Es un conflicto de 159 años, pero la puerta para solucionarlo podría abrirse este 15 de abril.
Ese día, en Guatemala se realiza una consulta popular para aceptar o no que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) resuelva la añeja disputa territorial de este país con su vecino, Belice.
Guatemala reclama más de 11.000 kilómetros cuadrados de territorio de su vecino, que incluye islas, cayos, islotes y superficie marítima en el Golfo de Honduras.
El área en disputa equivale a la mitad del territorio de Belice, país que hasta hace una década se resistía a que la CIJ, un tribunal con sede en La Haya, Países Bajos, resolviera la disputa.
Ahora el momento es otro, e incluso el ministro de Relaciones Exteriores beliceño, Wilfred Elrington, reconoce la necesidad de "completar el proceso de nuestra soberanía e integridad territorial".
La consulta en ambos países se acordó hace una década, después de que fracasaran varios intentos de negociación.
Belice no tiene fecha para esta votación, porque primero debe concretar sus elecciones municipales.
Pero su vecino realiza desde hace semanas una intensa campaña, encabezada por el presidente Jimmy Morales, para promover la asistencia a las urnas y responder esta pregunta:
¿Está usted de acuerdo con que cualquier reclamo legal de Guatemala en contra de Belice sobre territorios continentales e insulares y cualesquiera áreas marítimas correspondientes a dichos territorios sea sometido a la CIJ para su resolución definitiva y que ésta determine las fronteras de los respectivos territorios y áreas de las partes?
La intervención de la Corte depende de que ambos países respondan sí a esta pregunta.
BBC Mundo te presenta tres puntos clave del diferendo territorial, insular y marítimo de los países, y que ahora puede empezar a resolverse.
1. El origen: los piratas
La disputa territorial empezó en la época de la Colonia, cuando lo que hoy es Centroamérica formaba parte del virreinato de Nueva España, una entidad territorial integrante del imperio español.
Los piratas ingleses que atacaban las embarcaciones españolas se refugiaban en costas del ahora Belice.
Para evitar el asedio, en 1783 y 1786 España entregó a la corona británica dos concesiones para extraer maderas preciosas en ese territorio.
En las décadas siguientes aumentó el número de ingleses en esa zona, originalmente ubicada en lo que ahora es la frontera beliceña con México.
Sin embargo, durante la guerra de independencia que terminó en 1821, la colonia británica se extendió a otras zonas hasta abarcar el territorio de lo que hoy es Belice.
En esos años el gobierno guatemalteco sostenía una disputa con México que pretendía quedarse con la región de Petén, y en esas circunstancias se vio obligado a aceptar los nuevos límites de la colonia británica.
En 1859 se firmó un acuerdo que establecía, como pago por la cesión de la tierra, que la Corona Británica construyera un camino entre la capital guatemalteca y el Mar Caribe.
La obra nunca se hizo, y por ello en 1946 Guatemala canceló el acuerdo y demandó que la CIJ resolviera la disputa por el territorio, lo que no sucedió.
En 1981 Belice obtuvo su independencia, pero Guatemala la aceptó una década después.
Lo hizo cuando el entonces presidente Jorge Serrano reconoció el derecho de Belice a la autodeterminación y soberanía, y el de los beliceños a elegir su gobierno.
Pero no reconoció el territorio donde se asienta el país, porque está en disputa.
Belice, a cambio, aceptó que su vecino pretendía tener derechos sobre su territorio. Un primer paso que abrió la puerta a la solución negociada que deriva en la consulta de este 15 de abril.
2. Lo que la CIJ podría realmente resolver
No hay una fecha para iniciar el proceso, pues depende de dos elementos: el momento de la consulta en Belice y de que ambos países acepten la intervención de la CIJ.
Ya en el juicio la Corte analizará las pruebas que cada país presente sobre el derecho al territorio que se disputa.
Guatemala alega que las concesiones originales de la Corona Española establecieron límites territoriales indelebles; es decir, los colonos ingleses de la época no tenían derecho a moverse a otras zonas.
También reclama que el acuerdo de 1859 no se cumplió, porque el camino que debía construirse nunca se realizó.
Belice afirma que las concesiones originales equivalen a una cesión territorial, y que después de dos siglos de ocupación tiene derecho a la propiedad del territorio.
Estos son algunos de los argumentos que se sabe formarán parte del juicio, pues hay otros alegatos de cada país que legalmente no pueden hacerse públicos.
Al final la CIJ deberá establecer una frontera real entre ambos países, que ahora no existe.
De hecho desde 1991 se estableció la llamada "zona de adyacencia", una línea imaginaria que separa el territorio de cada uno.
Esto causa problemas. Como no existe una definición clara, la vigilancia de cada país se complica, lo que favorece el tráfico de drogas y mercancía.
También ha provocado violencia. En los últimos años diez campesinos guatemaltecos fueron abatidos en incidentes con militares beliceños.
Y a su vez, el gobierno de Belice se queja de maltrato a sus ciudadanos por militares de Guatemala en la "zona de adyacencia".
3. Lo que está en juego
Definir las fronteras no solo resuelve un conflicto histórico, sino que impacta en la economía de la región.
Si la CIJ favorece a Guatemala, el país duplicaría su acceso a costas del océano Atlántico, donde se encuentra la segunda reserva coralina más grande del mundo después de Australia.
Y si la sentencia fuera en sentido contrario, Belice podría conservar las zonas turísticas que reciben un promedio de dos millones de visitantes al año.
Pero independientemente del lado de la balanza al que se incline el tribunal internacional, para este país la decisión del tribunal de La Haya permitirá resolver otros problemas.
Y es que, según el canciller Wilfred Elrington, Guatemala no es el único país con el que Belice tiene disputas territoriales.
Como no se ha definido su territorio final, no ha sido posible establecer fronteras marítimas con Honduras, lo que impide aprovechar los recursos de esas aguas.
Y además la indefinición de superficies es un obstáculo para inversiones de largo plazo, sobre todo para la zona en disputa.
El canciller lo define así: es como tener tu casa en un terreno que no sabes si es tuyo.