La tensión ha aumentado significativamente en el Medio Oriente en los últimos días.
Los acontecimientos políticos que han sacudido la región desde el sábado representan un sismo en un momento en que Arabia Saudita y sus aliados, incluyendo Estados Unidos, están mostrando cada vez mayor determinación para hacer frente a Irán.
La renuncia del primer ministro de Líbano, Saad al Hariri; el lanzamiento, por parte de rebeldes hutíes de Yemen, de un misil de largo alcance que fue interceptado cerca de un aeropuerto en Arabia Saudita y una espectacular purga del gobierno de ese país son tres de los hechos que han marcado esta semana.
"Si Irán y Arabia Saudita van a una guerra sería catastrófico", indica Paul Adams, periodista experto en temas diplomáticos de la BBC. "Pero, nadie realmente cree que eso va a pasar".
En BBC Mundo respondemos tres preguntas que buscan entender la especie de "guerra fría" que viven dos potencias regionales: Irán y Arabia Saudita.
¿Por qué son rivales?
Se trata de una lucha de poder que se ha venido desarrollando por casi 40 años.
Arabia Saudita acoge dos de los lugares más sagrados del islam y eso le permitió sentirse líder indiscutible del mundo musulmán.
Pero en 1979 se produjo la Revolución Islámica en Irán y con ella el regreso de una poderosa figura en esa nación: el ayatolá Jomeini, el Líder Supremo.
Ese año, la República Islámica fue establecida en Irán y tomó forma un nuevo centro de oposición al liberalismo occidental.
Y de repente, Arabia Saudita también tenía un rival.
Hoy en día la influencia de Teherán se extiende por una amplia zona del Medio Oriente, entre la que se encuentra Líbano.
De hecho, por años Arabia Saudita se ha sentido amenazada en su propia región.
Pero además del elemento geopolítico está el religioso y es que los dos países representan las dos principales alas del Islam: Arabia Saudita es sunita e Irán chiita.
Los sunitas son mayoría entre los musulmanes -se estima que entre el 86% y el 90% pertenecen a esta corriente- y se ven a ellos mismos como la rama más tradicional y ortodoxa del Islam.
La tradición hace referencia a prácticas derivadas de las acciones del profeta Mahoma y sus allegados.
Los sunitas veneran a todos los profetas mencionados en el Corán, pero particularmente a Mahoma, quien es considerado el profeta definitivo.
Los chiitas iniciaron como una facción política: literalmente "Shiat Ali" o el partido de Ali.
Ali en cuestión era el yerno del profeta Mahoma y los chiitas reclaman su derecho, y el de sus descendientes, a liderar a los musulmanes.
Ali murió asesinado como resultado de las intrigas, violencia y guerras civiles que marcaron su califato. Y a sus hijos, Hassan y Hussein, se les negó lo que ellos consideraban su derecho legítimo de sucederlo.
Los chiitas también cuentan con una jerarquía de clérigos que practican una interpretación abierta y constante de los textos islámicos.
Se estima que los chiitas actualmente suman entre 120 a 170 millones de fieles, aproximadamente una décima parte de todos los musulmanes.
¿Cómo y dónde se enfrentan?
Yemen
En Yemen, hay una guerra en la que Arabia Saudita está ayudando a un bando: el gobierno e Irán al otro: los rebeldes hutíes.
Los hutíes son miembros de un grupo rebelde también conocido como Ansar Allah (Partidarios de Dios), que se adhiere a una rama del islam chiita conocida como zaidismo.
Los zaiditas conforman un tercio de la población y gobernaron Yemen del Norte bajo un sistema conocido como imamato por casi 1.000 años, hasta 1962.
En la actualidad, el dominio de este grupo rebelde no abarca la totalidad de Yemen, un país predominantemente sunita, lo que ha hecho que se recrudezca la violencia sectaria en el país.
En septiembre de 2014 tomaron control de la capital, Saná, para exigir al gobierno una mayor participación chiita en la toma de decisiones del país árabe y acusaron al gobierno del presidente Abdrabbuh Mansour Hadi de corrupción.
Siria
En Siria, Irán apoya al presidente Bashar al Asad y ha enviado tropas y milicias para luchar de su lado.
Y es que lo que comenzó, en 2011, como un levantamiento pacífico contra Al Asad se convirtió en una brutal y sangrienta guerra civil que ha arrastrado a potencias regionales e internacionales.
Irán es el aliado más cercano y constante de Al Asad y Siria es el principal punto de tránsito de armamentos que Teherán envía al movimiento chiita Hezbolá en Líbano, el cual también ha enviado a miles de combatientes para apoyar a las fuerzas sirias.
Se cree que Teherán ha gastado miles de millones de dólares al año para fortalecer a las fuerzas del gobierno sirio, ofreciendo asesores militares, armas, crédito y petróleo.
Arabia Saudita es otro participante en esa "guerra subsidiaria". Para contrarrestar la influencia de Irán ha enviado ayuda militar y financiera importante a los rebeldes, incluidos los grupos con ideologías islamistas.
Irak
En Irak, desde la caída de Saddam Hussein, Irán se ha vuelto muy influyente. Pero recientemente Arabia Saudita ha intentado extender su influencia en esa área.
Líbano
Líbano es un país que de por sí tiene un muy delicado balance de poder.
Por décadas, Irán ha apoyado a Hezbolá, que es parte del gobierno libanés y también lucha en Siria y está presente en Yemen y en Irán.
Mohammed bin Salman es el heredero del trono de Arabia Saudita y en los últimos días ha hecho una gigantesca purga de la élite política y empresarial saudita para consolidarse como el hombre más influyente del reino.
"Bin Salman se deshizo de todos los obstáculos para controlar del todo uno de los principales productores de petróleo del mundo y hogar de los sitios más sagrados del islam", dice el corresponsal de la BBC para asuntos de seguridad, Frank Gardner.
El príncipe se ha mostrado cada vez más duro con Irán, país al que ha acusado de intentar dominar el mundo musulmán.
Observadores creen que el príncipe ordenó la renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri, quien hizo el inesperado anuncio el fin de semana pasado en Arabia Saudita, país que lo apoya políticamente.
Y es que la familia Hariri es cercana al gobierno de Riad.
"Le quiero decir a Irán y a sus seguidores que están perdiendo en su interferencia en los asuntos del mundo árabe", indicó el líder.
Muchos libaneses creen que la renuncia de Hariri se debió a las presiones de los sauditas, dice Martin Patience, corresponsal de la BBC en Beirut.
El padre de Hariri, el ex primer ministro Rafik al-Hariri, fue asesinado en 2005, en un ataque con coche bomba por el que fue ampliamente responsabilizado Hezbolá.
¿Cuán grave es la situación?
Algunos analistas sospechan que Arabia Saudita está intentando forzar una confrontación con Hezbolá para debilitar su autoridad y la influencia de Irán.
"Si es así, sería un territorio peligroso y podría abrir un frente totalmente nuevo en esta guerra fría entre Arabia Saudita e Irán en un país, Líbano, que ya ha visto muchos conflictos", indica Adams.
El temor es que un paso en falso ahora desencadene algo mucho más grave.
"En las últimas décadas, nunca hemos estado tan cerca del precipicio", advierte Maha Yahya, director del think tank del Centro Carnegie de Medio Oriente.
"La amenaza de una guerra regional nunca había sido tan real con un conflicto podría involucrar a varios países".