Decía Tolstoi que todas las familias felices se parecen, pero las que no lo son tienen sus singularidades. Habría que agregar que casi todas las familias tienen diferencias cuando se trata de herencias. No falta el pariente necesitado de dinero que apura la venta de una propiedad.
La familia Allende no es distinta a otras, aunque para muchos representa la nobleza de la izquierda. Salvador Allende es una figura intachable para el progresismo, pese a que son conocidos sus deslices. Era mujeriego y algo frívolo, según sus adversarios.
La fallida venta de la casa del ex Presidente en Guardia Vieja mancha al apellido, sin duda, pero sobre todo a su hija Isabel Allende, que ha recorrido el mundo como heredera del mandatario que se suicidó en La Moneda. También afecta a su nieta Maya Fernández, que como política tiene un calibre bastante menor al de su tía.
Los Allende han tenido una vida trágica, que también es carne de leyenda, y por eso su caída tan pedestre, ha impactado tanto. Los nobles también esconden calaveras en el armario. En este caso es una caída de manual: que una senadora y una ministra vendan una casa al Estado, a través del Gobierno que apoyan, y con la idea de que la Fundación Allende se hiciera cargo de ella, no pasa la mínima prueba de blancura. Vendo la casa por 933 millones y me quedo de cierta forma con ella. ¡Pero sin muebles!
Detrás de esta trama hay un abogado y empresario gastronómico, Felipe Vio Lyon, quien avaló la compra sin advertir los problemas políticos y legales que eran obvios. Su padre, Fabio, es un conocido embajador, que representó al país en Polonia, Paraguay, Perú y Francia. En Venezuela, cuyo régimen tildó de dictadura, le tocaron tiempos duros.
Felipe Vio tuvo una educación de marcada influencia gala. Estudió en la Alianza Francesa y escuchaba a Talking Heads y The Cult, entre otras bandas alternativas. Era conocido como un tipo culto, callado, tranquilo. No fue fácil el choque de culturas; llegar de París a Santiago en esos años podía ser deprimente. Estudió derecho en la UC, pero a veces se escapaba a Viña, su ciudad natal, a ver a sus amigos que estudiaban allá. Extrañaba el mar. Dicen que tenían una manera de pensar distinta a la de los chilenos, pero era sociable.
En el mundo privado tuvo una carrera exitosa: trabajó 20 años en el Banco Santander, donde empezó en 1999. Llegó a ser director legal de Santander Asset Management, que maneja miles de millones de dólares. En algún momento se cansó del mundo corporativo y tomó una decisión radical: cambió de vida, se asoció con un amigo y puso un restaurante francés en el Barrio Franklin. Algunos pensaron que era una apuesta arriesgada, pero tuvo éxito.
La idea de “El Franchute del Barrio” era una comida casera, en un ambiente de mercado, bullicioso, vibrante, como había visto en París. Hoy Felipe Vio está solo al frente del local, pues el socio se fue.
Dicen que Vio presentó otro proyecto de un boliche chico, en el MUT. Su mundo actual es la cocina. Vive en calle Lota, en un departamento antiguo, con su pareja, la hija de Isabel Allende, Marcia Tambutti, quien hizo el documental “Allende, mi abuelo Allende”. “Ella se ha dedicado a rescatar la memoria familiar, y la memoria política histórica de lo que fue el Chicho y la Unidad Popular”, dijo Felipe Vio a Kilómetro Cero.
Lo describen como una persona pausada, de hablar lento, que hace gestos con la mano y escucha a sus amigos. Para algunos fue una sorpresa su vinculación con la venta de la casa de Allende: el 2 de septiembre, la senadora Allende, la ministra Fernández y Carmen Paz Allende le otorgaron un mandato “para vender, enajenar, transferir y ceder” la casa.
El 5 de septiembre de 2024, el Servicio Nacional de Patrimonio Cultural informó a la Dipres de la intención, instruida desde la Presidencia de la República, lo cual requería transferir fondos a Bienes Nacionales. Cuando la operación fue autorizada por la División Jurídica de esa cartera hubo conversaciones de ese ministerio con Vio. Alejandro Fernández tenía el mismo mandato para representar a su hermana, la entonces ministra de Defensa.
El 25 noviembre, el Presidente Boric firmó el decreto autorizando la compra por 24.291,72 UF.
Lo curioso es que gente como Vio no se percató de la irregularidad. Hubo advertencias como la de José Cortés, abogado del Servicio Nacional de Patrimonio Cultural, que hizo una minuta asegurando que la transacción iba a tener problemas comunicacionales y problemas jurídicos.
La minuta se la entregan al jefe de gabinete de la ministra de Cultura y esa minuta termina en La Moneda. ¿Cómo no reaccionaron con anticipación? ¿Cómo no se dieron cuenta de los riesgos involucrados? Pasa hasta en las mejores familias.