Xingú, en el estado amazónico de Pará, es una de las mayores jurisdicciones de la Iglesia católica de Brasil: tiene una superficie de 365.000 kilómetros cuadrados y más del 70% de sus 576.000 habitantes se declaran católicos.
La región, sin embargo, es atendida por menos de 30 sacerdotes, lo que significa que algunas comunidades terminan viendo a su clérigo designado apenas dos veces al año.
Y Xingú se ha convertido en un estudio de caso para un movimiento interno en la iglesia Católica que trata de remediar la escasez de sacerdotes en zonas remotas: permitir el ordenamiento de hombres casados.
La propuesta, que va contra la bien establecida norma católica del celibato clerical, está formulada en un documento publicado por la iglesia la semana pasada.
Y la misma será debatida en el próximo Sínodo para la Amazonía del Vaticano, una reunión de obispos que se celebrará en Roma en octubre.
De aprobarse, no sería la primera vez que el Vaticano acepta curas casados.
En 2009, la Iglesia de Roma les abrió sus puertas a los clérigos de la Iglesia anglicana que decidieron abandonar a la Iglesia de Inglaterra, en su mayoría por no estar de acuerdo con sus políticas sobre el ordenamiento de mujeres y obispos homosexuales.
Y los sacerdotes de algunas denominaciones católicas orientales también pueden casarse.
Sin embargo, el Sínodo para la Amazonía podría implicar importantísimos cambios en la doctrina católica.
Y la reunión de octubre promete ser uno de los momentos más controversiales de todo el pontificado de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco.
El pontífice, quien asumió la máxima prelatura en 2013, ya se ha pronunciado a favor de reglas excepcionales para las zonas remotas, aunque también ha descartado vehementemente la posibilidad de lo que denominó "celibato opcional".
"Mi decisión es: no al celibato opcional", dijo a un grupo de periodistas en enero.
"No lo haré. Esto queda claro. Quizás tengo una mentalidad cerrada. Pero no tengo ganas de ponerme ante Dios con esta decisión", explicó.
La propuesta
Según el documento publicado la semana pasada, el Vaticano está considerando permitir el ordenamiento limitado de "miembros respetados y aceptados de sus comunidades, aunque tengan ya una familia establecida y estable, para garantizar los sacramentos que acompañan y sostienen la vida cristiana".
Se trataría, explica el documento, de hombres mayores, especialmente indígenas, que entren en la categoría de lo que la Iglesia llama viri probati, hombres casados de virtud comprobada.
La selva amazónica cubre 7,5 millones de kilómetros cuadrados en Brasil, Ecuador, Venezuela, Surinam, Perú, Colombia, Bolivia, Guyana y la Guayana Francesa.
Y la mayoría de su población, de más de 30 millones, es católica.
La región se caracteriza por enormes retos logísticos que incluyen la necesidad de desplazarse en bote para llegar a las localidades más alejadas.
Y si bien la Iglesia católica permite que los diáconos administren algunos ritos, como el bautismo, solo los sacerdotes pueden escuchar confesiones o dar la comunión.
Esos requisitos, por su parte, no son parte del protestantismo, y eso puede ayudar a explicar el rápido crecimiento de las iglesias evangélicas en la Amazonía brasileña.
Según datos del censo, los evangélicos pasaron del 19,8% al 30% de la población entre 2000 y 2010.
Y eso explica por qué algunos dentro de la Iglesia católica sienten que llegó la hora de actuar.
"Bajo ningún criterio estamos proponiendo acabar con el celibato. Estamos argumentando que la administración de ritos como la comunión no debería ser restringida solo a hombres célibes", le dijo a la BBC Erwin Kautler, obispo emérito de Xingú.
"Estamos en contra de que existan comunidades excluidas por la falta de sacerdotes. Quien opta por una vida célibe tiene el derecho a hacerlo. Hay muchos que lo hacen y están felices así", explicó vía email.
Vieja práctica
El celibato, en cualquier caso, no siempre ha sido la norma dentro de la Iglesia católica, apostólica y romana.
El primer papa, Pedro, estaba casado, al igual que otros apóstoles. Y el celibato, como norma, se impuso a partir del siglo XII.
La medida tenía como principal justificación garantizar el compromiso completo de los clérigos, pero también tenía como beneficio agregado garantizar que ni hijos ni esposas pudiesen reclamar las propiedades adquiridas por los sacerdotes a lo largo de su vida, las que así pasaban a ser propiedad de la Iglesia.
Aunque la regla especial que podría ser aprobada en octubre se refiere exclusivamente a la Amazonía, en caso de tener éxito podría extenderse a otras regiones.
La misma, sin embargo, se enfrenta a considerable oposición entre los obispos católicos. Y puede atizar el descontento con las posiciones más progresistas del papa Francisco.
Escasez mundial
"A los grupos conservadores esto no les va a gustar ni un poquito", advirtió en un ensayo publicado la semana pasada el experto británico en el Vaticano Austin Ivereigh, autor de dos libros sobre el papa Francisco.
Pero Roque Paloschi, el arzobispo de Porto Velho, una diócesis en la Amazonía brasileña, sostiene que reglas menos estrictas son necesarias si la iglesia ha de sobrevivir.
"No podemos ignorar nuestras dificultades locales", dice refiriéndose a la tarea de atender a los 950.000 habitantes de Porto Velho con únicamente 47 sacerdotes.
"Necesitamos dejar de ser una iglesia visitante para convertirnos en una que esté más presente en las comunidades", afirma.
Que sus colegas estén dispuestos a aceptar el cambio, sin embargo, es un reto igual de grande. Aunque la escasez de sacerdotes no es un problema exclusivo de las iglesias remotas.
Cifras de la Universidad de Georgetown basadas en datos oficiales del Vaticano sugieren que el número global de sacerdotes católicos se ha estancado un poco por encima de los 400.000 desde la década de 1970.
Y, en el mismo período, el número de católicos pasó de 653,6 millones a más de 1.300 millones a nivel mundial.