Estados Unidos envió un portaaviones a Medio Oriente, una maniobra acompañada de una advertencia "clara e inequívoca" de la Casa Blanca a Irán que podría provocar una peligrosa escalada, un año después del retiro estadounidense del acuerdo nuclear iraní.
El secretario interino de Defensa estadounidense, Patrick Shanahan, dijo este lunes que el despliegue del buque en el área del Golfo Pérsico, se produjo en respuesta a una "amenaza creíble" por parte de Irán.
Shanahan escribió en su cuenta de la red Twitter que aprobó la movilización el domingo del portaaviones USS Abraham Lincoln de la Marina como "un reposicionamiento prudente" de fuerzas militares" en respuesta a las indicaciones de una amenaza creíble por parte de las fuerzas del régimen iraní" y reclamó al gobierno de Teherán "el cese de toda provocación".
"En respuesta a un número de indicaciones preocupantes y crecientes, Estados Unidos está desplegando la unidad de batalla del portaaviones USS Abraham Lincoln y una fuerza de bombarderos al Comando Central estadounidense en la región", dijo el asesor de seguridad nacional John Bolton, en un comunicado emitido el domingo por la noche por la presidencia.
"Estados Unidos no busca la guerra con el régimen iraní, pero estamos totalmente preparados para responder a cualquier ataque, ya sea de los Guardianes de la Revolución", ejército de élite de la República Islámica de Irán, "o de las fuerzas regulares iraníes", agregó Bolton.
Mark Dubowitz, de la Fundación para la Defensa de las Democracias, a favor de una línea dura contra Irán, evocó información recopilada por inteligencia sobre "planes de ataques".
Según él, Irán ha dado su "luz verde" al lanzamiento de cohetes desde Gaza al Estado judío para "desviar la atención de Estados Unidos y de Israel de otros proyectos de los Guardianes de la Revolución", como futuros ataques contra las tropas estadounidenses en Irak o Siria.
Pero otros observadores tienen dudas sobre la realidad de la amenaza.
"Despliegue rutinario"
Si bien la guerra retórica se intensificó en las últimas semanas, especialmente desde que la administración Trump inscribió a los Guardianes de la Revolución en su lista negra de "organizaciones terroristas" y fortaleció sus sanciones para reducir las exportaciones petroleras iraníes, "no vi ninguna evidencia concreta de una nueva amenaza creíble contra las fuerzas estadounidenses", dijo a la AFP Barbara Slavin, del Consejo del Atlántico, otro grupo de expertos de Washington.
"Aparentemente, este es un despliegue de rutina", agregó la especialista, estimando que Bolton intenta sobre todo "justificar la muy dura política de la administración contra Irán, incluso cuando Irán sigue respetando el acuerdo nuclear".
Trump cerró la puerta hace casi un año, el 8 de mayo de 2018, al acuerdo internacional de 2015 creado para impedir que Teherán fabrique la bomba atómica, al considerar que es demasiado laxo. Desde entonces, para disgusto de sus aliados europeos que siguen apegados a este texto, el presidente estadounidense ha continuado fortaleciendo su "campaña de máxima presión" contra el régimen iraní.
Pero el comunicado del domingo, aunque vago, supuso un primer paso extra en esta campaña de presión en el área militar.
Tanto es así que algunos se preguntan si este es un gesto solitario de Bolton, conocido por ser un "halcón" partidario de la línea dura contra Irán. En los papeles, hay muchas discrepancias entre el asesor y el presidente republicano, quien repite que ya no quiere involucrar al ejército estadounidense en costosos conflictos en el extranjero.
Sin embargo, Pompeo aseguró que el gobierno había estado preparando desde hace "algún tiempo" este despliegue.
La medida parece estar dirigida esencialmente a reforzar la presión, mientras la administración de Trump lucha para reunir a la "coalición global" contra la República Islámica.
"Es puramente retórico, pero conlleva un peligroso riesgo de escalada", especialmente porque no existe un "canal de comunicación" entre Washington y Teherán, advierte Slavin.