Cientos de personas trabajaron en los años 60 llevar a los primeros astronautas a la Luna...y traerlos vivos de vuelta a la Tierra. Y entre las cosas que había que solucionar había algo vital: la comida que llevarían a bordo tanto en el Módulo de Comando como del Módulo Lunar.
Por eso se programó día a día -y de forma independiente para cada astronauta- la comida liofilizada, es decir, congelada y deshidratada, que debía consumir. Además, se les instruyó en la manera en que debían comer y cómo echar a la basura los desechos, ya que ésta no podía generar gases tóxicos.
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Según indica el manual de prensa de la época, donde se explica el proceso de la comida, "cada miembro de la tripulación tiene una gran variedad de comida para seleccionar como su menú en la misión espacial, con más de 70 tipos de comida deshidratada".
Golosinas: la otra comida
Pero no todo fueron carbohidratos y proteínas bien elegidas para Neil Armstrong, Edwin "Buzz" Aldrin y Michael Collins, en el kit también se consideraron golosinas como chicles y chocolates.
De hecho, según indica la NASA, abordo del Apolo 11 iban 15 chicles, seis unidades de chocolates de cuatro cubitos y también seis unidades de brownies, entre otras golosinas y postres.
Cómo desechar los restos de comida
Como los alimentos estaban deshidratados dentro de bolsas, primero había que agregar agua y esperar algunos minutos -exactamente tres-, para que estuviera listo. Luego se debía consumir directamente desde la bolsa.
Mientras que para evitar la descomposición y la creación de gases tóxicos, cada bolsa tenía pegadas por fuera pastillas germinicidas, que debían introducirse cuando se terminara de comer. Así, al finalizar la comida, se aplicaban las pastillas, se enrollaba la bolsa y ésta se depositaba dentro de un compartimento especial para recibir residuos.