-Este martes se cumple el primer mes del triunfo del Rechazo en el plebiscito, ¿cuál es su evaluación sobre ese rotundo 62%?
-Me voy a quedar corta con el análisis. Por una parte, la Convención instaló un estado de ánimo complejo. Rápidamente empezaron las discordias, las cosas excéntricas, los maximalismos y las miradas más bien dogmáticas. La ciudadanía, a su vez, había puesto su confianza en los llamados independientes -que también tenían miradas ideológicas, que las personas no conocían-, para que se abocaran a los temas que tenían que ver con derechos, protección social, fortalecimiento de la democracia. Y eso, al final, no se abordó prioritariamente con nitidez. Entonces, hubo una desafección con el trabajo de la Convención y una sensación de que los temas fundamentales no se estaban tocando con altura. Todo ese clima, asociado también a la difusión de fake news, empezaron a causar legítimos miedos y temores.
-Hay quienes sostienen que a la Convención se fueron a defender causas.
-Se juntaron una serie de causas atomizadas, muy dogmáticas. Costó que se pusieran de acuerdo en un todo, en una visión estratégica. Cada uno llegó con su causa debajo del brazo, no le importó mucho la discusión general, sino que clavar la bandera de su causa, en un contexto en que había que discutir aspectos basales, como qué tipo de democracia queremos, qué principios, qué valores, qué tipo de institucionalidad hace posible aquello y después cómo vamos instalando las causas en esa estructura. Acá cada uno trajo su ventana, su cortina, pero poco se conversó sobre el radier.
-Al hacer un análisis de los resultados del 4 de septiembre, el Presidente Boric sostuvo que “no se puede ir más rápido que tu gente” y que “tenemos que ir un poco más lento”.
-No creo que esto sea un tema de velocidad, para ser franca. Esto es un tema de prioridades. Después del estallido social, la ciudadanía quería que Chile fuera un Estado de derechos, un Estado de bienestar. Y muchas de las materias planteadas por la Convención no tenían que ver con la rapidez, sino que más bien con algo un poco contracultural.
-¿En qué posición queda el oficialismo en esta fase de diálogo para una nueva Constitución, teniendo al frente a un Chile Vamos que estuvo por la opción ganadora?
-No ha sido difícil, para ponerlo en positivo. Genuinamente los partidos de Chile Vamos han planteado que dan por muerta, políticamente, la Constitución del ‘80; no así los Republicanos ¿Dónde se han expresado las mayores diferencias? En que para nosotros es importante establecer bases o principios institucionales más amplios. Y, para Chile Vamos es relevante consignar muchas temáticas en esas bases, para que no se discutan cuando se elija una nueva convención.
-Y, en ese debate, ¿hay riesgos de que alguien pase la aplanadora?
-No creo, porque no está el ánimo. Además, la derecha entiende que ese 62% no es de adhesión a sus posturas ideológicas o valóricas, sino que la cifra responde al rechazo a un texto constitucional.
-¿Qué errores son los imperdonables en este proceso?
-Seguir hablándole a los nichos, seguir hablándole a los extremos y no considerar a las mayorías que se expresan con voto obligatorio, que expresan una relevante necesidad de cambios sociales, un Estado más robusto e instituciones más fuertes, pero con transformaciones graduales, que no generen incertidumbre económica y que nos permitan un mejor marco de convivencia.
-Viene una semana clave, con la entrega de la propuesta de consenso del oficialismo, la DC y Chile Vamos, en torno a las bases constitucionales.
-Estamos de acuerdo en varios puntos. Nosotros planteamos bases más minimalistas que Chile Vamos, pero coincidimos en el tema de un Estado Unitario, en la independencia de los poderes del Estado, en el derecho de propiedad, en el respeto a los tratados internacionales y a las sentencias judiciales. Y Chile Vamos ha planteado consagrar el derecho de propiedad, pero con más apellidos, entre ellos los fondos de pensiones, el agua y otras cosas. Eso es lo que estamos discutiendo.
-La mayor complejidad está justamente, entre otras cosas, en estos dos últimos puntos.
-Y, como estamos en una negociación de buena fe, no quiero anticipar si están en la línea roja o son inaceptables.
-¿Hasta dónde se puede alargar la lista de las bases constitucionales?
-Eso es parte de lo que estamos conversando, respecto del por qué es importante para Chile Vamos consignar algunas cosas, que a nuestro juicio van demasiado al detalle. Y, por qué para nosotros solo basta con consignar algunas y dejar el resto a la discusión del nuevo órgano constitucional. Lo cierto es que hay una buena receptividad para ahondar en los por qué, en cuáles son las líneas rojas, para entenderlas ideológicamente. Y diría que, si bien hay distancias con Chile Vamos, no son insalvables, y confío que esta semana vamos a tener ese trabajo zanjado.
-La plurinacionalidad quedó absolutamente descartada.
-Para ambos bloques es muy importante el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas. Y, a propósito de eso, la nueva Convención es la llamada a debatir temáticas como la representación política. Pero creo que no está considerado el tema del pluralismo jurídico o de las autonomías territoriales, en principio. Eso fue parte de lo que complejizó mucho el debate y, sin perjuicio de eso, hay que buscar la forma de poder reparar y mejorar la relación que se tiene con todos los pueblos originarios.
-¿La inclusión del respeto a los emblemas patrios fue un gesto a Chile Vamos?
-No. Nosotros no hicimos el texto pensando en hacer gestos a Chile Vamos. Hicimos un texto pensando en que, sin perjuicio que hubo personas en la Convención que pidieron que esto se revisara, aunque esto nunca fue aprobado por el pleno, también fue un aspecto que generó miedo, distancia. De modo que nos pareció que era importante consignar que los emblemas patrios son muy relevantes para los partidos del oficialismo, porque también se generan caricaturas como que la izquierda no respeta la bandera, no respeta los símbolos patrios, lo que no es así.
-¿Cómo explica que el oficialismo haya incluido el voto obligatorio solo para el plebiscito de salida y no para la elección de los convencionales?
-En lo personal el voto obligatorio llegó para quedarse. No podemos andar con una calculadora en la mano para ver si me conviene o no. El voto obligatorio garantiza una tremenda legitimidad, lo que es muy relevante para el robustecimiento de la democracia.
-La exPresidenta Bachelet llega a mediados de este mes a Chile, ¿debiera tener un rol activo en el proceso constituyente?
-Conociéndola, creo que a ella le importa aportar más desde una perspectiva ciudadana, desde su fundación. No creo que tenga interés en un rol protagónico.