Un juego de pulsos políticos mueve nuevas fichas en las altas esferas de Washington.

Esta vez, entre el hombre y la mujer más poderosos de Estados Unidos: Donald Trump y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

Y es que desde el miércoles ambos se enfrascaron en un tenso rifirrafe en torno a un tema que genera incomodidad y críticas a ambos lados del espectro político: el cierre parcial del gobierno que ya rompe récords como el más largo de la historia.

La última movida tuvo lugar este jueves, cuando Trump le negó a Pelosi el uso de un avión militar en el que la líder demócrata y otros congresistas planificaban viajar una hora más tarde a Bélgica y a Afganistán.

"Estoy seguro de que estará de acuerdo en que posponer este evento de relaciones públicas es totalmente apropiado", indica la misiva, en la que el presidente también añade que si Pelosi deseara realizar el viaje en un vuelo comercial, "sería su prerrogativa".

De acuerdo con la oficina de la congresista, la gira, que Trump calificó también como "excursión", tenía como objetivo reunirse con autoridades de la OTAN durante una escala en Bruselas y, más tarde, con efectivos estadounidenses en Afganistán.

"También creo que, durante este periodo, sería mejor si usted estuviera en Washington negociando conmigo y uniéndose al movimiento de Seguridad Fronteriza Fuerte para poner fin al cierre", añade.

La carta fue vista por muchos como una respuesta a la que le envió la líder demócrata a Trump el miércoles, en la que le pedía cancelar su discurso sobre el Estado de la Unión, previsto para el próximo 29 de enero, hasta tanto se resolviera la apertura del gobierno.

"Lamentablemente, dadas las preocupaciones de seguridad actuales y, a menos que el gobierno vuelva a abrir esta semana, sugiero que trabajemos juntos para determinar otra fecha adecuada", escribió Pelosi al mandatario.

Una carta "inmadura"

Las cartas de Trump a Pelosi fue duramente criticada tanto por demócratas como por miembros de su propio partido, quienes incluso la calificaron de "infantil".

El líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, consideró que la movida del mandatario "demerita la presidencia", mientras que el senador republicano Lindsey Graham la calificó de "inapropiada".

Graham, no obstante, cuestionó también la decisión de Pelosi de buscar posponer el discurso de Trump y opinó que se trataba de una jugada "irresponsable".

"Una respuesta inmadura no merece otra. La amenaza de la presidenta de la Cámara Pelosi de cancelar el discurso del Estado de la Unión es muy irresponsable y descaradamente política", consideró.

Estados Unidos vive desde diciembre pasado el cierre parcial del gobierno más largo de su historia, que ha dejado sin salario a unas 800.000 personas.

El cierre tuvo lugar luego de que la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes se negara a pasar un presupuesto que incluya más de US$5.700 millones que el presidente pide para construir un polémico muro en la frontera con México, que fue una de las bases de su campaña.

Mientras los republicanos creen que la barrera -que ahora, según Trump, sería una valla de barras de acero- podría ayudar a una mejor seguridad fronteriza, los demócratas creen que sería un gasto innecesario del dinero de los contribuyentes.

Pero 27 días después, nadie parece distinguir una posible salida que ya comienza a dejar sus efectos no solo en la vida de los empleados del gobierno que se han quedado sin salarios.

De acuerdo con el periodista de la BBC en Washington Anthony Zurcher, la situación se ha convertido "en una batalla de suma cero" en la que los costos de continuar la lucha son igualados solo por el precio político que se pagará si una de las partes cede.

"Mientras tanto, 800.000 empleados federales continúan trabajando, o se sientan en casa, sin paga. Los sitios web de los gobiernos fallan, los servicios se paralizan y el costo económico comienza a aumentar", señala Zurcher.


 

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