Las cifras son escalofriantes: en cuestión de cuatro años, bajo el brutal régimen de los jemeres rojos, el 25% de la población de Camboya murió por ejecución, hambre, enfermedad y exceso de trabajo.

"Los jemeres rojos eran como monstruos", le dijo a la BBC Sokphal Din, uno de los sobrevivientes de su familia.

"Era peor que un infierno en la Tierra... Nadie nunca se podría imaginar como fue".

Bajo el líder marxista Pol Pot, en el poder de 1975-1979, los jemeres rojos intentaron llevar Camboya a la Edad Media, obligando a millones de personas de las ciudades a trabajar en granjas comunales en el campo.

Ese dramático intento de ingeniería social tuvo un costo terrible.

La razón de la sinrazón

El Khmer Rouge tuvo sus orígenes en la década de 1960, como el brazo armado del Partido Comunista de Kampuchea, el nombre que los comunistas usaban para Camboya.

Basado en zonas remotas de selva y montaña en el noreste del país, Pol Pot se convenció de que la forma de vida de las tribus de las montañas circundantes, que eran autosuficientes en su vida comunitaria, no usaban dinero y no estaban "contaminadas" por el budismo, era ideal.

Cuando llegó al poder, él y sus secuaces rápidamente se dispusieron a transformar Camboya, a la que llamaron Kampuchea, en lo que ellos esperaban que fuera una utopía agraria.

Empezaron por declarar que el tiempo había comenzado en el momento en el que ellos tomaron las riendas del país.

Así, 1975 se convirtió en el "Año Cero".

"El año cero significa que empezamos desde cero. Sin electricidad, sin libros, sin educación, nada", explicó Din.

"Incluso tus padres ya no eran tus padres: se convirtieron en tus camaradas".

Condena al saber

Para hacer realidad su "borrón y cuenta nueva", Pol Pot aisló a su gente del resto del mundo y se dispuso a vaciar las ciudades, abolir el dinero, la propiedad privada y la religión, y establecer colectivos rurales.

Cualquier sospechoso de ser un intelectual era asesinado.

"Eran extremistas. Toda la gente educada debía ser ejecutada: médicos, maestros, banqueros y, si usabas gafas, creían que eras educado y te condenaban.

"Sólo estaban a salvo los campesinos que no sabían leer ni escribir... los demás eran desechables".

Familias como las de Din eran precisamente el blanco: él planeaba estudiar medicina, su padre era banquero y su madre tenía su propio negocio.

"Perdí a muchos de mis parientes, sencillamente los ejecutaron; se los llevaron y nunca volvimos a verlos", relata Din.

Desarraigo masivo

Pocas horas después de tomarse la capital, Phnom Penh, los jemeres rojos forzaron a toda la población de la ciudad a dejar sus hogares y marchar hacia el campo, para comenzar a construir la nueva sociedad.

La vida de Din nunca volvería a ser igual.

"Lo recuerdo muy bien. En ese momento tenía 16 años. Esa mañana estábamos en la cocina desayunando y a eso de las 6 o 6:30 de la mañana oí que llamaban a la puerta.

"Vi a dos soldados, con uniformes negros y pañuelos rojos en el cuello. Ambos apuntando sus armas hacia mí y me gritaron: 'Salga de su casa ahora mismo o le disparamos'.

"Mi mamá cargó a mi hermana, que tenía 3 años de edad, y tomó a mis dos hermanos, que tenían 6 o 7 años, y nada más".

Afuera, Din se encontró con multitudes en la calle: "Gente en bicicleta, en motocicletas, caminando. Todos parecían estar muy asustados. No te podías casi ni mover pero si te detenías, te disparaban".

Niños con odio y armas

Los jemeres rojos habían reclutado miles de niños como soldados, una cínica táctica que aterrorizó a la población para que se sometiera.

"Gritaban y te apuntaban con sus armas.

"Todos eran soldados jóvenes, de 12, 14, 15 años de edad. Algunos no podían ni cargar bien las armas pues eran más grandes que ellos. Los usaban para intimidarte. No podías pelear con ellos pues eran unos niños.

"Nos daba tanto miedo que sencillamente obedecíamos.

"Les habían lavado el cerebro. Les habían dicho que tenían que limpiar la sociedad, que tenían que ejecutarnos. Te miraban sin ninguna compasión, así estuvieras inválido o fueras un bebé.

"Te veían como si fueras un enemigo al que odiaban mucho.

"A uno de mis primos se lo llevaron y su madre empezó a rogarles: '¡Por favor, libere a mi hijo, él es solo un estudiante!'. Dijeron: 'No, si se atreve a rogar o llorar, le disparo al mismo tiempo que a su hijo'. Nunca lo volvimos a ver.

"Era horrible. Escuchaba gritos, los ruegos y a los niños llorando. Humo, llamas, olores, las manchas de sangre en el pavimento... esa escena... sólo pensabas: '¿qué está pasando?'".

Los Campos de Muerte

Din y parte de su familia fueron enviados a trabajar en uno de los masivos campos de trabajo agrícola.

"Tenías que trabajar tan duro. Te asignaban metas y no podías parar hasta que las cumplieras.

"Para comer, sólo te daban sólo un pequeño tazón de arroz aguado al día. Si veías algo que podías comer -cualquier cosa, hasta pasto-, lo recogías y te lo comías en secreto. Si te sorprendían haciéndolo, te castigaban, porque le estabas robando a los comunistas".

Cientos de miles de personas murieron a causa de enfermedades, hambre o agotamiento.

"Uno de mis hermanos murió de malaria; mi abuela murió de inanición; mis primos también murieron de hambre o enfermedad.

"No nos trataban como seres humanos".

Las condiciones eran tan espantosas en los campos agrícolas que se les conoce como los Campos de Muerte. Los recuerdos de Sokphal Din son profundamente angustiantes.

"Cuando ejecutaban a las personas, nunca veíamos a dónde los llevaban. Pero cuando subía el nivel del agua, veías cadáveres por todas partes.

"Vi muchas cosas y me acostumbré. Nos concentrábamos en sobrevivir".

"Puede volver a ocurrir"

Al final del "Año Cero" de los jemeres rojos, la mayoría de las 2 millones de personas que murieron durante el gobierno de Pol Pot había perdido la vida.

Su élite intelectual, sus doctores, docentes, profesionales habían sido asesinados sistemáticamente.

El 25 de diciembre de 1978, los vietnamitas invadieron Camboya y tomaron el control del país a principios de 1979.

El brutal régimen de los jemeres rojos había terminado, pero a sobrevivientes como Sokphal Din les tomaría toda una vida asimilar lo que ocurrió.

"Después de la guerra empecé de nuevo, sin un lugar donde vivir, sin nada. Y tenía pesadillas todas las noches, pesadillas que aún tengo".

Su mamá y su hermana también sobrevivieron los Campos de Muerte y eventualmente, los tres empezaron una nueva viva en Reino Unido.

40 años después de la caída del gobierno que hundió a su país nativo en un infierno, Sokphal Din quiere contar su experiencia.

"Ahora siento que debo hablar de lo que pasó porque uno no se imagina que un humano pueda hacerle eso a otro ser humano.

"¿Cómo puede ser que alguien a los 12 o 13 años te dispare, te mate, te patee? Porque les habían lavado el cerebro.

"Lo que pasó con Pol Pot, los Campos de Muerte, todo eso, fue odio. Así que esto le puede pasar a cualquiera. Podría suceder en cualquier momento, si no estamos atentos", advirtió Sokphal Din, en conversación con la BBC.

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