, fue poner de manifiesto de una manera más evidente el alcance de esas relaciones.
"Antes, cuando Serbia no trataba con Occidente y miraba al Este, normalmente se dirigía a Moscú. Ahora creo que está reemplazando Moscú por Pekín", le dice a BBC Mundo el politólogo serbio Vuksa Vuksanovic, asociado al centro de estudios internacionales LSE-Ideas de la London School of Economics.
"Serbia y los Balcanes se constituyeron de alguna manera en los últimos años en un puente para China hacia Europa. Hubo relaciones previas entre la China comunista y la Yugoslavia de Tito. Hubo un cierto sentimiento de solidaridad durante los años 90, sobre todo cuando la embajada china en Belgrado fue bombardeada durante la campaña de la OTAN en 1999. Sin embargo, lo que estamos viendo en los últimos cuatro años no tiene precedentes históricos. En ese sentido, China es un actor inesperado en los Balcanes", añade el experto.
Cuando China miraba a Yugoslavia
Hasta finales de los 80, la relación de Pekín con la antigua Yugoslavia estuvo condicionada en gran medida por las diferencias ideológicas entre ambos países en el marco del socialismo.
El interés de China por el modelo yugoslavo aumentó, en cambio, cuando el país asiático empezó a plantearse una agenda reformista en el terreno económico.
"Durante los primeros años de apertura, China mostró interés en Yugoslavia, en el sentido de que querían aprender de los comunistas yugoslavos cómo consiguieron tener una economía relativamente abierta y, al mismo tiempo, mantenerse como un país de partido único", le dice a BBC Mundo Dragana Mitrovic, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Belgrado y directora del Instituto para Estudios Asiáticos de la misma ciudad.
Años después del desmembramiento de Yugoslavia, el punto de inflexión en las relaciones entre Belgrado y Pekín tuvo lugar en 2013 con el lanzamiento de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como Nueva Ruta de la Seda.
Serbia en la Nueva Ruta de la Seda
Este gran proyecto comercial y de infraestructuras tiene en los Balcanes un tramo fundamental en su trazado entre China y Europa.
Un año antes, en 2012, Pekín había puesto en marcha su iniciativa de cooperación con Europa Central y del Este, también conocida como 17+1 en referencia a los países europeos que la componen además de China.
"Este grupo incluye 12 estados miembros de la Unión Europea y cinco que están en diferentes puntos de la senda de la incorporación. Todos estos países tienen en común que todos fueron socialistas", apunta Mitrovic.
"Pero podemos mirar más atrás de 2012. Si vamos a 2009, China adquirió dos terminales de contenedores del puerto del Pireo, en Grecia. Ya en ese momento tenían en mente la ruta estratégica que conecta el sur de Europa con el norte, a través de territorio serbio hacia Budapest y Europa central", añade la profesora.
La (cada vez mayor) presencia china en Serbia
A lo largo de la última década, la cooperación entre China y Serbia se materializó en todo tipo de proyectos, desde la edificación de un puente sobre el Danubio a las afueras de Belgrado hasta la construcción de carreteras y la mejora de ferrocarriles, pasando por la futura apertura en la capital serbia de uno de los mayores centros culturales chinos en Europa.
En muchos casos, el modelo de colaboración con Serbia es el mismo que China aplicó en otras partes del mundo y que ha sido criticado por opacidad en su gestión por organizaciones como la delegación serbia de Transparencia Internacional.
"Para llevar a cabo estos proyectos, Serbia toma créditos de bancos chinos y después contrata y paga a empresas chinas para que hagan los trabajos", indica Lazara Marinkovic, periodista del servicio serbio de la BBC.
Del acero a la vigilancia
La presencia china se expandió también a sectores como la industria, la energía, las telecomunicaciones y la seguridad nacional.
En 2016, el grupo chino HBIS compró por US$55 millones la fábrica de acero de Smederevo, que la compañía estadounidense US Steel había revendido al Estado serbio en 2012 por el precio simbólico de un dólar.
Dos años después, la minera china Zijin Mining adquirió una participación mayoritaria en productora de cobre serbia RTB Bor.
Y en el campo de la vigilancia, la empresa semipública china Huawei colaboró con el Ministerio del Interior serbio para la instalación de 1.000 cámaras de seguridad.
"Se trata del llamado proyecto Ciudad Segura, que fue criticado por activistas en ciberseguridadpor los posibles abusos sobre la privacidad del programa de reconocimiento facial que utiliza", señala Marinkovic.
Turistas y policías chinos en Belgrado
Pero más allá de los acuerdos empresariales, la presencia china se deja sentir también en las calles de Belgrado y otras ciudades serbias.
La eliminación de la exigencia de visas para los viajeros procedentes del país asiático en 2017 llevó también a un aumento del turismo chino en Serbia, que en 2018 llegó a los 80.000 visitantes.
Aunque esta cifra está lejos de los más de dos millones de chinos que visitaron Francia y de los 12,8 millones que llegaron a laUnión Europea en el mismo año, se trata de una cantidad considerable para Serbia, uno de los países de Europa que recibe menos viajeros extranjeros.
El aumento del turismo procedente de China propició además una imagen inédita en Belgrado.
Desde 2019, policías chinos patrullan junto a agentes serbios la capital serbia para atender a los miles de turistas de ese país.
Kosovo, ¿clave en la alianza entre Belgrado y Pekín?
Las razones que explican la sintonía entre Pekín y Belgrado son diversas y responden a intereses tanto económicos como políticos.
Desde el lado serbio, además del interés económico, una de las claves para entender la cercanía política entre China y Serbia hay que buscarlas en el conflicto de Kosovo.
El estatus de este territorio, que declaró su independencia de Serbia de manera unilateral en 2008 con el beneplácito de buena parte de los países europeos y de Estados Unidos, es una de las cuestiones que marcan la agenda política de Belgrado tanto desde el punto de vista interno como externo.
"Es importante el hecho de que China sea un miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que respete la política serbia de integridad territorial y soberanía, sobre todo en lo relativo a la provincia separatista de Kosovo. Serbia también respeta la política de una China y ha sido muy coherente al respeto", afirma Mitrovic.
Sin embargo, Vuksanovic matiza el peso de este asunto en el desarrollo de las relaciones entre China y Serbia.
"Esta es una cuestión ambigua. Por un lado tiene una importancia grande y al mismo tiempo es un elemento menor en esa relación. De un modo simbólico, para Belgrado, la posición china sobre este tema fue uno de los motivos por los que decidieron aproximarse a Pekín", sugiere el politólogo.
"Pero del otro lado, vemos que China, a pesar de no haber reconocido a Kosovo, se ha mantenido al margen de esa disputa y no ha utilizado su veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unida ni una sola vez. Retóricamente sí apoyan a Belgrado al no reconocer a Kosovo, pero no creo que estén involucrados en esa disputa de ninguna otra manera", agrega.
Negocios e influencia política
Para China, desde el punto de vista económico, la regulación más laxa en Serbia respecto a los países miembros de la UE ofrece oportunidades a la hora de probar su capacidad de penetrar en el mercado europeo.
Y esta presencia económica se traduce también en una capacidad de influencia política creciente sobre un país que desde 2012 es candidato a la Unión Europea y que es vista a menudo con preocupación desde Bruselas.
Preocupa también el deterioro de las instituciones democráticas en el país balcánico, que pasó de estar considerado como un país "libre" en el informe de Freedom House de 2018 a ser catalogado como "parcialmente libre" en 2019 y 2020.
La organización estadounidense responsabiliza al conservador Partido Progresista Serbio (PPS) del presidente Vucic de "erosionar los derechos políticos y las libertades y presionar a los medios independientes, a la oposición política y a las organizaciones de la sociedad civil".
A finales de junio, el PPS obtuvo un 60% de los votos en unas elecciones parlamentarias que contaron con una participación de en torno al 50% y que fueron boicoteadas por buena parte de la oposición.
Entre China y la Unión Europea
Pero, a pesar de su acercamiento a Pekín -y su tradicional proximidad a Moscú-, según la Agencia Serbia de Desarrollo, China es el sexto país en inversión directa en Serbia, por detrás de Italia, Estados Unidos, Francia, Austria y Alemania. La UE también es el primer socio comercial de Serbia, con cerca del 65% del volumen total.
"La UE tiene dificultades en convertir ese capital económico en una influencia política tangible. Está presente en proyectos y en financiación, es el mayor socio comercial y el mayor donante, pero no en términos de una estrategia seria, ni para forzar reformas políticas ni para cambiar el comportamiento en política exterior de ninguna de las capitales balcánicas, que saben que no se incorporarán a la UE pronto. Y eso es un incentivo para aproximarse a China",señala Vuksanovic.
La colaboración con el país asiático es en un tema frecuente en los medios de comunicación serbios y tiene un reflejo en la opinión pública.
En una encuesta publicada por el Ministerio de Integración Europea serbio en diciembre de 2019, un quinto de los encuestados afirmó que China fue el mayor donante al país desde 2000, frente a un 26% que respondió que la UE y un 23% que aseguró que fue Rusia.
En realidad, según la misma fuente, China aportó un 0,6% de las donaciones en los últimos 20 años, por detrás de la UE, que aportó un 59,5% de la ayuda, Estados Unidos, que contribuyó con un 14,1%, cinco países europeos y Japón. Rusia no aparece entre los 9 principales donantes.
"Para mucha gente esos datos no son tan importantes. Ni China ni Rusia apoyaron los bombardeos de la OTAN en 1999, mientras que EEUU y los países de la UE bombardearon Serbia. Esa es la lógica. En ese sentido, creo que son las emociones las que dirigen la opinión pública más que los hechos. Esa es una de las razones por las que la UE y EEUU no tienen la mejor imagen en Serbia pese a ser los que más dinero aportan",apunta Marinkovic.
La periodista de la BBC señala también a una tradición diplomática -yugoslava primero y serbia después- según la cual Belgrado trata de mantener una de independencia en su relación con la grandes potencias.
"A Serbia le gusta sentarse, por así decirlo, en dos sillas. Esto puede ser parte de nuestro legado del Movimiento de los No Alineados, que viene de los tiempos de Tito. Serbia no pertenece a ningún bloque. Y es lo que los políticos actuales han estado diciendo durante años: estamos en la vía de acceso a la UE, pero también somos grandes amigos de Rusia y, ahora, también de China.
"En cualquier caso, no creo que Serbia se aparte del camino de acceso a la UE. Tampoco es de esperar que la UE deje de lado fácilmente todo el dinero que ha invertido y donado a esta región", concluye la periodista de la BBC.