Como veterano disidente y activista de la oposición al gobierno chino radicado en California, Arthur Liu, el padre de la patinadora artística olímpica Alyssa Liu, no se mostró particularmente sorprendido al recibir una llamada del FBI.

"Me dijeron que el gobierno chino había enviado espías al área de la Bahía de San Francisco, para obtener la información sobre mi pasaporte y el de mi hija", indicó a la BBC.

"No diría que entré en shock, pero pensé, vaya, se están tomando esto muy en serio".

Una llamada sospechosa

Al principio, Liu no ató cabos tras recibir la llamada "sospechosa" de un hombre que decía ser del Comité Olímpico y Paralímpico estadounidense, y argumentaba que estaba realizando "una revisión preparatoria" para el viaje a los Olímpicos de invierno en febrero de 2022.

"No me di cuenta realmente de que era alguien que no era del Comité Olímpico", recordó Liu. "Simplemente decidí hacer lo correcto y no entregar ninguna información. Es que esa no es la manera en la que presentamos los pasaportes".

La voz al otro lado de la línea, según creen las autoridades estadounidenses, era Anthony Ziburis, un exguardia penitenciario y guardaespaldas del estado de Florida.

Su misión era espiar y desacreditar a disidentes chinos para los servicios de inteligencia de Pekín. Según reportes, los disidentes incluían a dos ciudadanos estadounidenses, Liu y Yan Xiong, un capellán del ejército estadounidense y candidato al Congreso que había estado involucrado en las protestas de la plaza de Tiananmen de 1989.

En marzo Ziburis fue acusado por el Departamento de Justicia de EE.UU. de espionaje para el gobierno chino. Pero está lejos de ser el único. En lo que va de este año, agentes de EE.UU. han acusado al menos a 12 personas, incluyendo varios ciudadanos estadounidenses, de acoso y espionaje a residentes estadounidenses para China.

La advertencia del MI5 y el FBI

El 8 de julio también se presentaron cargos contra dos personas más que eran parte del mismo esquema al que pertenecían los que tenían en su mira a Liu.

El caso de Liu llega en un momento de tensión, tanto en EE.UU. como en Reino Unido, por el incremento en actividades de espionaje chinas alrededor del mundo.

En una aparición pública sin precedentes la semana pasada en las instalaciones del MI5 en Londres, los líderes de los servicios de seguridad de EE.UU. y Reino Unido advirtieron de una vasta red de espionaje y un programa de hackeo -mayor a los de todos los otros grandes países del mundo combinados- dirigido desde China.

Se cree que estos programas son parte de un esfuerzo mayor, en crecimiento y de distintas facetas, para dar a China ventaja sobre sus rivales y para silenciar o suprimir amenazas percibidas al gobierno del Partido Comunista de China.

La estrategia incluye todo tipo de esfuerzos, desde piratería informática hasta espías en las puertas.

Los "cinco venenos" de China

Exagentes de inteligencia en EE.UU. aseguran que las personas con mayores probabilidades de estar en el punto de mira son aquellas que supuestamente tienen conexiones con lo que el gobierno chino ha identificado como los "cinco venenos" que la amenazan.

Estos son: los separatistas tibetanos y uigures, el movimiento espiritual Falung Gong, los activistas independentistas en Taiwán y, como es el caso de Liu, miembros del movimiento pro-democracia en China.

De manera alarmante, se espera que estos esfuerzos se incrementen en medio de las cada vez peores relaciones sino-estadounidenses, y ni siquiera los ciudadanos de EE.UU. están a salvo.

Para Liu, quien escapó de China por Hong Kong tras las protestas pro-democracia de 1989 en la plaza de Tiananmen, la idea de ser espiado estuvo siempre presente.

Un anterior intento acabó cuando, sin saberlo, se hizo amigo de un agente en potencia, un estudiante al que le presentaron a través de un contacto en la red local de la diáspora china a quien ayudó a encontrar vivienda en EE.UU.

"Uno o dos años después me dijo que le habían pedido que me espiara. Era una condición para que viniera (a Estados Unidos)", relató Liu. "Pero luego no quiso hacerlo".

Espionaje informático y humano

El espionaje a ciudadanos chinos que viven en el extranjero se presenta de muchas formas: desde intentos de piratear sus correos electrónicos y dispositivos hasta la colocación de agentes humanos dentro de sus círculos sociales u organizaciones de expatriados.

A menudo, los métodos electrónicos se utilizan para "facilitar" el espionaje humano.

"Puedes espiar a alguien en línea y tener una idea de sus contactos", afirmó Christopher Johnson, exanalista jefe de China en la CIA. "Entonces tal vez te acerques a esas personas. Una cosa lleva a la otra".

Pekín ataca a los disidentes como Liu porque cree que son parte de una "batalla narrativa global" entre China y Occidente, agregó Johnson.

Aquellos que hablan públicamente en contra del régimen pueden obstaculizar los esfuerzos de China para presentarse de manera positiva.

Esto ha adquirido una "importancia renovada en los últimos dos años", aseguró.

Su versión de la historia

"Usan el obsoleto término marxista del 'poder del discurso'. Es la idea de que ellos mismos deben contar la historia de China mediante su propia propaganda".

El gobierno chino no respondió a la solicitud de comentarios.

Cuando se acusó a Ziburis en marzo, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Pekín, Zhao Lijian, acusó a Estados Unidos de "denigración y difamación injustificadas" contra China.

Sin embargo, funcionarios de inteligencia actuales y anteriores de EE.UU. han advertido repetidamente sobre una gran campaña de espionaje chino en el país norteamericano.

En un discurso a principios de este año, el director del FBI, John Wray, aseveró que las operaciones de espionaje chino en Estados Unidos son "más descaradas" que nunca.

Esto tiene sentido en la medida en que la administración Biden enmarca la rivalidad entre Estados Unidos y China dentro de la lucha global entre las democracias y las autocracias, declaró Johnson.

Un caso cada 12 horas

Según el FBI, la oficina abre un nuevo caso de contrainteligencia relacionado con China cada 12 horas. Hasta febrero estaban abiertos más de 2.000 casos.

A pesar de esto, Johnson calificó como "pésimos" los esfuerzos de Estados Unidos para detener el espionaje chino.

"Ellos están más dispuestos a esforzarse para llevarlo a cabo que nosotros para tratar de disuadirlo", dijo.

El FBI estima que hay "cientos" de disidentes en EE.UU. a los que China espera atacar como parte de una campaña cada vez más agresiva para tomar represalias personales y políticas.

"La mayoría de los objetivos son residentes permanentes o ciudadanos naturalizados; personas con importantes derechos y protecciones bajo la ley de EE.UU.", afirmó el director Wray.

"No me importa"

Liu, por su parte, aseguró que no cree que cesen nunca los esfuerzos para espiarlo.

El intento más reciente, sin embargo, tuvo una complicación adicional.

En el momento de la llamada del FBI era casi seguro que Alyssa Liu, que había publicado contenido sobre el trato de China a la minoría étnica uigur en las redes sociales, viajaría a Pekín.

Liu reconoció que estaba "tremendamente preocupado" por su seguridad, pero optó por no decírselo en aquel momento.

"No quería que fuera a China con una pesada carga sobre los hombros", indicó. "Quise que fuera y disfrutara de la experiencia olímpica".

Un año después, declaró que no se sorprendería si el FBI lo contactara nuevamente, aunque espera "no tener que hacer esto otra vez".

"Aprendí a comportarme como una persona normal. Ellos (el gobierno chino) pueden hacer lo que quieran, no puedo detenerlos. No me importa", expresó.

"Seguiré hablando en contra de ciertas conductas y de cualquier tipo de violación de los derechos humanos. Nada me impedirá hacerlo".

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