Un primer ministro forzado a renunciar, un líder opositor que sale de la cárcel para remplazarlo como jefe de gobierno y un presidente que se dice dispuesto a dejar el poder es el inesperado saldo de elecciones celebradas el domingo en Kirguistán.

El lunes miles de personas salieron a protestar por la presunta manipulación de los comicios en la antigua república soviética y terminaron forzando la anulación de los mismos.

Para ello los manifestantes se tomaron varios edificios públicos, incluyendo el parlamento, y también liberaron a varias figuras opositoras que se encontraban en la cárcel.

Y el martes uno de esos políticos liberados, Sadyr Japarov, fue juramentado como nuevo primer ministro de Kirguistán en lugar de Kubatbek Boronov, quien presentó su renuncia.

Eso ocurría con el presidente Sooronbai Jeenbekov formalmente en el cargo, aunque oculto. Dese su escondite, le dijo al servicio kirguiso de la BBC que estaba dispuesto a hacerse a un lado para solucionar la crisis.

La conmoción política que vive Kirguistán llega poco después de que miles de manifestantes salieran a la calle para protestar por la aparente falta de limpieza en unas elecciones celebradas en una antigua república soviética.

Pero, a diferencia de lo ocurrido recientemente en Bielorrusia, las protestas en Kirguistán lograron la anulación de los comicios y cambios en el gobierno.

¿Cómo llegaron las cosas hasta ahí? ¿Y qué consecuencias puede tener esta crisis política para el país y la región?

BBC Mundo te ofrece 5 claves para entender lo que ocurre en la más pequeña de las cinco repúblicas del Asia Central.

1. Comicios cuestionados

Un total de 16 partidos se disputaron los 120 escaños del parlamento kirguiso -el Jogorku Kenesh, o Consejo Supremo- pero según los resultados oficiales cuatro agrupaciones cercanas al presidente Jeenbekov cruzaron la barrera del 7% de votos que se requiere para tener representación.

Esto hizo que los 12 partidos de oposición inmediatamente anunciaran que no reconocían los resultados de las elecciones parlamentarias, al tiempo que acusaban a las fuerzas oficialistas de compra de votos e intimidación.

Las denuncias fueron calificadas como "creíbles" por observadores internacionales que dijeron había suficientes motivos de preocupación.

Entre otros incidentes los observadores dijeron haber visto cómo a ciertos votantes con marcas en las mascarillas que utilizan para protegerse del coronavirus les habían entregado boletas ya llenas.

También hubo reportes de votantes sobornados y trasladados a circunscripciones donde podían influir en el resultado de la elección.

2. Edificios tomados y opositores liberados

Un día después de los comicios unas 5.000 personas se reunieron en Ala-Too, una céntrica plaza de la capital kirguisa, Bishkek, para protestar contra los resultados electorales.

La manifestación se mantuvo fundamentalmente pacífica hasta llegada la noche, cuando un pequeño grupo trató de ingresar por la fuerza al parlamento.

La policía reaccionó utilizando cañones de agua, granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos para dispersar a la multitud de la plaza y calles aledañas.

Pero los manifestantes eventualmente se impusieron y en imágenes de video compartidas a través de las redes sociales se les puede ver ingresando al complejo, algunos saltando las verjas y otros forzando los portones.

En los videos también se puede ver humo saliendo del edificio, conocido como "la Casa Blanca".

Manifestantes también entraron por la fuerza en la alcaldía de Bishkek y en la sede del Comité Nacional de Seguridad, de donde liberaron al expresidente y ex primer ministro Almazbek Atambayev, quien había sido arrestado en 2019 acusado de corrupción.

Otro ex primer ministro, Sapar Isakov, también acusado de corrupción, fue liberado de una colonia penal en las afueras de Bishkek.

Y lo mismo ocurrió con el ahora nuevo primer ministro Sadyr Japarov, quien estaba sirviendo una sentencia de 11 años de cárcel por el secuestro de un gobernador regional durante una protesta "ilegal" de la oposición hace siete años.

Según datos del Ministerio de Salud, unas 700 personas resultaron heridas durante los acontecimientos y nueve de ellas están en cuidados intensivos.

Un joven de 19 años perdió la vida.

3. Renuncias y anulaciones

Con los manifestantes todavía en control de varios edificios gubernamentales, la Comisión Central Electoral anunció la invalidación de los resultados electorales "en consideración de la situación política en el país".

Y el primer ministro, Kubatbek Boronov, también presentó su renuncia, lo que permitió la juramentación de Japarov el martes 6 de octubre.

Ese mismo día, según reportes de medios kirguisos, la Corte Suprema de Justicia suspendió la sentencia en contra del nuevo jefe de gobierno y ordenó una nueva investigación.

Mientras que el presidente, Sooronbai Jeenbekov, le dijo a la BBC que estaba dispuesto a presentar su renuncia para ayudar a solucionar la crisis.

"El objetivo principal de los manifestantes no era anular los resultados de las elecciones, sino sacarme del poder ", dijo en una entrevista telefónica exclusiva desde un escondite.

"Para resolver este problema, estoy dispuesto a dar la responsabilidad a líderes fuertes, sin importar a qué grupo pertenezcan. Incluso estoy dispuesto a ayudarlos", agregó el mandatario.

Según observadores, Jeenbekov, quien fue elegido en 2017, ha perdido toda influencia y el miércoles miles de kirguisos volvieron a salir a las calles para exigir su dimisión.

Sin embargo, no está claro quién lo reemplazaría.

Los líderes de oposición crearon un Consejo de Coordinación, pero hay informes de que están divididos y se disputan las posiciones gubernamentales influyentes.

Por su parte, la Comisión Central Electoral todavía no ha anunciado la fecha de los nuevos comicios.

4. Una década convulsa

Según la plataforma de inteligencia geopolítica Stratfor, la nueva crisis política en Kirguistán tiene sus raíces en una intensa competencia por el poder dentro de la facción gobernante que se remonta a 2010.

Ese año una combinación de dificultades económicas y acusaciones de corrupción atizó un levantamiento que terminó derrocando al entonces presidente Kurmanbek Bakiyev.

El país inició entonces una reforma constitucional para cambiar el sistema político del país de uno presidencialista a un sistemaparlamentario.

Pero eso terminó creando "un panorama político tumultuoso, con frecuentes luchas internas entre los principales actores de los partidos gobernantes", asegura Stratfor.

Según la consultora, el ascenso del presidente Jeenbekov al poder -inicialmente como primer ministro en 2016 y luego como presidente en 2017- estuvo acompañado de esfuerzos por marginar a Atambayev e Isakov, sus predecesores y antiguos aliados.

5. Pocos cambios de fondo a la vista

Tanto Rusia como China ya han expresado su preocupación por la situación en Kirguistán.

Pero según Stratfor no hay nada que sugiera cambios de fondo en las políticas de un nuevo gobierno.

"La mayoría de los protagonistas de la crisis de Kirguistán provienen del mismo Partido Socialdemócrata de Kirguistán, que ha sido la fuerza dominante en el parlamento desde la reforma constitucional de 2010", explica la consultora.

Y aunque durante la última década las divisiones y el nacimiento de nuevos partidos han generado una competencia cada vez mayor entre facciones, estas "no varían mucho en términos de sus agendas económicas y de política exterior", agrega.

Esto significa que los estrechos vínculos de Kirguistán con Rusia, así como la cada vez mayor integración económica del país con la Unión Económica Euroasiática y la apertura a las inversiones de la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda de China muy seguramente se mantendrán.

"Si bien la crisis en curso puede conducir a una reorganización del gobierno, es poco probable que altere la trayectoria más amplia de Kirguistán", concluye Stratfor.

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