El Fyre Festival, el festival de música que se vendió como un evento VIP y que acabó con miles de personas varadas en una isla de las Bahamas a finales de abril, no fracasó por errores de coordinación.
Para la fiscalía estadounidense, se trató de un fraude orquestado por un joven de 25 años llamado William McFarland.
El fiscal de Manhattan le acusa de haber presentado datos falsos a al menos dos inversores para convencerlos de que inyectaran US$1,2 millones en una startup que no tenía ni un año de vida.
McFarland mintió sobre los ingresos de su empresa en 2016 y falsificó información sobre sus fondos personales.
El resultado fue, según explicó el fiscal en una nota de prensa, un "esquema" perpetrado "para defraudar" que acabó en el "fiasco llamado Fyre Festival".
Cuentas infladas
McFarland fundó la startup Fyre Media en 2016 y, antes de que acabara el año, ya contaba con una filial llamada Fyre Festival LLC.
El propósito de la primera era diseñar una aplicación para celulares que permitiera a cualquier persona organizar eventos comerciales, sobre todo conciertos, y contratar a los artistas a través de la misma app.
La segunda se creó con la intención de promocionar el Fyre Festival.
Pero McFarland no fue honesto a la hora de buscar financiación, según la fiscalía.
Si el balance de cuentas que el empresario presentaba a sus posibles inversores hubiese sido cierto, Fyre Media hubiese resultado un caso digno de estudio en las escuelas de negocios.
El emprendedor les aseguró que su compañía había ingresado millones de dólares entre julio de 2016 y abril de 2017.
Un número de cifras poco usual para una empresa de reciente creación.
Lo normal es que una startup tarde un par de años en darse a conocer y alcanzar un volumen de negocios que le permita operar eficientemente. Y la rentabilidad tarda aún más en llegar.
En realidad, según reveló el fiscal, Fyre Media sólo había registrado 60 contrataciones de artistas durante esos 10 meses.
Su facturación no llegó ni a los US$60.000.
Menos de US$1.500
A otro inversor, McFarland intentó hacerle creer que contaba con fondos personales necesarios para atajar cualquier problema que pudiese surgir.
Según la fiscalía, el joven falsificó una declaración de propiedad de acciones por un valor de más de US$2,5 millones.
La verdad distaba mucho de dicha cifra: tras indagar en las finanzas de McFarland, las autoridades descubrieron que, si bien poseía acciones en el negocio que él decía, estas no valían ni US$1.500.
"McFarland montó un verdadero espectáculo para poder hacer funcionar ambas compañías, tergiversando el estatus financiero de sus negocios para poder amasar tratos financieros lucrativos", señala la nota de prensa de la fiscalía.
"Al final, el fracaso bastante público del Fyre Festival señaló que había algo que no estaba bien, como hemos alegado hoy con detalle", concluye.
El festival fallido
Fyre Festival LLC se fundó a finales de 2016 y antes de que acabara el año ya había conseguido vender todas las entradas para el evento.
El festival se vendió como un acontecimiento VIP. Contaría con la asistencia de modelos famosas como Kendall Jenner y grandes artistas como Blink 182.
Los asistentes pagaron entre US$1.000 y US$12.000, aunque algunos llegaron a desembolsar hasta US$50.000 por paquetes con todo incluido.
Pero una vez en las Bahamas, miles de jóvenes fueron recibidos con carpas y sándwiches de queso en vez de la comida gourmet y el alojamiento con aire acondicionado que les habían vendido.
McFarland fue arrestado la semana pasada, pero ya ha sido liberado bajo fianza. Tiene una semana para abonar los US$300.000 fijados por el juez como garantía.
El joven, que vivía en un penthouse en Manhattan que le costaba US$21.000 al mes y que conducía un Maserati de US$110.000, ahora ha vuelto a casa de sus padres, según publicó el New York Times.
Las autoridades intentan descifrar el monto final al que asciende este supuesto fraude y no cree las alegaciones de McFarland, que insiste en que no tiene dinero pese a que el día de su arresto llevaba US$5.000 en efectivo, según este diario.