“Paramos la zanja”. Marcos Jaque, 51, general de brigada y jefe de la Defensa del Tamarugal, analiza la aplicación del estado de excepción constitucional de emergencia en la zona de Colchane, foco de la crisis migratoria en el norte grande.
El 15 de abril expira el estado de emergencia que el gobierno decretó el 15 de febrero en el norte grande. ¿Cómo evalúa su trabajo enfrentando la inmigración irregular?
Me queda una semana hasta el 15 de abril, y si hago una evaluación del trabajo con el personal de Ejército, Carabineros y la PDI, más todos los otros organismos involucrados, yo creo que ha sido buena. Nosotros, más que impedir la inmigración, lo que buscábamos era darle un orden. Esa es la tarea que se ha podido traducir, con todos los medios humanos y tecnológicos disponibles, en darle un flujo, un ordenamiento a una situación que el año pasado no ocurrió.
También hemos trabajado con la comunidad: hay un sector para que pasen los abuelos a Pisiga Bolívar a hacer sus compras de gas o de abarrotes, y ese paso es también para aquellos niños que quisieran venir a estudiar a Colchane. Se ha continuado con la feria tradicional, con los ritos religiosos, el colegio está funcionando desde el 8 de marzo y ya no hay gente acampando en las calles (de Colchane). Hay más seguridad.
A su juicio, ¿la presencia militar desincentivó o no el ingreso irregular de migrantes?
La semana pasada hubo una inmigración diaria mínima; unas 40 o 70 personas, pero hace 2 días empezaron a cruzar 135 o 150 personas. No podría dar un patrón.
Es un fenómeno en que influye lo que vemos en los controles nocturnos que hacemos con Carabineros: llama la atención las “van” para 16 personas de gente que viaja desde Iquique o de Alto Hospicio y que viene a lucrar acá, cobrando $50 mil por persona. Otros también son de la zona.
Está hablando de coyotes…
No es normal que a la una de la mañana exista gente esperando a familiares en las esquinas en minibuses.
¿Esos transportistas chilenos estarían conectados con los coyotes que cruzan migrantes desde Bolivia?
Claro. Uno conversa con las personas y le muestran WhatsApp donde les dicen que los esperan en tal sector y más o menos a qué hora llegan. Ellos bajan normalmente entre las 4 y las 7 de la mañana (…). Los coyotes generalmente no están ingresando con los inmigrantes. Los dejan en la frontera boliviana y les dicen que avancen hacia la luz.
El reglamento de la Ley de Migración publicado en febrero autoriza a reconducir migrantes irregulares hacia el país por donde ingresaron, pero Bolivia bloqueó esa devolución. ¿Se mantiene esa situación?
Bolivia acepta solamente a bolivianos de vuelta. Hay gente venezolana que incluso quiere volver a trabajar allá y los militares no los dejan entrar, siendo que entraron por el lado boliviano.
¿De cuánta gente está hablando?
Lo que puedo decir es que durante el estado de excepción hemos iniciado el proceso de reconducción de 8.360 personas y que, de esos, 2.155 son niños, que tienen un proceso especial por los derechos del niño. La mayoría son venezolanos.
A esa cifra hay que restar los aceptados…
Solamente en estado de excepción Bolivia ha aceptado a 589 personas, que son bolivianos, entre adultos y niños.
¿Lo frustra que el trabajo de reconducción quede trunco por la decisión del gobierno boliviano?
Es una opinión personal, pero claramente es lamentable, porque asumimos un costo en un tema que es del Estado boliviano. Ellos debieran tener una frontera efectiva; que no permitiera que los buses entraran como un procedimiento normal, pero para ellos, como Estado, no es un tema la migración. Y es lamentable, porque nosotros asumimos un costo personal, de horas hombre, de sacrificio y humanidad, porque los mismos migrantes declaran que acá son tratados como personas, por lo menos. Porque, por los países por donde han pasado, los han robado, han tratado de lucrar a costa de ellos con la trata de mujeres, les piden dinero para seguir su avance…
¿Qué espera que ocurra al terminar su período?
La delegada del Tamarugal, una vez a la semana, está subiendo acá y asumiendo este rol (…). Después vamos a seguir en la frontera en un plan en que nosotros, las Fuerzas Armadas, pero especialmente el Ejército, brindaremos apoyo a Carabineros, con medios de transporte y tecnológicos. Pero quien ejercerá la labor será Carabineros.
¿Qué estima que ocurrirá con la inmigración irregular después del 15 de abril?
No sé lo que va a ocurrir, pero creo que va a seguir entrando gente. Van a seguir entrando por los costados, va a seguir habiendo gente intentando lucrar con eso y van a empezar a bajar personas por la carretera, que es algo que hoy no se ve.
Usted inició también la excavación de una zanja, que se suma a la realizada en el gobierno de Bachelet. ¿Continúan cavando?
Paramos la zanja. Finalmente trabajamos más de 3.546 metros de largo, por 3 metros de ancho y 4 metros de profundidad, en algunos 3 (los que no son continuados; entre medio está el complejo fronterizo de Colchane). Anoche tuvimos un procedimiento y vimos que por lado boliviano buscan sectores y los mismos coyotes tiran sacos de arena para hacer puentes.
¿De qué sirve entonces?
La historia siempre lo ha dicho: en todos los países del mundo que han efectuado zanjas o barreras artificiales, murallas, rejas, alambrado, siempre se hace con un fin de disuasión. La gente, al verlas, claramente se detiene, si ese es el objetivo, pero la gente también, a través de los coyotes, igual va a buscar lugares por donde pueda pasar.
¿Ve alguna salida?
Si miras los puestos fronterizos del lado boliviano, yo los veo todos los días, está el Ejército, la Armada y la aviación, y no tienen la cantidad de gente que tenemos nosotros apostada, porque, claro, para ellos no es un tema. A Bolivia le interesa que la gente salga de su país. Podemos colocarles más zanjas, pero la gente va a seguir buscando sectores por donde pasar; con la ayuda de los coyotes y de la gente del lado chileno que los espera.