Paraguay ya está libre de malaria.
Así lo certificó oficialmente el lunes la Organización Mundial de la Salud, tras siete años sin un solo caso autóctono.
Es el primer país latinoamericano que lo logra desde Cuba, que obtuvo la certificación en 1973.
"Esto es un recordatorio importante para la región de lo que se puede lograr cuando los países se concentran en una meta y se mantienen vigilantes después de alcanzarla", dijo Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), oficina regional de la OMS para la región de las Américas.
"Tenemos la esperanza de que otros países se sumen pronto a Paraguay en la eliminación de la malaria".
La malaria, también conocida como paludismo, está presente en el continente americano, desde México hasta Argentina.
Paraguay formaba parte de un grupo de 21 países que tenían el potencial de eliminar la malaria para 2020. Otros países de ese grupo son Belice, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México y Surinam.
En la década de 1940, Paraguay notificó más de 80.000 casos de la enfermedad, según cifras de la OMS.
¿Cómo logró erradicarla en menos tiempo de lo previsto?
Vigilancia, educación y formación
La OMS considera que una enfermedad ha sido erradicada si durante tres años no se reporta ningún caso.
La malaria está causada por el parásito Plasmodium, que se transmite por la picadura de un mosquito infectado.
En Paraguay dos variedades de ese parásito eran endémicas: el Plasmodium falciparum, eliminado es de 1995, y el Plasmodiumvivax, cuyo último caso registrado es de 2011.
El uso de mosquiteras y la fumigación de interiores son estrategias básicas para combatir la malaria, según la OMS.
Esas intervenciones fundamentales hay que complementarlas con planes de salud pública para mejorar el diagnóstico y los tratamientos con antipalúdicos.
El panel de expertos que le dio la certificación a Paraguay destacó la disponibilidad universal de tratamiento médico gratuito y un sólido sistema de vigilancia de la malaria.
Entre 1950 y 2011, Paraguay elaboró de manera sistemática políticas y programas para controlar y eliminar la malaria, según la OMS.
En 2011 se lanzó un plan quinquenal para consolidar los avances y prevenir el restablecimiento de la transmisión.
Las actividades se centraron en el trabajo con las comunidades y la educación para que las personas estuvieran mejor informadas sobre más formas de prevenir la transmisión de la malaria, así como sobre el diagnóstico y las opciones para el tratamiento.
En una fase posterior, en 2016, el Ministerio de Salud lanzó una campaña de tres años destinada a mejorar los conocimientos del personal sanitario que proporciona atención directa.
Para ello contó con el apoyo del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria.
"El país fortaleció su capacidad para prevenir las enfermedades, detectar casos sospechosos, diagnosticar la malaria con exactitud y brindar tratamiento rápido, todas ellas estrategias clave para enfrentar la amenaza continua de importación de la malaria de países con endemicidad de las Américas y África subsahariana", dice la OMS.
La malaria en América Latina
Se estima que cada año más de 200 millones de personas contraen malaria y que casi medio millón de personas mueren por esa enfermedad, que es particularmente letal para los niños.
El 92% de los casos de malaria registrados en el mundo se dan en el continente africano.
Pero la historia latinoamericana también registra cientos de miles de muertes producto de las fiebres y convulsiones características del paludismo.
Entre 1960 y 1973 se certificó la eliminación de la malaria de siete países y territorios de la región: Cuba, Dominica, Granada, Jamaica, Santa Lucía, Trinidad y Tobago y el norte de Venezuela.
Según la OMS, los casos de malaria en América Latina bajaron un 62% y las muertes por la enfermedad disminuyeron un 61% entre 2000 y 2015.
Sin embargo, la organización registró un aumento de los casos en varios países en 2016 y 2017, entre ellos en Colombia, Perú y Venezuela.
Para la OMS hay un importante desafío para el diagnóstico, el tratamiento y la investigación de casos, en particular en zonas remotas.
En su último informe, de 2017, el organismo advirtió, sin embargo, que la financiación para los programas de lucha contra la malaria descendió en muchos países.