El deseo de independencia que llevó al referéndum del 1 de octubre no empezó bajo su gobierno. Pero tal es su entusiasmo por la secesión, que el presidente del gobierno regional de Cataluña, Carles Puigdemont, está dispuesto a arriesgar la autonomía existente para lograrlo.

En un desafío sin precedentes a la actual Constitución española, Puigdemont siguió adelante con la esperanza de obtener reconocimiento internacional, aunque el referéndum del domingo pasado fue declarado ilegal por el Tribunal Constitucional español.

A los ojos de los aliados de España en Bruselas y Washington, es una travesía destinada al fracaso, pero este hijo de un pastelero de un pueblo de la provincia de Girona permanece impertérrito.

Enseñanza en español

Carles Puigdemont nació en Amer en 1962. Creció bajo la dictadura del general Francisco Franco y recibió una educación en español en una escuela católica. Pero, como tantos otros en su generación, hablaba catalán en casa.

Joan Matamala, su compañero de escuela aunque unos años mayor que él, recuerda al chico con el que todo el mundo quería llevarse bien, incluso los alumnos de los cursos superiores.

Matamala es propietario de Les Voltes, una librería de Girona que lleva 50 años promoviendo la lengua y cultura catalanas.

Aunque no era un líder natural en esa época, el joven Puigdemont era alguien que no se olvidaba, dice.

Desde joven, Puigdemont tenía una gran pasión por su lengua materna, y estudió filología catalana en la Universidad local.

Miquel Riera trabajó con él en la cabecera pro-independencia ahora conocida como El Punt Avui.

"Desde el principio él estaba muy interesado en la nueva tecnología y en internet", dice Riera. Esto pudo haber alimentado el conocimiento de Puigdemont de las redes sociales, que fueron cruciales para la campaña del referéndum.

"Es un hombre que hace amigos fácilmente", dice Riera, cuyo hijo de 25 años -cuenta- fue herido por un policía en un centro de votación el domingo.

Puigdemont fue alcalde de Girona entre 2011 y 2016, cuando fue elegido presidente de la Generalitat, el gobierno regional.

No se puede negar su atractivo entre sus seguidores, que piden tomarse selfies con él en los actos y manifestaciones.

Su popularidad trasciende las cuestiones de clase. Sus orígenes son comparativamente modestos, fuera de la élite catalana que dominó la alianza de centro-derecha regional, Convergencia y Unión (ahora Partido Demócrata Europeo Catalán) durante años.

"Puigdemont fue absolutamente clave para traer a Cataluña a dónde estamos ahora", dice Montse Daban, miembro del secretariado de Asamblea Nacional Catalana, un movimiento pro-independentista.

"Él ha sido una absoluta y positiva sorpresa para los ciudadanos catalanes, quienes estuvieron apoyando el proceso de independencia y vieron con consternación que enfrentaba numerosas cargas".

Pero sus acciones provocaron un conflicto con la ley española. Y, a ojos del gobierno de España, el líder catalán creó una crisis, quemando todos los puentes, para hacer una declaración unilateral de independencia.

"La democracia no sólo es votar, hay referendos en dictaduras también", dijo una fuente del gobierno de Madrid a la BBC. "Solo cuando votas con garantías de acuerdo a la ley es una democracia".

Las imágenes de violencia en los centros de votación fueron "150% parte del plan de Puigdemont", agregó la fuente.

"Es desafortunado porque es una trampa. No hay duda de que parece malo para el gobierno español".

Puigdemont habla el lenguaje de la independencia como no lo hacía su más cauto predecesor, Artur Mas, durante el referéndum de 2014, el cual también fue prohibido por Madrid.

"Creo que nos hemos ganado el derecho a ser oídos, pero lo que veo difícil de entender es esta indiferencia, o falta absoluta de interés, en entender qué está pasando aquí. Ellos nunca quisieron escucharnos", dijo Puigdemont a la BBC tras la violencia registrada la jornada del domingo.

"¿Cómo podemos explicarle al mundo que Europa es un paraíso de democracia si pegamos a mujeres mayores y a gente que no hizo nada malo? Es inaceptable. No habíamos visto tal uso desproporcionado y brutal de la fuerza desde la muerte del dictador Franco", agregó.

El presidente de la Generalitat pidió mediación, algo que el gobierno español considera inaceptable.

Una fuente de Madrid rechazó la idea, diciéndole a la BBC que sería una "mediación entre el gobierno español y parte del Estado español... mediación entre la ley y alguien que no tiene marco de referencia".

"¿Mediación sobre qué?", preguntó la fuente.

Rebelión

Según la misma fuente, Puigdemont está ignorando a su propio partido en su fervor por declarar la independencia, reuniéndose con grupos de base independentistas en lugar de dirigir los asuntos del gobierno regional.

En las calles, las expectativas las expectativas se dispararon mientras los conceptos de independencia y democracia se diluyen en un sólo.

Algunos simpatizantes de la independencia parecen haber perdido todo el miedo a la policía española y su indignación crece tras la actuación policial del domingo.

"Él puede ser el hombre más peligroso de España, ya que parece estar dirigiéndose a una declaración unilateral de independencia", dice Manuel Arias Maldonado, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Málaga.

"Una cuestión diferente es si él controla todo lo que ocurre en Cataluña ahora mismo", agrega.

"Si es una revolución -y parece una- su poder está disminuyendo ya que no puede dictar acontecimientos".

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