Las cifras son abrumadoras y escalofriantes. Durante casi dos décadas han ido surgiendo denuncias a que revelan la magnitud de los escándalos de pederastia en la Iglesia católica.

De Chile a Australia, de Estados Unidos a Irlanda, numerosos informes revelan patrones de abuso sexual en contra de menores de edad por parte de miembros de la Iglesia.

Ha sido uno de los temas más difíciles de gestionar tanto para el papa Francisco como para su antecesor en el cargo, el papa emérito Benedicto XVI.

Ambos han pedido perdón a las víctimas en nombre de la Iglesia, aunque han sido criticados por no hacer lo suficiente para combatir este flagelo.

Esta semana, Benedicto XVI causó polémica al culpar de los abusos llevado a cabo por religiosos católicos a la revolución sexual de 1968.

En una carta-ensayo publicada en una revista alemana, Benedicto XVI recuerda cómo en aquella época gobiernos como los de Alemania y Austria comenzaron autorizaron el uso de material audiovisual explícito.

"Todo lo que previamente no estaba permitido mostrar en público, incluyendo el coito, ahora era mostrado con fines educativos", señala al tiempo que indica que en aquella época las películas pornográficas y de contenido sexual se volvieron algo común.

El papa emérito afirma que durante los 20 años que transcurrieron entre las décadas de 1960 y 1980, los estándares previamente normativos con respecto a la sexualidad se derrumbaron por completo y surgió una nueva normalidad.

"Entre las libertades por las que buscaba luchar la revolución de 1968 se hallaba esta absoluta libertad sexual, una que ya no estaba sujeta a ninguna norma", señala.

"Parte de la fisonomía de la Revolución del ´68 fue que la pedofilia también fue diagnosticada como algo permitido y apropiado", agrega.

Tras conocerse el texto, han sido muchos los que le han recordado al papa emérito que hay abusos cometidos por religiosos que se remontan a los años 40 y 50 del siglo pasado o incluso más atrás.-

Pero, ¿qué pasó en 1968?

Un año convulso

Bajo el término "revolución de 1968" en realidad se suele hacer referencia a un conjunto de episodios sociales y políticos ocurridos alrededor del mundo.

En México fue el año de la "matanza de Tlatelolco" que buscó poner fin a un amplio movimiento social, liderado por grupos estudiantiles, que abogaba por la democratización del país.

En Checoslovaquia se produjo la Primavera de Praga, un movimiento prodemocracia que fue aplastado por los tanques soviéticos.

Mientras, en Estados Unidos, 1968 fue el año en el que fueron asesinados el líder del movimiento por los derechos civiles Martin Luther King Jr. y el senador Robert Kennedy.

También fue entonces cuando miles de jóvenes estadounidenses se lanzaron a las calles para protestar en contra de la decisión del presidente Lyndon Johnson de escalar la guerra en Vietnam.

Ese conflicto fue también la causa de numerosas protestas en países europeos como Alemania y Holanda y, más importante aún, fue la chispa que encendió los acontecimientos del "mayo francés" que, en general, es visto como el movimiento de referencia cuando se habla de la "revolución de 1968".

"Prohibido prohibir"

La revuelta del Mayo Francés tuvo su epicentro en París pero, en realidad, comenzó en la periferia, en la Universidad de Nanterre.

Allí la represión de una manifestación contra la guerra de Vietnam derivó en una protesta que llevó a los estudiantes a ocupar esa casa de estudios y a presentar una serie de reivindicaciones que rápidamente se ampliaron tanto en su temática como en su alcance geográfico.

Así, lo que empezó como un conflicto local en cuestión de semanas se convirtió en una gran huelga nacional secundada por unos 10 millones de trabajadores y que llevó a la paralización de fábricas, centros de enseñanza y medios de transporte.

Temáticamente, las demandas iniciales de reformas en el sistema educativo dieron paso a una amplísima reivindicación de las libertades personales que quedó acuñada en el que quizá se convirtió en el lema más emblemático de aquella revuelta: "prohibido prohibir".

Las jerarquías y las autoridades -casi intocables hasta entonces- fueron desacralizadas.

Al orden tradicional imperante se oponía la demanda de libertades plenas, incluyendo la libertad sexual, que ya venía avanzando con paso fuerte desde que se había comenzado la comercialización de la píldora anticonceptiva a inicios de la década.

"Haz el amor, no la guerra", fue otro de los memorables eslóganes del movimiento.

Y aunque la revuelta de mayo de 1968 se extinguió al mes siguiente y políticamente fue derrotada, dejó un legado cuyos frutos se han incorporado con normalidad, al menos, en las sociedades occidentales.

"En el matrimonio, el hombre y la mujer tienen los mismos derechos. Existe el derecho a la contracepción... por lo tanto hay toda una serie de aspectos de la vida humana que ha permitido la deconstrucción de los valores tradicionales, que ha permitido la emancipación", comentó el intelectual francés Luc Ferry en una entrevista publicada en BBC Mundo en 2008, con motivo de los 40 años del mayo francés.

La liberación sexual sembró la semilla para el avance del feminismo y del movimiento LGBTI.

Homosexuales en la Iglesia

Estos cambios también tuvieron su impacto en la Iglesia católica que, al fin de cuentas, constituía hasta entonces una de las tantas instituciones cuya autoridad comenzó a ser cuestionada.

"El largamente preparado proceso de disolución aún en marcha del concepto de moralidad estuvo, como he intentado demostrar, marcado por el radicalismo sin precedentes de la década de 1960's. Esta disolución de la autoridad de enseñanza moral de la Iglesia necesariamente tenía que tener un efecto en diversas áreas de la misma", escribió en referencia a estos sucesos Benedicto XVI.

Una de esas secuelas fue la conformación de grupos homosexuales dentro de la Iglesia.

"En varios seminarios fueron establecidas camarillas homosexuales que actuaban de una forma más o menos abierta y que cambiaron significativamente el clima en los seminarios", apuntó en su ensayo en papa emérito.

Su intento de explicación y contextualización, sin embargo, también fue objeto de duras críticas.

"Esta es una carta embarazosa. La idea de que los abusos eclesiásticos a niños fue el resultado de la década de 1960 (?) es una explicación vergonzosamente errónea para el abuso sistémico de niños y su encubrimiento", señaló Brian Flanagan, profesor de teología en la Universidad Marymount (Virginia) en Twitter.

Julie Rubio, profesora de ética social en la Escuela Jesuita de Teología de la Universidad Santa Clara (California), también cuestionó el texto de Benedicto XVI.

"Es sorprendente la disposición a culpar a una cultura permisiva y a una teología progresista por un problema que es interno y estructural", señaló en Twitter.

Otros críticos apuntaron en contra de la tesis del papa emérito el hecho de que muchos de los informes sobre abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia incluyen denuncias que se extienden varias décadas antes de la revolución de 1968.

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