Por Hazel Ward (France Presse)

Si los israelíes quieren reemplazar al primer ministro Benjamín Netanyahu por su exacto opuesto, no tienen más que votar a su principal rival, el discreto líder laborista Isaac Herzog.

Herzog es tan diplomático como abrupto puede llegar a ser el actual primer ministro.

Dotado de un sólido pedigrí político, Herzog, jefe de la Unión Sionista (centroizquierda), difícilmente podría ser más diferente del actual jefe de gobierno.

Este abogado de 54 años, acusado en ocasiones de falta de carisma, siente que después de tres mandatos de Netanyahu, ha llegado su hora. "Cuando me postulé como candidato a la cabeza del Partido Laborista, dijeron: 'no tiene carisma, ninguna oportunidad'. Y cuando afirmé el año pasado que sería la alternativa de gobierno a Netanyahu, se rieron", declaró recientemente al diario de centroizquierda Haaretz.

Los últimos sondeos son su revancha: la Unión Sionista -una alianza del Partido Laborista del que es secretario general y de HaTnuah (centro)- lo sitúan en cabeza, por delante del Likud de Netanyahu.

"Es mi momento", ha prometido. Las elecciones legislativas del próximo martes dirán si, tras seis años de Netanyahu, los israelíes abogan por el cambio. Meses de campaña se resumen en el lema que aúna a los adversarios del primer ministro: "Cualquiera menos Bibi".

No obstante, muchos observadores alertan de la posibilidad de una victoria pírrica: Si gana, Herzog lo tendrá mucho más difícil que Netanyahu para formar gobierno.

Abogado de formación, entró en el parlamento por primera vez en 2003 con el primer ministro laborista Ehud Barak y pasó la siguiente década como titular de los ministerios de Turismo, Vivienda y Asuntos Sociales, antes de hacerse con la dirección del partido en 2013.

Convertirse en primer ministro sería el siguiente paso lógico para este hombre casado y padre de tres hijos, que sigue viviendo en la casa de Tel Aviv donde se crió y es el heredero de una de las grandes familias israelíes, a veces comparadas con los Kennedy.

Su padre, Haim Herzog, fue jefe de los servicios de inteligencia del ejército, embajador ante la ONU y presidente del estado israelí de 1983 a 1993. Su tío es un diplomático de renombre en el país y su abuelo fue el primer rabino askenazí de Israel. 

Desde que tomó las riendas de los laboristas, Herzog ha militado por hacer de la resolución del conflicto con los palestinos un eje central de su partido. Apenas diez días después de jurar el cargo, se reunía con el presidente palestino Mahmoud Abbas en Ramala, en la Cisjordania ocupada.

A lo largo de la campaña ha prometido relanzar el proceso de paz, interrumpido en abril de 2014 y se ha mostrado dispuesto a "retirar" colonias israelíes si es necesario.

Asimismo, se ha comprometido a poner en marcha reformas económicas y a trabajar para mejorar las relaciones con Estados Unidos, malogradas durante el gobierno de Netanyahu.

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