AFP
Vivir la mitad de sus 79 años dentro de una gruta en una montaña no ha sido nada extraordinario para un hombre que subsiste sin luz, agua ni gas, ayudado por la gente de un pueblo vecino en el norte de Argentina.
"Aquí tengo tranquilidad y me quedo. Viene gente a visitarme y le cuento mi historia", afirma Pedro Mamani al canal TN. Un día espantó con fuego a los animales que habitaban la cueva y se instaló para siempre. Un caso digno de Ripley.
La historia fue registrada en un monte de abundante vegetación, en la provincia de Tucumán, a 1.200 Km al norte de Buenos Aires. El pueblo más cercano a la caverna está a tres kilómetros.
Mamami recorre esa distancia de vez en cuando para recibir alimentos y provisiones de los pobladores de la localidad de San Pedro de Colalao. La gente lo reconoce por su historia y su simpatía.
"Eché a los 'bichos' salvajes que había aquí. Hace mucho, mucho, que vivo aquí (40 años, según testimonios de los vecinos). En octubre ya tendré 80 años", relata mientras toma un sorbo de su mate.
El gran hueco en la tierra del monte que habita Mamani está a unos 100 Km de la capital provincial, San Miguel.
Con 1,6 millones de habitantes, Tucumán es el sexto distrito del país, con una economía de base rural pero con desarrollo de industrias vinculadas a la alimentación. También atrae fuertemente al turismo por sus riquezas naturales.
Dentro del hábitat, hay una cama hecha con ropa abultada. Escucha una radio a batería que le regalaron. A 100 metros hay una cascada donde tiene agua potable para beber e higienizarse.
Mamani está armado. Tiene una escopeta que usa a veces para cazar. Cultiva una pequeña huerta y cría gallinas. Y lo visitan muchos turistas, que quieren ver para creer.