Fue una noche inusual en la política de EE.UU.

El segundo debate presidencial, que se canceló luego de que Trump se negara a participar de forma virtual tras contraer coronavirus, se convirtió en sendos foros con votantes celebrados a la misma hora y transmitidos en canales rivales de televisión.

Y cada uno de los programas no pudo ser más diferente: la calma frente a la tormenta, la parsimonia frente al ímpetu, la discusión moderada frente a las interrupciones y los tonos subidos.

De un lado, el presidente Donald Trump, en Miami, vivió una acalorada noche en la que fue presionado por votantes y por la moderadora Savannah Guthrie sobre su respuesta al coronavirus, el supremacismo blanco, sus impuestos, la teoría de conspiración QAnon o sus planes para una alternativa al programa de seguro de salud Obamacare.

El demócrata Joe Biden, desde Filadelfia, en un tono calmado y apacible, mostró su arrepentimiento por haber participado hace décadas en un proyecto de ley contra el crimen por el que ha sido duramente criticado y prometió que antes de las elecciones dejará en claro su plan sobre la posibilidad de expandir la Corte Suprema estadounidense.

Quedan 19 días hasta el día de las elecciones, pero ya se han emitido millones de votos anticipados para la votación del 3 de noviembre.

Te contamos algunos de los momentos más destacados de la excepcional noche.

1. Trump y QAnon

La teoría de la conspiración de QAnon sostiene que Trump está luchando contra una red clandestina del "estado profundo" formada por élites políticas, empresariales, mediáticas y del entretenimiento, que a menudo involucran complots satánicos y tráfico de niños.

Cuando Guthrie le preguntó a Trump el jueves por la noche si rechazaría al grupo, el mandatario respondió que no sabía "nada sobre QAnon".

La moderadora dijo que le acababa de contar sobre el grupo.

"Me lo dijiste, pero lo que me dijiste no necesariamente lo convierte en un hecho. Odio decir eso", respondió Trump.

"Sé que están en contra de la pedofilia, que la combaten muy duro", respondió luego de decir que no los conocía.

Luego, como ha hecho en otras ocasiones cuando se le pregunta sobre el supremacismo, intentó cambiar de tema hacia su condena a Antifa, un movimiento de activistas principalmente de extrema izquierda que combate la discriminación racial, a veces de forma violenta.

El ir y venir continuó cuando la presentadora desafió a Trump: "Usted entonces sabe [sobre QAnon]".

"No sé", respondió el mandatario.

2. Biden y la Corte Suprema

En el foro ciudadano de Biden, se le preguntó al candidato demócrata si apoyaba un aumento en el número de miembros de la Corte Suprema.

La cuestión ha estado en el aire durante las últimas semanas, después de que el Partido Republicano decidiera seguir adelante con el proceso para confirmar a Amy Coney Barret como magistrada de la Corte Suprema tras la muerte, el pasado 18 de septiembre, de la jueza Ruth Bader Ginsburg.

La nominación de la conservadora Barrett ha causado división por producirse a pocas semanas de la cita electoral, especialmente después de que los republicanos se negaran en 2016 a tener en cuenta al nominado del entonces presidente Obama cuando quedó vacante un puesto en la Corte.

Los republicanos argumentan que, si se confirma la nominación de Barrett, el candidato demócrata planea ampliar el número de magistrados de la Corte, que actualmente son nueve, para contrarrestar la mayoría conservadora. Con esto, dicen, Biden manipularía la tercera rama del gobierno de Estados Unidos, el poder judicial.

El moderador George Stephanopoulos presionó a Biden para que dijera si se está planteando hacer algo así.

"Estoy abierto a considerar lo que ocurra a partir de ese momento", respondió Biden, en referencia a que su decisión dependería de la votación en el Senado.

Stephanopoulos le preguntó al exvicepresidente si los votantes tienen derecho a saber cuál es su posición sobre el tema clave.

"Tienen derecho a saber cuál es mi posición y tendrán derecho a saberlo antes de votar", dijo.

"Dependiendo de cómo manejen esto", agregó, aparentemente refiriéndose a la confirmación republicana de la jueza Barrett.

3. El coronavirus

Como no podía ser de otra manera, el coronavirus también protagonizó gran parte de los dos debates ciudadanos.

De hecho, ambos foros comenzaron con preguntas sobre la estrategia para combatir el coronavirus, pero en cada caso el tono fue muy diferente.

En el encuentro de Trump, quedó claro desde un principio que la presentadora no le iba a permitir eludir las preguntas incómodas al presidente republicano.

Así, Guthrie insistió en saber cuándo fue la última vez que Trump dio negativo antes de su test positivo en covid-19.

La presentadora de la cadena NBC quería averiguar si el presidente se había hecho la prueba antes del debate que mantuvo con Biden el 29 de septiembre, pero Trump no logró ofrecer una respuesta clara.

Por su parte, Biden aprovechó los primeros minutos de su evento para criticar la gestión del gobierno y para desarrollar sus ideas sobre la mejor manera de hacer frente a la pandemia.


Tonos muy diferentes

Análisis de Anthony Zurcher, periodista de la BBC en Washington

Se suponía que el jueves por la noche habría un debate presidencial. En cambio, se ofreció a la nación lo que se anunció como dos foros de electores en duelo.

Pero si bien los eventos, que se transmitieron en cadenas diferentes, tenían el mismo formato, ahí terminan las similitudes.

La velada del presidente Trump fue polémica. Desde el principio, fue presionado sobre su manejo de la pandemia de coronavirus, su posición sobre el uso de máscaras y sus puntos de vista sobre los supremacistas blancos y los teóricos de la conspiración de QAnon.

La moderadora Savannah Guthrie lo acribilló con repreguntas cuando parecía evasivo. El presidente fue más rápido y más agradable que durante el primer debate, pero no hay duda de que una vez más estaba jugando a la defensiva.

Con un cambio de canales al foro de Biden, el acaloramiento se apagó. El moderador George Stephanopoulos permitió que el exvicepresidente diera respuestas largas, a veces tortuosas. Se sentía como un programa de entrevistas de interés público, con lecturas solemnes de la Constitución de Estados Unidos antes de las pausas comerciales.

El foro de Trump hizo que la televisión fuera más entretenida, y es casi seguro que habrá atraído a más espectadores. Pero eso podría ser una bendición y una maldición si lo que quieren los votantes estadounidenses en noviembre es algo un poco más, bueno, aburrido.

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