• No solo el intento de autogolpe terminó en un completo fracaso para el ya expresidente de Perú, Pedro Castillo, sino también su plan de asilarse en la embajada de México después de su mensaje donde determinaba el cierre del Congreso y antes de que el Legislativo votara a favor de su destitución.
  • Según informa el diario peruano El Comercio, tras su alocución, Castillo habló con el comandante general de la Policía Nacional del Perú (PNP) Raúl Alfaro -quien estaba con licencia médica- en busca de respaldo. Sin embargo, no lo obtuvo.
  • De esta forma, poco después de las 13.00 de Perú (15.00 en Chile), Castillo salió por la puerta trasera del Palacio presidencial de Pizarro junto a su exprimer ministro Aníbal Torres -uno de sus hombres de mayor confianza- y una comitiva de seguridad de la policía. De acuerdo con un documento de la policía peruana, la familia presidencial abordó dos autos. En uno de ellos estaba Castillo con su esposa Lilia Paredes y una de sus hijas.
  • De acuerdo con el informe policial, el jefe de la escolta presidencial, el mayor  Luis Alarcón, alertó al instructor coronel Walter Ramos -jefe de la División de Seguridad Presidencial- y al comandante Miguel Ángel Carpio -jefe del departamento de Escolta de Seguridad Presidencial- sobre “el desplazamiento en dirección desconocida del mandatario”.
  • Poco después, se le pidió al chofer que se dirigiera a la embajada mexicana en Lima. Según el parte policial, “cuando nos encontrábamos a la altura de la intersección de la avenida Tacna y Nicolás de Piérola”, en el centro de Lima, Nilo Irigoin Chávez -a cargo de la seguridad inmediata del Presidente- ordenó al chofer policial Josspeh Grandez López dirigirse a la embajada de México en Lima.
  • Mientras, según detalla El Comercio, la policía ya manejaba la versión de la intención que tenía Castillo de recluirse en una embajada. Los coroneles de la policía Walter Lozano y Harvey Colchado decidieron actuar y, como precaución, Lozano y su equipo fueron a la Embajada de México y Colchado a la de Cuba.
  • Cuando el alto mando supo del desplazamiento a la embajada de México, a las 13.35, el chofer policial que trasladaba a Castillo recibió la llamada del General de la Policía Iván Lizzeti, es Director de Seguridad del Estado, “disponiendo que por orden superior se intervenga al señor José Pedro Castillo Terrones por encontrarse en flagrancia del presunto delito de rebelión, abuso de autoridad e infracción” a la Constitución.
  • Tras ello se “dispuso detener a la comitiva, a la altura de la intersección de la Avenida Garcilaso de la Vega y Avenida España”, casi a la salida del centro de Lima. Según cuenta El Comercio, para sorpresa de Castillo, la camioneta gris de vidrios polarizados que lo llevaba “se detuvo al frente de la Clínica Internacional y, junto con personal de la Subunidad de Acciones Tácticas, se ejecutó el arresto y se procedió a llevarlo a la sede de la Prefectura de Lima donde queda la sede de la Región Policial de la capital”.
  • Mientras el Congreso votaba a favor de su destitución, poco después de las 13.40, Castillo llegó a la prefectura hasta donde luego arribó la fiscal de la Nación, Patricia Benavides junto a los coroneles Lozano y Colchado y la fiscal superior Marita Barreto. Allí, Benavides procedió a tomarle declaración al ya depuesto Pedro Castillo. Durante la tarde, el canciller mexicano Marcelo Ebrard, dijo que si el exmandatario pedía asilo en México, estaban dispuestos a dárselo.
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