Bloomberg

En tiempos de incertidumbre en los mercados, algunos inversionistas acudirán a monedas "protegidas" como el franco suizo o el yen japonés. Otros pueden elegir diversificadores como oro, tierras de cultivo u otros activos ilíquidos. Y luego están los que acuden a inversiones alternativas como bitcoin o vino de calidad. Sin embargo, una inversión que históricamente se ha considerado una apuesta segura, de bajo riesgo, para los inversores cuando los mercados burbujeantes parecen listos para sufrir una corrección, o cuando las burbujas de mercado buscan estallar, es el sector de las empresas de servicios públicos. Pero las recientes amenazas nucleares de Corea del Norte podrían cambiar esa opinión.

Si Corea del Norte lanzara un ataque HEMP (pulso electromagnético a gran altitud) en Estados Unidos, podría dejar inactiva la red eléctrica. La industria sufriría intensamente, lo que acabaría con otra inversión considerada tradicionalmente segura.

El 3 de septiembre, Corea del Norte anunció que había desarrollado una bomba de hidrógeno que podría ser utilizada para un ataque HEMP "superpotente". Esta noticia supone una sacudida adicional a la industria de los servicios públicos, ya agitada por las amenazas del régimen de ese país este año, incluyendo los ensayos con misiles sobre Japón y los anuncios sobre la posibilidad de apuntar a Guam.

Aunque la probabilidad de que Corea del Norte lance una bomba nuclear sea baja, según expertos geopolíticos, las consecuencias potenciales de tal evento son colosales. Hasta la fecha, los reguladores no han establecido medidas de seguridad para las empresas de servicios públicos; sin embargo, el sector se ha vuelto más vigilante en relación con el nivel de preparación en caso de que se produzca tal acontecimiento.

Las empresas de servicios públicos estadounidenses se encuentran en el segundo año de un programa de tres años para comprender el impacto potencial de un ataque HEMP sobre la generación y transmisión de electricidad y proteger la red. El programa fue financiado por unas 60 compañías eléctricas en un sector que, desde 1962, ha estado preocupado por una amenaza nuclear. En ese año, EE.UU. detonaron un arma nuclear muy por encima del Océano Pacífico. La operación, llamada Starfish Prime, formó parte de una serie de pruebas con bombas nucleares de gran altitud denominadas Proyecto Fishbowl en la época de la Guerra Fría. Los efectos fueron devastadores y mucho mayores de lo previsto. La fuerza del pulso electromagnético (EMP) fue tan grande que afectó el flujo de electricidad en zonas tan alejadas como Hawái.

En una audiencia del Senado efectuada en mayo, se expresó preocupación por la renuencia de las fuerzas armadas estadounidenses a compartir información con las empresas de servicios públicos. La organización sin fines de lucro Electric Power Research Institute (EPRI) está liderando los esfuerzos de la industria para obtener una mejor comprensión de cómo mantener la red en funcionamiento. El grupo ha estado investigando perturbaciones geomagnéticas y eventos de pulso electromagnético durante muchos años.

Muchos argumentan que un ataque a la red eléctrica estadounidense podría conducir a un apagón catastrófico de meses de duración. Un estudio de EPRI en febrero calculó que E3 (el más duradero de los tres componentes del pulso electromagnético) de detonaciones múltiples tendría un efecto marginal en los transformadores masivos de energía. Los resultados, subraya el estudio, no deben ser interpretados como que HEMP no afectaría la fiabilidad del sistema de energía masivo, y agrega que se necesitan más investigaciones para evaluar el verdadero impacto de HEMP en la red y desarrollar opciones de mitigación que no sea onerosas.

En otro estudio, Foundation for Resilient Societies, una organización sin fines de lucro con sede en New Hampshire que aboga por la protección frente al EMP de la infraestructura clave, estima que podría implantarse un elemento disuasorio contra este ataque por un costo de alrededor de US$5 por estadounidense. Este dinero, sugieren, podría ir hacia la protección de transformadores críticos, con un dispositivo de protección barato denominado "neutral ground blocker" ("bloqueador neutral de suelo"). La aplicación del dispositivo por sí sola contribuiría a la incertidumbre de Corea del Norte en cuanto a si un ataque EMP tendría éxito.

Por lo menos, esta medida rápida y práctica proporcionaría tiempo a EE.UU. para establecer una protección más completa de la red eléctrica. Aunque el gobierno estadounidense probó exitosamente los bloqueadores neutrales de suelo y están disponibles comercialmente, todavía no se han instalado en grandes cantidades y cuestan aproximadamente entre US$500.000 y US$600.000.

Observando un gráfico de las relaciones precio/ganancia a futuro de las empresas de servicios públicos del S&P 500, vemos que han estado aumentando constantemente desde 2009, después de estrellarse junto con el mercado en general durante la crisis financiera. El ratio precio/ganancia del Promedio Dow Jones de Servicios Públicos al 18 de septiembre era de 37,82, en comparación con el ratio precio/ganancia del Promedio Industrial Dow Jones de 20,43. Un año antes, la relación precio/ganancia del Promedio Dow Jones de Servicios Públicos era 27,64.

Por lo tanto, mientras las amenazas del líder norcoreano, Kim Jong Un, podrían quedarse sólo en eso, en amenazas, hay preocupación sobre la falta de preparación de las empresas de servicios públicos estadounidenses y la red que mantienen en caso de una guerra nuclear. Además, si hay un ataque por parte de Corea del Norte, aunque fuera limitado, la respuesta de Estados Unidos podría ser mucho mayor.

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