-¿Crees que es posible una nueva reagrupación política luego del plebiscito?
-Eso espero. El 4 de septiembre en la noche, el Presidente tiene una labor fundamental, que es llamar a la unidad. Hay una gigantesca división no sólo en el ámbito político sino en la sociedad, donde se dan estas discusiones airadas, a nivel familiar y entre amigos, por el tema constitucional.
Ese día, el discurso del Presidente va a ser muy importante. Con las personas con las que he hablado de Chile Vamos, de la centro izquierda, más algunos de izquierda, todos están en la misma línea: se necesita una coalición democrática.
-¿Solo si gana el Rechazo?
-Cualquiera sea el escenario. Aunque nadie puede aventurarlo hasta que ocurra, hoy gana el Rechazo. Eso implicaría que el Presidente y su Gobierno, más la coalición que los apoya, deben estar disponibles a llegar un acuerdo para continuar el proceso constituyente.
-¿Cómo seria ese proceso?
-No es necesario un plebiscito de entrada. Hay una inmensa mayoría de los chilenos que quiere una nueva Constitución. Yo soy partidario de que el Congreso acuerde las reglas para elegir una nueva Convención, que de todas maneras debe ser paritaria. Y en un plazo más breve, para dar las certezas que necesitamos todos, de manera que la constitución no sea el principal factor de discusión política en los próximo 5 o 10 años.
-¿Con escaños reservados para pueblos originarios?
-Me gusta lo que hace Nueva Zelandia. Es decir, que haya un piso mínimo, que puedan ser 5 o 6 convencionales, y luego se sumen cupos adicionales dependiendo de la participación electoral que exista en ese padrón. De manera que se mantenga la idea de una persona, un voto. Y que no quede totalmente descompesado.
-Hablas de construir una nueva mayoría. ¿Eso incluye a los amarillos, por ejemplo?
-Sí, pero me refiero más allá incluso. Cuando te digo una coalición democrática es una coalición que esté disponible a hacer algo similar a lo que ocurrió el 15 de noviembre. Es mucho más allá que solamente el Rechazo.
Por otro lado, la coalición de izquierda va a tener una tensión muy grande en los sectores más radicales. El PC no solo se negó a un acuerdo el 15-N sino que votó en contra de la existencia de un plebiscito y luego de una Convención.
-Amarillos ha participado de la franja y la campaña del Rechazo. ¿Tú crees que hay una posibilidad de extender esa sociedad?
-Depende de ellos. Me parece que el Apruebo/Rechazo significa una configuración distinta de la política chilena en adelante. A mi me encantaria que hubiese un reagrupamiento en torno a ideas fundamentales: la estructura del Estado, cómo se reparten los poderes y se articulan los debidos equilibrios; una justicia que sea realmente autónoma. El reconocimiento de los pueblos originarios; la paridad como un valor; una mayor protección del medio ambiente, un mayor catálogo de derechos sociales. Y establecer una estado social de derechos, que en mi opinión no es incompatible, con que la sociedad civil puede participar en proveer esos derechos sociales.
Ese marco general es algo que nos ha unido a un sector transversal en el Rechazo, y espero que la alianza se mantenga por un buen rato.
-¿Has conversado con otros sectores de la derecha, hay puntos todavia en disputa?
-Yo creo que hay bastante consenso en la necesidad de llegar rápidamente a este acuerdo, a esa Convención que nos dote de una nueva constitución. Dentro del grupo transversal del Rechazo por supuesto que a mi me encantaría que en el futuro eso continuara en unidad de criterios fundamentales de la política chilena. Y obvio que me gustaría seguir trabajando en conjunto con estos sectores transversales por muchos años más.
-¿Has conversado con el Presidente Boric de estos temas?
-Tengo una relación larga con el Presidente. No he conversado detalles. Pero también son conversaciones reservadas, a título personal y no institucional. Pero sí veo en él ese mismo ánimo de convocar después del plebiscito a una mayor unidad posible en la nación, para llevar adelante los cambios que se necesitan.
-¿Qué sectores deberían estar incluídos en esa coalición?
-Ojalá todos. Me imagino la misma lógica del 15-N. Sabemos que se restó el PC y una parte del Frente Amplio. Y sabemos que hay voces de una derecha más extrema que también han dicho que tienen otra visión. Pero dado que ya se aprobó en el Congreso una rebaja de los quórum para la modificación de la constitución a 4/7, eso implica que si los mismos que estuvieron por hacer un acuerdo el 15 de noviembre, están disponibles a hacer un nuevo acuerdo después del plebiscito, entonces eso se puede lograr.
-¿Ese proceso lo debe liderar el Presidente?
-Tiene un rol, pero es algo que va a necesitar no solo del Presidente sino también del apoyo de los sectores que están en el Congreso y algunos que no están representados ahí.
-Como ministro viviste varias crisis en La Moneda, ¿cómo evaluas la reacción del Presidente Boric en el caso Llaitul y la ex ministra Vega?
-El Gobierno ha sido vacilante en esta materia hace mucho tiempo. Recordemos que frente a las amenazas de Llaitul contra el Estado, lo que hizo el Gobierno fue decir que no iban a presentar una querella; porque el sabotaje, tomar las armas, las acciones de la CAM que significan pérdida de vidas, consideraban en La Moneda que eran solo ideas.
El Gobierno ha sido muy cambiante con respecto a su posición sobre la CAM y Llaitul. A tal punto que se discute si acaso la ex ministra Vega cumplía lo que era la política del Gobierno, que es lo que plantea el PPD, o si ella se fue por colores propios, como sostuvo la ex presidenta de RD.
-¿Cuál es tu opinión?
-Dado los antecedentes previos, dadas las declaraciones del diputado Jackson el año 2021, que decía que había que derogar la ley de Seguridad del Estado, porque era una manera de aterrorizar a la población; y dado que después el Presidente dijo que ellos no perseguían ideas; eso da cuenta de que lo que hizo la ministra era seguir lo que el Gobierno pensaba.
-¿El Presidente puede haber cambiado de opinión?
-Si es que cambió de opinión, legítimamente, sería una buena noticia, pero en La Moneda se han visto conflictuados porque hay que decirlo tal cual: hay gente dentro del Gobierno que no tiene ninguna objeción sobre lo que hace Llaitul y la CAM.
Si los que están en el Gobierno hubiesen cumplido sus deseos cuando era diputados, o los deseos de la Convención, de indultar a los presos mapuche, donde la mayoria era oficialista, Llaitul no solamente no podría haber sido detenido, sino que también una persona como Celestino Córdova (condenado a 18 años por la muerte del matrimonio Luchsinger) estaría libre.
La poca claridad del Gobierno para ocupar las herramientas del Estado para la seguridad pública ha sido una contradicción permanente. Esperaría que no haya más dudas en el Gobierno.