-¿Qué le parece la gestión que ha tenido la alcaldesa Hassler con el problema del comercio ambulante?
-En mis años de vida no conozco una gestión más desastrosa que la de la actual alcaldesa. Se las ha arreglado para hundir el centro de Santiago. Y con una incapacidad de gestión notable. Lo que ha pasado el fin de semana en la Plaza de Armas es una vergüenza, pero previsible, porque Hassler tiene convertida la Plaza de Armas en una cocinería.
Tuve la ocasión de ir al centro de Santiago hace un par de semanas al lanzamiento de un libro y la verdad me apenó ver el centro con los locales de la calle Monjitas cerrados. Todos los pequeños locales cerrados por la violencia, la delincuencia. El paseo Puente y Plaza de Armas convertidos en cocinerías. Todo esto es muy complementario a la oferta que ella hizo de entregar mil nuevos permisos en el centro de Santiago cuando recién asumió.
-¿Cómo fue su experiencia con el tema del comercio ambulante? ¿Falta mano dura?
-No es un tema fácil de manejar. Primero, el comercio ambulante es una competencia desleal con el comercio establecido. Y Santiago vive del comercio establecido. Básicamente, era un centro financiero, bancario, de oficina y de comercio. Hablo en pasado porque esta destruido. Entonces si usted permite que se instalen con un trapito o un carrito afuera de un local comercial, entran a competir deslealmente porque no pagan arriendo, ni pagan impuestos, ni luz, ni agua, ni nada.
Es un tema fundamental para la ciudad. Nosotros lo trabajamos en tres líneas. Uno, constituyendo a nivel de gobierno una comisión con impuestos internos, con la Aduana, con Carabineros y con el municipio para detectar quiénes abastecen el comercio ambulante. Porque aquí hay también un fraude de los mayoristas que importan muchos productos y los venden por la negra en el comercio ambulante.
-¿Hay una mafia ligada a las falsificaciones?
-Sí. Existían en mi tiempo, y existen hoy, me imagino que más complejas aún. Pero lo segundo que hicimos fue conversar con los dirigentes del comercio ambulante para buscarles soluciones. Y así fue como surgieron distintas vías, como por ejemplo el Persa Biobío, donde compramos distintos lugares para que se instalaran. Lo que fue el Mall Alonso de Ovalle, detrás del Instituto Nacional, entre San Diego y Arturo Prat, o lo que se hizo en la Alameda pasado Cumming. Y tercero y muy importante, una muy fuerte acción de Carabineros con todo el respaldo para que previniera el comercio ambulante.
-El fin de semana comerciantes ilegales atacaron a Carabineros e inspectores municipales. La alcaldesa repudió los hechos. ¿A qué se debe esta falta de autoridad?
-Porque el Gobierno no respalda Carabineros. Al policía que pega un palo lo procesan por derechos humanos. Según el gobierno de Piñera 2 y el gobierno de Boric, Carabineros tiene que dar caramelos y flores a los delincuentes y mirar al techo.
-¿Usted cree que hay una opción ideológica en la alcaldesa al tratar este tema?
-Sin duda. Creo que ella transpira ideología comunista. Pero además yo creo que es una falta de capacidad de gestión, ya que se nota además en todos los problemas que tiene Santiago. Lleno de carpas, en el Parque Forestal, en el bandejón central de la Alameda frente a Universidad de Chile, frente a La Moneda. Los comunistas lo que quieren es alterar el orden y la seguridad para que así, hipotéticamente, se creen las condiciones para que lleguen al poder.
-Usted fue ministro de Vivienda. ¿Qué se puede hacer con las carpas?
-Que entren carabineros y a palos para afuera nomás.
-¿Pero es gente indigente?
-No le podría decir. Pero en todo caso el espacio público no es para vivir. Lamentablemente, en los últimos diez años ha habido una incapacidad del Ministerio de Vivienda de construir nuevas viviendas sociales, con lo cual el déficit habitacional se ha duplicado del 2010 a esta fecha. Pero eso no justifica instalarse con carpas en distintos lugares de Santiago. Aquí hay una fuerte permisividad del gobierno que ha permitido que cualquiera se sienta dueño del espacio público sin ningún tipo de control. Y ojo, que no es solo de este gobierno, sino del gobierno de Piñera 2, también.
-Hace poco estuvo recorriendo el centro. ¿Cuál fue la sensación que le dio?
-Pena. Y sentir que mis 11 años de alcalde, cuando revivimos el centro, se están tirando por la borda. Iniciamos el repoblamiento de Santiago, que tenía 200.000 habitantes y hoy supera los 400.000. Verdaderamente siento mucha pena por Santiago Centro y ojalá algún día eso se pueda recuperar. Requiere una visión urbanística, requiere firmeza.
-También preocupa la violencia escolar en los liceos emblemáticos. ¿Le tocó a usted lidiar con eso?
-Nada. Tenía una estupenda relación con los centros de alumnos, con los directores. El Instituto Nacional era un lujo. Aquí nuevamente ha habido varios errores. Primero, el sistema de Tómbola impidió que los colegios seleccionaran a los mejores alumnos y a quienes quieren aprender. Segundo, ha habido permisividad en términos disciplinarios y mano blanda con profesores que muchas veces instigan las bombas molotov y los overoles blancos por razones ideológicas. Ha habido mucha falta de autoridad a ese respecto.
-¿Y usted qué haría con los rayados, por ejemplo? ¿Los borraría?
-Cuando fui alcalde sacamos una ordenanza que al que pillábamos rayando tenía que hacer trabajo comunitario y repintar. El problema actual es, otra vez, la falta de autoridad, falta de control.
-Usted fue militante DC desde 1961 a 2010. ¿Cómo analiza la actual crisis?
-En lo poco que queda de la DC convive un grupo que se mantiene fiel al ideario cristiano humanista con un grupo de ultra izquierda como la senadora Provoste o mi amigo Huenchumilla. No son compatibles con el pensamiento demócrata cristiano. Lo lógico sería que ese sector se fuera al Frente Amplio. Es un partido lleno de contradicciones: hace diez o 12 años no tiene planteamiento claro, no refleja su ideología y por lo tanto no atrae a la población.
-Usted votó Rechazo. ¿Cree que habría que quedarse con la actual carta, reformada por Lagos?
-No, yo creo que el país quiere una nueva Constitución. Pero tengo la fuerte sospecha que el Frente Amplio y el Partido Comunista no quieren que se haga bajo este gobierno. Porque así, al culpar a la derecha y a la centro izquierda de que no llegan a un acuerdo, mantienen vigente la bandera de una nueva carta refundacional. El proceso está siendo torpedeado por el Frente Amplio y el Partido Comunista.